Abril 2009 / NÚMERO 26

volver

Entrevista a Ignacia Solar (37 años), mamá de Felipe Cruzat

Una espera con mucha fe y amor

 

¿Cómo ha sido este proceso para ustedes como familia?

Bueno, la verdad es que ha sido un tiempo largo, largo, pero es una espera con harta calma, con mucha paz, con harta tranquilidad, porque dentro de todo siempre el Felipito ha demostrado mucha paz y mucha calma, entonces la verdad es que es harto tiempo, uno no piensa estar en esta situación, o sea no hay cómo pensar el estar esperando un órgano, entonces lo hemos tomado con mucha calma, con espera, hemos vivido momentos en que él se pudo haber ido al cielo y sigue acá, y bien.

 

Ustedes son una familia de mucha fe. ¿Cómo les ha ayudado esto para sobrellevar un momento tan complicado como este?

La verdad es que es maravilloso poder creer en Dios y eso como familia nos sostiene harto y nos da tranquilidad, da la paciencia y la verdad es que siempre hemos dicho que el fin de esto va a ser lo mejor para Felipito, ya sea que se vaya al cielo o que se quede con nosotros, que sería maravilloso. Las dos cosas son maravillosas; si se va asusta más por la parte física, de que no lo tendríamos más físicamente, pero siempre hay una luz de esperanza y eso es maravilloso, y eso es lo que nos ha sucedido ahora, que llegó este corazón mecánico, que nosotros no teníamos idea, que es una tremenda alternativa, entonces es muy, muy especial.

 

Ignacia, el martes pasado, si no me equivoco, Felipe sufrió un agravamiento de su estado de salud. ¿Ustedes, a pesar de la fe que los afirma, sintieron en algún momento angustia?

Así como angustia, angustia, te digo de corazón que no, porque nosotros como papás estamos convencidos de que humanamente se está haciendo todo lo posible. Felipe tiene una enfermedad, lo tenemos absolutamente claro, pero lo demás ya no pasa por nuestras manos, y eso ya depende de Dios; los médicos están haciendo todo lo humanamente posible, y también depende de la fuerza de Felipe, hasta cuando él aguante. O sea, uno no se logra angustiar porque hay mucha paz, hay mucho amor detrás de esto, entonces yo lo miro con mucho cariño, con mucha paz, con mucha armonía.

 

¿Y esa es una mirada que han tenido en conjunto como familia?

Sí, todos.

 

¿Cómo se ha enfrentado la situación de Felipe al interior de su familia, con sus otros hijos por ejemplo?   

La verdad es que ha sido muy tranquilo, muy honesto, muy claro. Las cosas que están pasando se comunican, el riesgo vital de Felipe se comunica. No es que yo les diga a los niños ‘mira, puede ser que…’ No, sino que se les dice ‘tu hermano está súper grave, puede ser que le suceda esto’. Hemos hablado directamente que se puede morir, que se puede ir al cielo, que si se va, va a estar en paz.

 

¿Incluso se habla el tema así tan directamente con el hijo más chico, que tiene siete años?

Sí, con todos. Él lo ha tomado muy sanamente. Mi mamá murió hace siete meses de cáncer, y yo le digo que Felipe, si se va, va a estar cuidado por la “Umita” (la mamá de Ignacia Solar), que está en el cielo, y ella es la que nos acompaña en este minuto. Entonces la verdad que al final si lo tomamos de la mano del Señor, es una paz muy grande, siendo que esto es un tremendo terremoto, no sé cómo se puede calificar, pero se toma con mucha tranquilidad.

 

¿Qué sentías cuando pasaban los días y no aparecía un corazón para Felipe?

La verdad es que justo me enteré que ellos (otra familia) no querían ser donantes y la verdad es que hay que respetar eso. Yo siempre le dije a Gonzalo, ‘este es un proceso súper difícil, hay que ser súper respetuosos, esta es una situación súper delicada, al otro lado hay una persona que se murió y hay que respetarle el duelo y todo lo que lo rodea, de toda la gente que lo rodea’, y bueno, el corazón de Felipe va a llegar con el amor de una familia que lo quiera entregar a él, o sea, esto no es una obligación, y de verdad que va a llegar con todo el amor de Dios, y va a ser para él. La verdad es que ningún sentimiento de nada, sólo que esa familia estuviera en paz y respetarla en su dolor.

