Agosto 2009 / NÚMERO 30

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Rehabilitación en la medida de lo posible
Entrevista a la subdirectora técnica de Gendarmería de Chile, Miriam Olate

¿Con qué recursos realizan los programas y políticas de rehabilitación que les corresponde realizar por ley?

El presupuesto anual es bastante limitado, por lo tanto la tarea no puede ceñirse a lo que el presupuesto permite, porque de lo contrario no podría hacerse nada. Pero lo que permite la rehabilitación no son los programas de reinserción, sino la posibilidad de que la persona cambie y deje el delito, es un tema individual. Nosotros contribuimos en cuanto a darles herramientas y alternativas para que pueda hacer ese cambio y optar por otro sistema de vida. Lo que entregamos son básicamente posibilidades de educación, capacitación laboral, actividades culturales y deportivas. Están esas alternativas para que las personas accedan libre y voluntariamente.

¿En qué medida ayuda el trabajo de las iglesias al interior de las cárceles?

Ayuda mucho el aporte de las iglesias, porque ellas están insertas en las unidades penales con un trabajo evangelizador e, incluso, aportando capacitación, talleres, actividades laborales productivas. También otras fundaciones privadas o corporaciones.

Ese aporte es fundamental.

¿Qué porcentaje participa en las diversas actividades de rehabilitación?

Lo que se tiende es medir la rehabilitación por los índices de reincidencia. Hay una reincidencia mayor en las personas que cumplen condenas privadas de libertad, que alcanza a un 47% en el país. Cuando reinciden se puede hablar de un fracaso en la rehabilitación. Aproximadamente un 35% de la población penal participa en aquellas actividades de rehabilitación. Hay mayor participación de las mujeres.

Cerca del 70% de la población penal en el país corresponde a jóvenes entre18 y 29 años.

¿Qué otro elemento dificulta la rehabilitación, aparte del presupuestario?

El tema infraestructura es gravísimo. Hay una infraestructura antiquísima, deteriorada, la población penal ha aumentado considerablemente, la Reforma Penal ha agilizado la justicia y las condenas salen más rápido. Pero también se han endurecido las penas y, por lo tanto, el hacinamiento es una realidad que impide que las personas cumplan sus condenas en forma digna. La ex Penitenciaría tiene más de 7 mil internos y su capacidad máxima es de alrededor de 4 mil internos.

En cuanto a los largos tiempos de encierro se deben, en parte, a que no hay lugares donde puedas sacar a la gente a patios. Faltan lugares. También falta personal.

¿Algunos resultados del proceso de rehabilitación?

Hay mucha gente que  hace su educación básica en las cárceles y también termina su educación media. Hay 20 comunidades terapéuticas de tratamiento en el país, que son insuficientes, pero hay ahí 300 personas en tratamiento. Procuramos tener mayores coberturas, pero la infraestructura no lo permite. Hay algunos programas como “Conozca a su Hijo”, en el que se enseña a los padres o a uno de ellos a recuperar a sus hijos, a relacionarse con ellos. Otro programa con Mideplan, que abarca a los hijos adolescentes de los internos, para apoyar a esos jóvenes que, a veces, tienen al papá y a la mamá presos.

La gente dice que las cárceles son escuelas del delito. ¿Cuánto hay de cierto en esa afirmación?

Las cárceles, en general, son lugares indignos para las personas que ahí están. Pero aunque hay muchos lugares que no son dignos de una persona, la dignidad la lleva cada uno. Hay mucha gente que logra sobreponerse igual y cumplir una reclusión digna. Y eso lo hace cada uno. Le doy un ejemplo. La unidad de Pozo Almonte (Región de Tarapacá), donde debiera haber solo 200 reos, hay 700 internos y todos estudian, trabajan, hacen pan amasado, venden su artesanía, consiguieron con las empresas mineras instalar una chanchería y han logrado, en esas condiciones miserables de hacinamiento, vivir dignamente y usted entra a ese lugar y no hay mal olor, los baños están impecables, han pintado los muros del lugar de visitas.

¿Cuál es la solución a todo el problema penitenciario y de rehabilitación?

La cosa no va por construir más cárceles, sino que, por lo que compete a Gendarmería, básicamente es el trato personal. Que todos los funcionarios los vean como personas (a los reos) y los traten como tales ya les están dando la oportunidad de cambiar. Y eso se logra con la formación de los funcionarios. Es el caso de Pozo Almonte, donde el trato hace la diferencia.