Agosto 2009 / NÚMERO 30

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Rehabilitación incluye el ambiente fuera del penal
Entrevista al Padre Marcelo Mancilla, párroco de la Santísima Trinidad, Zona Centro, y Capellán Coordinador Metropolitano de Gendarmería.

El actual sistema penal ¿rehabilita a reo?

El proyecto es que las cárceles lleguen a rehabilitar. Hubo una época en que había un número inferior de internos y se podía hacer una gestión con ellos. Hoy, cuando proporcionalmente la cantidad de internos respecto de los gendarmes y la cantidad de profesionales ha bajado, eso hace mucho más difícil la rehabilitación. Hasta ahí hay algo, pero el paso siguiente de rehabilitar no es sólo dar trabajo, es también atención profesional, talleres, reeducación, integración con la familia y una preocupación por la familia en su conjunto, porque cuando el interno cumple su condena, vuelve al mismo lugar de donde salió. Por lo tanto, hay que hacer un trabajo integral.

¿Y por que no se puede hacer ese trabajo integral?

Porque el Estado, por ejemplo, en lo que significan los menores en situación de vulnerabilidad penal, que están presos, no tienen muchas proyecciones de rehabilitación, porque hacerlos jugar y mandarlos al colegio dentro del mismo ambiente no favorece los cambios conductuales, generan un quiebre en la conducta que han tenido, es difícil. Desde la infancia los niños están en situación de calle. Después pasan a un sistema cerrado como el Sename y muchos de ellos después ingresan a las cárceles.

Es el Estado de Chile el que de be hacer un cambio radical en la forma de afrontar la reinserción del reo en la sociedad. Hay que invertir mucho más en los sistemas cerrados, pero por sobre todas las cosas invertir más en la gente vulnerable, en las poblaciones, que haya casas dignas con espacios de educación, buenos lugares de recreación. Es ahí donde hay que poner el acento hoy día, junto con las cárceles. El Ministerio de la Vivienda hace esfuerzos por hacer las casas más grandes y más amigables, pero no es suficiente, porque se mantienen los bolsones de pobreza. La gente vive muy lejos de sus lugares de trabajo y tiene que estar dos o tres horas en la locomoción colectiva. En cambio, cuando hay pequeñas ciudadelas donde la gente va y viene y tiene tiempo para almorzar con la familia, eso ayuda mucho a la vida del hogar.

¿Hay algo de actividad laboral en las cárceles? 

Muy poca, es un saludo a la bandera. Hay que contar con más talleres de integración con las propias familias, a cargo de un psicólogo y terapeuta ocupacional, con visitas a  las familias, pero eso no se hace. Se hacen algunos talleres, pero la mayoría no participa. No son talleres permanentes que les ayuden a cambiar su mirada respecto de sui vida.

¿Qué otros aspectos contempla un proceso de rehabilitación?

Además de la integración con la familia hay algo que siempre me ha dado vueltas, que es que los condenados pidan perdón a quien han ofendido. Me parece que es algo fundamental. No puede considerar que por el sólo hecho de estar preso está pagando. Tiene que haber una reconciliación, saber pedir perdón, reconocer su culpa y que sea perdonado.

El perdón ¿ayuda a la rehabilitación?

Cuando alguien pide perdón y es perdonado, creo que esa persona se siente más persona. Muchos de los que hoy están privados de libertad no se sienten muchas veces personas, se sienten fuera de la sociedad, porque la sociedad como que desconoce que estas personas existen, como si no fueran parte de ella. Si hay algo importante en la sociedad es que uno no puede desconocer lo que uno mismo ha generado. Hay personas que dicen “¿de dónde salió tanta basura?”. De nosotros. “¿Y quién mató toda esta cantidad  de peces que están en la orilla de la playa?”. Nosotros. “¿Y “de dónde salió tanta delincuencia?”. De nosotros.

¿Qué porcentaje se rehabilita en las cárceles?

Hay personas que están por algún delito muy simple y se han pegado el susto de su vida y no van a delinquir nunca más, sobre todo si su estada en la cárcel es muy corta. Es un porcentaje ínfimo.

Otros se acostumbran, caen por una cosa menor y las penas son muy altas, lo que genera mucho más daño a la sociedad, porque adentro crean lazos. Muchos de ellos, por la connotación pública de sus delitos, se convierten en líderes en las unidades para menores y se sienten reconocidos por un grupo de pares que no les pertenece. Y se sienten mucho más acogidos por este grupo que por su propia familia.

Muchos desarrollan habilidades en este grupo donde son mejor aceptados, donde hay estimulación positiva y se les reconoce como líderes, donde lo que hacen mal es reconocido, tienen aprobación positiva y desarrollan esas habilidades negativas para la sociedad.

¿En qué consiste el trabajo de la pastoral penitencial?

No es sólo un trabajo con los reos, sino también con los funcionarios. Y parte de la fuerza está en los laicos, los sacerdotes en las cárceles somos muy pocos. El trabajo consiste en asistencia, en ayuda a los internos incluso en el aspecto económico, pero básicamente en acompañamiento espiritual, lectura de la Biblia, enseñarles a rezar, reeducar la fe, prepararlos para los sacramentos.

Hay siete sacerdotes para todas las unidades penales de la Región Metropolitana, por lo que no alcanzan a cubrir todos los recintos. Lo laicos son más numerosos.

Este acompañamiento espiritual, ¿en qué medida rehabilita al reo?

En cuanto a que lo tratan como persona, no individualmente. Nuestra relación con los internos no es masiva, sino individual. La Iglesia siempre ha hecho una opción por la persona, no ha hecho una opción por las masas. Nuestra relación es personal, cercana, les llamamos por su nombre y muchas veces conocemos sus historias.

¿Cómo ha sido acogido por la población penal las catequesis que equipos de evangelización están realizando en Colina 1 y 2 y en la cárcel de San Miguel?

Estos catequistas han visitado esos recintos y el trabajo que realizan es bueno, porque lo que ellos hacen -que es anunciar al Palabra- lo hacen bien. Y eso me parece que está logrado. Eso a la gente les cambia la vida, aunque uno no vea cambios ahora.

¿Qué opina del proyecto de indulto que prepara la Iglesia?

 Creo que una sociedad que cada vez se rigidiza más con respecto de temas éticos o valóricos, necesita esta flexibilidad. El perdón es más sanador que cualquiera medicina. Cuando una persona es capaz de perdonar y cuando otro se siente perdonado, eso sana mucho más –y sobre todo a la misma sociedad- que otro tipo de leyes.

Me parece que los indultos para un país como éste son muy necesarios. Este es un país muy joven. Tenemos ejemplos en Europa, ellos han podido perdonar en muy corto plazo. Y lo que estamos viendo en Chile, esta capacidad tan exagerada de rencor, me parece casi enfermiza, creo que tenemos que cuidar eso.