AGOSTO 2007 / NÚMERO 6

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Unidos por los discapacitados 

Alvaro Pizarro, educador, es el encargado que los 31 jóvenes con discapacidad intelectual que cultivan la chacra en el Hogar de la Fundación Coanil aprendan a desenvolverse en el mundo laboral y también hagan productivo ese terreno. Paulina Borquez, ingeniero agrónoma, es la responsable de entregar los contenidos técnicos más pertinentes para hacer del huerto un apoyo para el hogar. Desde principios de este año que están juntos en esta tarea.

Son dos hectáreas de terreno en el que cultivan tomates y otras verduras que luego ellos mismos comercializan en la feria de Colina. En ese espacio, estos dos profesionales se unieron para ayudar a surgir a jóvenes con necesidades educativas especiales. Esto quiere decir que algunos pueden tener desconexión con el medio, síndrome de Down u otra afección. A esta situación, en muchos de los casos se suma el que tienen dificultad para manipular herramientas e incluso para caminar.

Alvaro relata: “En la parte técnica Paulina nos ha ayudado a planificar con anticipación los cultivos y proveernos de semillas de calidad. Nos ha enseñado a llevar registros para realizar los cultivos y nos ha ayudado a mantener a raya las plagas. Y en lo humano nos ha enseñado el valor de lo que estamos haciendo y que no está necesariamente en lo productivo (…). El esfuerzo que los lolos están haciendo ella lo valora un montón. Para nosotros la meta es que los chiquillos hagan las cosas y Paulina ve el esfuerzo con que lo hacen. Eso nos entrega un reflejo de lo que está pasando”.

Por su parte Paulina señala: “Qué lindo que Álvaro sienta eso, porque ellos se  sentían un poco derrotistas al principio, porque algunos cultivos se habían muerto. En cambio para mí era normal que eso ocurriera y sin embargo igual obtuvimos buen resultado y logramos producción, vendimos, trabajamos la tierra y los chicos aprendieron. Siempre que alguien quiere hacer agricultura empieza de manera súper idealista, porque mira los números y se pone metas, pero ocurre que en el transcurso del tiempo, para llegar a la meta pasan varias cosas que muchas veces se podrían considerar como fracasos o derrotas. Desde mi experiencia, cualquier cosa que tú aprendas es un logro que te va a permitir llegar a la meta, si no es el primer año va a ser el segundo o el tercero y todas las que parecían derrotas son experiencias que te sirven para seguir subiendo en la calidad de trabajo”.

Cuando se le pregunta a Paulina por qué decidió ayudar a personas necesitadas desde su profesión contesta: “Creo que es más significativo entregar desde lo que uno es y parte de eso es lo que uno ha aprendido como experiencia de vida y también académica. Tuve la oportunidad de acceder a muchas experiencias de vida y académicas y eso quisiera transmitirlo a otras personas. En el día a día del trabajo formal no hay muchas instancias de hacerlo, entonces sentí la necesidad de buscar una manera de realizar este deseo”. Y lo hizo por medio de la Fundación Trascender, que vincula a profesionales con organizaciones sociales que busquen superar la pobreza.

La valoración del trabajo, el aumento de la autoestima de los jóvenes y, en definitiva, la inserción social son los frutos de la alianza entre Paulina y Alvaro. El expresa: “Para nosotros es muy importante esta oportunidad para los chiquillos demuestren lo bien que les puede ir en la vida, para conocer a otras personas y para demostrar que lo que importan no son las discapacidades, sino las capacidades”.