 

¿Cómo fue su diálogo con Felipe antes de que entrara a pabellón?

Bueno, le dije que estuviera tranquilo, que lo amo, que lo quiero, que lo adoro, que estuviera muy tranquilo, porque yo igual iba a estar tranquila. Él me movía los ojos. Pero bien, no es nada no normal, y súper en tranquilidad y en paz, yo agradezco que Dios me da mucha fortaleza, siento que me ayuda, que acompaña a mi hijo.

 

Exactamente, ¿cuál es la dolencia de Felipe?

Él tiene una insuficiencia cardíaca dilatada, que viene derivada de una enfermedad mitocondrial que afecta específicamente al corazón. La enfermedad mitocondrial se la descubrimos cuando tenía seis años, y ha tenido una evolución que ha sido lenta, pero desde el 2007 hasta ahora se aceleró.

 

¿Qué sintieron cuando la operación del viernes pasado salió con éxito?

Maravilloso, impresionante, lo único que pude hacer fue agradecer del alma a Dios, a la gente, que exista esta maravilla, esta tecnología.

 

¿Cómo ha sido el apoyo del equipo médico del hospital?

Maravilloso, son de lujo todos, súper humanos, ellos están muy comprometidos en forma afectiva, uno se siente muy acompañada, y eso da mucha confianza y tranquilidad también. Dentro de todo este proceso, es una maravilla confiar en ellos sin duda; o sea, ellos me hablan y yo no dudo en nada de lo que me dicen, porque de verdad hay un cariño, una sensibilidad.

 

Felipe es muy creyente, a pesar de su corta edad tiene una gran conciencia y experiencia de la fe. ¿Cómo ha vivido él este proceso a la luz de su fe?

La verdad es que antes cuando él estaba hablando (antes de ser sedado para someterlo a la implantación del corazón artificial) lo dejaba todo en las manos del Señor, y con mucho amor. ‘No mamá –me decía-, acá se va a hacer la voluntad del Señor. Y tú no sufras, sé bien valiente’. Siempre tenía unas palabras bien bonitas, muy espirituales, la verdad es que él tiene una pasión impresionante por la vida del Señor, como que es demasiado…

 

He sabido que Felipe tiene harta devoción por Fray Andresito, cuéntame de eso…

Bueno, eso se dio por la casualidad de que al principio cuando llegamos acá todas las personas que nos entregaban un santito era de fray Andresito y por esas cosas de la vida Gonzalo, mi marido, iba en el metro y un señor le dice ‘este fray me salvó, fray Andresito’. Como del cielo, desde que llegamos acá siempre ha aparecido fray Andresito.

 

Y eso lo toma como un signo…

De alguna manera algo quiere decir, y es muy curioso, porque todos los días desde que llegamos al hospital siempre diferentes personas nos entregaban un santito de fray Andresito, distintas personas que yo no conocía. Incluso finalmente llegó hasta la sangre de fray Andresito acá, la trajeron los frailes, lo vinieron a visitar, es algo muy bonito, muy espiritual…la sangre verdadera de fray Andresito. Y es una relación muy bonita porque estos frailes hablan de que Felipe es parte de ellos, es algo muy cariñoso, ellos rezan mucho por él y también hemos ido a las misas a las que nos han invitado.

 

Bonita y conmovedora historia…

Sí. Aquí se dio el tema con fray Andresito, aquí lo conocimos, y es impresionante, porque nosotros empezamos a leer la historia de él y no es sacerdote, es un fraile sumamente humilde, y a lo mejor eso da la gracia del corazón de Felipito que con todo el cariño, con toda la humildad, con todo el amor va a llegar.

 

¿Qué significa la esperanza en este momento?

Mucho, mucho. Siempre lo digo, mientras haya vida hay esperanza. Y mientras Felipe tenga vida hay esperanza.

 

¿Qué ha sentido viendo que el caso de Felipe se ha transformado en un símbolo de la lucha por generar conciencia de la necesidad de los trasplantes de órganos en este país?

Impresionante, la verdad es que es algo que no lo imaginábamos. Por ejemplo, me dicen ‘oye, es impresionante la gente que reza, que está unida, que está en la oración, que se está haciendo una ley sobre el tema’, y bueno, mi marido me dice que siempre hay que sacar algo positivo de lo que se está viviendo. Nosotros siempre sacamos algo positivo de lo que pasa.

