Abril 2009 / NÚMERO 26

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Entrevista con el Vicario de la Esperanza Joven, Padre Galo Fernández

“La Iglesia ve la donación de órganos con ojos favorables”

 

¿Con el caso de Felipe Cruzat todos estamos sensibilizados respecto a la donación de órganos, pero qué pasa que los donantes no aumentan?

Soy ignorante de cuáles son las razones más técnicas. He escuchado que el sistema público no está adecuadamente coordinado. He escuchado al encargado de la Corporación del Trasplante decir que un alto porcentaje de personas está dispuesto a donar, sin embargo no hay una red pública en esta materia.

 

¿Cómo la fe puede apoyar a una familia que enfrenta el difícil momento de una muerte cerebral y la operación para sacar sus órganos?

La Iglesia ve la donación de órganos con ojos favorables, lo reconoce como un acto de amor muy hermoso. El Papa Juan Pablo II y Benedicto XVI lo han ratificado, es un acto de amor lícito y valorable que ciertamente tiene que respetar la intención de las personas. En ese sentido es muy importante la campaña que se está haciendo para que cada uno de nosotros pueda explicitar su voluntad de ser donante. Lo complejo es la situación que vive la familia. A mí me ha impactado hondamente la actitud del papá de Felipe Cruzat ante la posibilidad de un donante al no presionar y entender que, por otra parte, la familia está viviendo una situación muy crítica e inesperada y tremendamente dolorosa. En ese sentido es importante que haya un aparato mucho más respetuoso, cálido y que acompañe a la familia que está en un tránsito tan doloroso. No es simplemente exigirle o reclamarle que done un órgano cuando alguien vive el duelo de la pérdida de una persona.

 

¿Usted es donante?

Sí, desde hace muchísimos años. Un buen tío mío es de los fundadores de la Corporación del Trasplante porque tengo una prima que está en la historia de las primeras personas que vivió dializándose muchos años, entonces se organizaron familiares de dializados y fue ahí donde nace esta Corporación del Trasplante y gestaron esta corporación.

 

¿Cómo le fue con la campaña que la Vicaría hizo hace un par de años para fomentar en los jóvenes la conciencia de ser donantes?

La Vicaría de la Esperanza se inscribió hace varios años como apoyo a la Corporación del Trasplante y en una de las caminatas de la solidaridad invitamos a los jóvenes a inscribirse. Mi impresión es que mayoritariamente los jóvenes son favorables a la donación de órganos, al inscribirse, así lo han hecho. Sin embargo, aún no hay un sistema legal que lo regule con mayor  presencia. Sólo se transforma en una intención manifiesta del donante, pero a la hora de las circunstancias es la familia la que tiene en cuenta que la voluntad del fallecido era ser donante.

 

¿Cuál es su reflexión sobre lo ocurrido en Antofagasta con la violencia de algunos amigos del joven que murió recientemente y que regaló su hígado al menor Diego Poblete?

Desconozco las razones que han movido a aquellos jóvenes a oponerse. Creo que hay que respetar la decisión del donante de ofrecer sus órganos y entiendo que hay situaciones que se vuelven complejas respecto de la forma de determinar la muerte y se genera una suerte de suspicacia o temor que se estuviese pensando más en los órganos que en defender la vida de la persona. Trato de entender lo que pasa. El punto de la donación es en un contexto muy afectivo, es alguien que se está perdiendo intempestivamente, la mayoría de las veces, es un pariente. Es una situación muy fuerte. En este sentido un procedimiento adecuado, más delicado, con mayor conocimiento de parte de las personas, creo que puede ayudar mucho.

 

En tiempos de Semana Santa ¿cuál es el llamado de la Iglesia en lo relativo a la donación de órganos?

El Evangelio tiene una expresión muy hermosa que es “si el grano de trigo no muere y cae en tierra no da frutos”. Creo que la donación de órganos se puede inscribir en esta expresión tan hermosa y está de la mano de la experiencia de Cristo muerto y resucitado. Tenemos la convicción y la fe que nuestra muerte ha sido vencida por la victoria de Cristo y la vida de los que mueren descansa en Dios. De ahí que el gesto de ofrecer lo que queda de útil del cuerpo para la vida de los otros es expresión de esa fe y de ese amor. Que el corazón y los órganos puedan seguir ayudando a la vida de otros es una gran alegría y puede describir una vida generosa, una vida que está siempre dispuesta a dar y darse. El Padre Hurtado decía que había que dar hasta que duela y a propósito de la donación de órganos hay que darse hasta más allá de la muerte. 

 

¿Cómo apoyar a las personas luego de su trasplante?

El trasplante es una posibilidad que la ciencia moderna ha podido instaurar para rescatar a personas que tenían un diagnóstico sin solución. Son complejos los altos costos que están detrás de mantener a una persona que espera la posibilidad de un trasplante. Las nuevas técnicas nos abren posibilidades nuevas, pero también implican costos grandes que tiene una complejidad muy grande y hace muy doloroso cuando se vuelve discriminatorio y algunos tienen posibilidades de un tratamiento muy innovador, pero que no está al acceso de todos. No es de fácil solución, porque cada día los costos son más fuertes.

 

En este sentido la comunidad del Colegio Manquehue ha mostrado ejemplo de solidaridad…

En estas materias de salud es muy bonito ver que las comunidades están detrás. Uno conoce la vida de las parroquias y sabe cotidianamente cómo una capilla, una comunidad se organiza, muchas veces con esfuerzo, porque son personas de muy pocos recursos.

 

¿Le hace bien a la sociedad chilena escuchar el testimonio de familias como los Cruzat y los Poblete que están tan arraigados en la fe?

Conmueve e invita mucho más a experimentar los momentos de crisis como caminos de cruz y caminos de amor. Estoy seguro que la fe es un gran aporte  para la vida de las personas, nos permite sentirnos y sabernos acompañados, aún en las dificultades, por la mano bondadosa de Dios que  no deja de manifestarse en las situaciones más críticas.