Agosto 2009 / NÚMERO 30

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El arrepentimiento y el perdón rehabilitan
Entrevista al Padre Jaime Nawrath, capellán nacional de Gendarmería

¿Cómo surgió la idea del indulto para el Bicentenario?

En Chile hay 110 cárceles y yo como capellán nacional las conozco todas. Cuando uno va visitando las unidades penales, los internos y las internas preguntan qué puedo hacer yo o la Iglesia sobre un indulto para el Bicentenario. Uno va recogiendo estas ideas y sugerencias y después las conversamos con todos los capellanes regionales y agentes pastorales. Al final resumí todas las ideas y presentamos a Monseñor Goic una propuesta de indulto, hace un mes, para que la Conferencia Episcopal la estudie y presente al Gobierno.

Hay que ver el tema desde el punto de vista humano, cristiano. Este punto es delicado, porque en la sociedad hay una psicosis, todos los días vemos la televisión donde aparecen los delincuentes asaltando. Pero nosotros estamos haciendo la propuesta para las personas que tienen más de 70 años, los enfermos mentales, crónicos, terminales; las mujeres que están gestando o que tienen hijos pequeños, autores de hechos menores, no de sangre. Lo extranjeros, también, para que los quieran vuelvan a sus países. Además, esto serviría para descongestionar un poco las cárceles en Chile, que están saturadas.

La idea es que también a todas las personas que están en las cárceles les toque, de alguna manera, el indulto. Por ejemplo a una persona que lleva 20 años presa, que le rebajen la condena en dos años. Evidentemente que este es un problema técnico que tienen que ver el gobierno y los equipos de trabajo.

Ahora me están preguntando por los militares, los presos políticos, los derechos humanos. A eso yo no me opongo, pero es otro ámbito. Pero también amerita que se les dé una segunda oportunidad.

¿Qué  les dice a personas que se oponen a los indultos?

Los internos que salgan (indultados) tienen que reconocer su culpa, su pecado, su delito abiertamente. Tienen que reconocerlo y, de hecho lo hacen, muchos están arrepentidos, Y la sociedad también tiene que ofrecerles perdón, sobre todo en hechos menores, porque eso es ser cristiano, dar y ofrecer perdón.

¿Puede tener un efecto negativo el perdonar?

Todo lo contrario, perdonar es un don, una gracia de Dios, un misterio. Hay en la historia muchos ejemplos. El  Papa Juan Pablo II fue a la cárcel y perdonó a Ali Agca. Muchos hombres y mujeres en la historia han hecho lo mismo, han ofrecido el perdón.

¿Le hace bien a la sociedad perdonar?

Exactamente, eso es lo que necesita Chile, una reconciliación amplia. No podemos vivir del pasado, pensando en el delito, en la maldad, creo que eso a todos nos enferma, tenemos que liberarnos de eso. Esto va  a ser en forma anónima, cuántas personas van a perdonar sin saber a quién están perdonando. Creo que hay que ir madurando la idea, dándola a conocer, para que la gente tome conciencia de que todos somos parte de la sociedad. Si Chile quiere celebrar su Bicentenario, que lo haga en paz, en armonía, reconciliado y de ahí para adelante empezar de nuevo.

El perdón, el indulto, ¿ayudan a rehabilitarse?

Evidente. Cuánta gente que uno confiesa en la cárcel llega angustiada y ha estado años con este remordimiento en su corazón y nunca ha tenido el coraje de decir la verdad para liberarse. Yo lo he visto cuando se han confesado o yo he conversado con ellos, se han abierto y han sentido el alivio, porque Dios, por sobre todas las cosas, es un Padre misericordioso que viene a ofrecer el perdón a todos, todos somos pecadores. Creo que esta gente cuando siente la misericordia de Dios que actúa en ellos, reconoce su pecado y eso los transforma.

¿Qué servicios presta a los egresados de las cárceles la Casa de Acogida Cardenal Carlos Oviedo?

Llegan los que han estado presos y quedan en libertad. Nosotros les ofrecemos una casa, un lugar de acogida después que han perdido a veces todo, casa, familia,  hijos, bienes. Tienen que empezar de nuevo. Lo primero es acogerlos, darles alimento, ropa, comida. Segundo, capacitación. El vicario Rodrigo Tupper les regaló becas y hay algunos que están estudiando en institutos, tienen la capacidad de estudiar y sacar un título, un oficio. En tercer lugar reintegrarlos a su familia y a la sociedad. Es un trabajo total. Esta casa de acogida tiene 12 años de vida y han  pasado más de 500 personas. Tiene capacidad para 20 personas. Un dominicano quedó en libertad, estuvo cuatro meses con nosotros, le ayudamos a arreglar sus papeles en extranjería y volvió a su país.

El mínimo de permanencia es de tres meses, porque el vuelco es total. Una persona que ha estado 15, 20 años en la cárcel sale a la calle y no tiene idea de nada. No sabe de horarios ni nada. Han perdido toda noción de tiempo, de espacio, de la responsabilidad.

Alrededor del 90 % de los que han pasado por esta casa se ha reinsertado exitosamente en la sociedad. El riesgo vale la pena correrlo.

¿En que consistiría una verdadera rehabilitación del reo?

Tiene que abarcar la totalidad del ser humano, desde el punto de vista psicológico, cultural, familiar, social y religioso. Todo debe estar involucrado, porque si la persona se dedica sólo a trabajar y no se le enseñan hábitos o no se le apoya sicológicamente o no tiene ningún contacto con la familia ¿cómo se va a rehabilitar? Nosotros siempre soñamos despiertos, las cárceles debieran ser hogares amplios, donde prime y se valore la persona por sobre todas las cosas. Eso podría rehabilitar. Pero una persona que está todo el día encerrada, ociosa, consumiendo drogas y alcohol, más los castigos, la represión, eso no ayuda.

Desde su experiencia, el actual sistema penal en Chile ¿rehabilita al reo?

No, yo creo que no. Son poquísimos los que están en esa línea, pero tal como están las cosas, no. Porque tiene que haber un plan total del gobierno y Gendarmería para asumir todas esas tareas. Falta una política de gobierno en profundidad, falta espacio, a la gente hay que prepararla, motivar a los internos.