 

¿Qué cosas positivas ha sacado de esta situación que vive Felipe?

El amor, el cariño, la generosidad, mucho, esto que se conozca el tema de los trasplantes, la verdad es que uno lo mira muy lejos, no se lo imagina. Esto es como una gran oportunidad de darse cuenta de que hay amor, de la generosidad que existe. O sea, puntualmente existen otros trasplantes, se han hecho otros trasplantes, y es una muestra de amor muy grande, es como notar que existe esa generosidad y ese amor.

 

¿Cómo ha sentido el apoyo de tus familiares?

Bien, más allá de mi familia nuclear, me han apoyado y me he sentido cien por ciento acompañada y, bueno, el colegio se ha portado maravilloso también. Es como la segunda casa de mis niños.

 

¿Cómo evalúas que gente desconocida, gente a través de los medios, de cartas a la prensa, haya expresado solidaridad hacia ustedes?

Es un tremendo regalo, aparte de que uno no se lo imagina. Yo, la verdad que estoy leyendo y digo, bueno, ‘este es el amor que Felipe tiene a la vida’. Es impresionante el cariño que él incluso acostadito, así sin tener idea, da hacia afuera, él refleja ese amor, ese cariño.

 

¿Felipe ha permanecido siempre consciente?

No, antes de la operación estaba consciente, y ahora después de la operación no.

 

¿Cómo ha sido el proceso de estar aquí de sol a sol todos los días?

Aquí se siente una energía muy bonita, la gente es muy amorosa, preocupada, la gente que trabaja acá, los doctores, las enfermeras, los auxiliares, hay una preocupación inmensa de que yo esté acogida acá, aparte que aquí es parte de mi vida, mi hijo está acá.

 

Cómo es su rutina diaria mientras Felipe está internado…

Me levanto, voy a dejar a los dos niños al colegio, me vengo a la clínica, llego acá como a las nueve y media. Después a la hora de almuerzo los voy a buscar al colegio, estoy con ellos un rato en la casa, y vuelvo a la clínica, y de ahí a las nueve de la noche me voy a la casa. Mis hijos venían harto cuando Felipe estaba hablando, antes de la operación. Gonzalo, mi marido, está en la mañana en la oficina -él tiene una empresa- gestionando todo lo que tiene que hacer, y después se viene en la tarde para la clínica. Ahora puntualmente estaba con mucha pega, pero cuando Felipito estuvo mal, Gonzalo estaba conmigo todo el día acá en el hospital clínico. Y bueno, él anda con su mochila, que es como su oficina, él se viene todas las tardes para acá.

 

¿Los fines de semana mantienen la misma rutina?

Sí, almorzamos acá, hacemos nuestra vida acá.

 

¿Cómo ha sido el apoyo espiritual? Entiendo que ha habido un sacerdote apoyándolos en este sentido…

Sí, el sacerdote del colegio de los niños (el Manquehue), Jorge Marín. Él estaba preparándolo para su primera comunión y desde el día doce de enero nunca más, o sea, siempre Felipito ha estado a mi lado. Además del Padre Jorge, he tenido el apoyo de Cardenales, de Obispos, el Padre Percival, que también es del colegio, y la verdad que es maravilloso, porque yo me siento muy agradecida del cariño.

 

Y también hacen continuamente misas…

Sí, acá en el Hospital Clínico de la Católica todos los domingos a las doce y media hay una misa en la capilla, ya la tengo pedida. Además, todos los días voy a misa en el colegio, en la mañana cuando paso a dejar a los niños, voy con Gonzalo.

 

¿Cuánto tiempo lleva Felipe internado acá?

Ya lleva 69 días. (Al momento de la entrevista, miércoles 25 de marzo de 2009).

 

¿Qué esperas para el futuro con Felipe?

Vivo mucho el día a día, no me proyecto mucho, pero no es una cosa de no tener fe y esperanza, sino que nosotros como familia siempre hemos disfrutado mucho el día a día. Esperamos que Felipe salga de esto, que sería una alegría para toda la familia, y poder seguir disfrutando el día a día, y agradeciéndolo.