Abril 2010 / NÚMERO 38

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Vivir el día a día con fe y esperanza 

Entrevista a Gonzalo Sierralta, futuro estudiante de Ingeniería Comercial, vive con sus padres, tiene dos hermanos, es asesor de la pastoral juvenil de la parroquia San Pedro, de Las Condes y participa en una comunidad de vida.

 

Desde hace dos años va a misionar a la comuna de Chanco, en las localidades de Tejerías, Quirimávida, El Carmín y Molco, junto a otros jóvenes. Al enterarse de los efectos del terremoto en esa zona, juntaron ayuda y la llevaron  tres camiones a esa comuna.

 

¿Cuál fue el impacto al ver los antiguos lugares de misión destruidos?

Al llegar a Tejerías fue súper fuerte ver la imagen de la escuela donde yo había vivido en los trabajos voluntarios durante dos años. Estaba completa en el suelo. No quedan ni la cocina, ni las salas donde dormíamos. La capilla del frente hay que derrumbarla, al igual que las capillas de los otros cuatro sectores.

La gente está muy traumatizada. Nos veían y lloraban. Sus casas cayeron. Pero lo bonito -porque son hijos del rigor- es que empezaron a construir de inmediato sus mediaguas con madera que se consiguieron. Ellos nunca esperan la ayuda. Es muy propio de la gente de Chanco.

 

¿Qué les decía la gente?

Tenían mucho miedo, pero también mucha fe, que “el Señor sabe porqué hace las cosas”, que habrá “cielos y tierra nueva”. Ver esta fuerza del terremoto y las ganas de la gente de salir adelante nos dejaba más tranquilos. Pero fue muy desolador  e impactante ver las imágenes de destrucción que nos dejó el terremoto. Nada en comparación con los efectos del terremoto en Santiago.

 

¿Qué enseñanza te deja haber vivido tan de cerca esta realidad?

Que Dios sabe cuándo y cómo hacer las cosas, porque, al fin  y al cabo, todo va a tener un fin y un bien. Otra enseñanza que me deja es que lo material se acaba, que no sirve proyectarse con mucha anticipación. Vivir el día a día con oración, fe y esperanza y no proyectarse tanto.

 

¿Tú estás ahora dispuesto a vivir conforme esta enseñanza que te ha dejado el terremoto?

Sin duda. Estas experiencias nos sirven para hacer un cambio radical en nuestras vidas, tanto en lo profesional como espiritual y en todos los ámbitos de la vida.

 

¿Es necesario vivir un acontecimiento muy potente para este cambio de vida?

Muchas veces hay que vivirlo, lamentablemente, para darse cuenta que hay que hacer un cambio en la vida de uno. Muchas personas en Santiago compraban desesperadas en los supermercados y llenaban los estanques de los autos.

Los 23 jóvenes que fuimos  a Chanco tuvimos una enseñanza parecida.

 

¿Qué les dices a los demás jóvenes a partir de tu experiencia?

Que seamos solidarios, que no paremos de ayudar, porque en el pobre, en el que pide plata en Metro, está Cristo vivo.