Agosto 2010 / NÚMERO 42

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Entrevista al religioso mercedario Padre Jaime Nawrath, capellán nacional de Gendarmería

Chile, el país que más encarcela en América Latina

 

¿Cómo se gestó la idea de solicitar un indulto por el Bicentenario?

Cuando yo visitaba las unidades penales el año pasado, los internos me decían: “Padre, ¿qué va a hacer la Iglesia con motivo del Bicentenario?”. Y me recordaban lo que pasó el año 2000, el año del segundo milenio, cuando hubo indulgencias y perdón en todo el mundo. También cuando vino el Papa Juan Pablo II a Chile hubo algunos indultos. Después planteé esta inquietud a los capellanes de Gendarmería, me reuní con abogados de la capellanía y luego hicimos una propuesta que se la entregamos a Monseñor Alejandro Goic, presidente de la Conferencia Episcopal. Después Monseñor Goic hizo lo propio hasta presentar la propuesta del episcopado al Presidente.

 

Cuando comenzaron a analizar la primera propuesta de indulto en la capellanía nacional, ¿en quiénes pensaban como eventuales favorecidos?

Al comienzo no teníamos claridad sobre algunas cosas, pero fuimos asesorados por los abogados y se redactó la primera propuesta en la que señalábamos quiénes podrían ser indultados. Y surgieron varias ideas, por ejemplo, los mayores de 70 años, los enfermos terminales, los enfermos mentales, los extranjeros, los que están haciendo buena conducta; aquellos que han cumplido más de la mitad de sus condenas y las mamás que están gestando. Casos en que se podría asumir que no serían un problema para la sociedad. Y así empezó todo esto.

 

¿Se pensó desde un comienzo en hacer alguna diferencia entre los eventuales favorecidos, como no incluir a violadores de los Derechos Humanos o delitos de sangre?

Sí. Eso se conversó y se veía que no se podría dejar en libertad a autores de hechos de sangre, a los narcotraficantes ni a los violadores.

 

¿Qué le parece la reacción contraria que hubo a la propuesta de la Iglesia?

Hay cierta razón, en el sentido de que la gente está con miedo, con temor. Todos los días la televisión nos muestra lo que está pasando, y frente a eso la gente quiere cuidarse y tiene todo el derecho. Pero aquí estamos hablando de una propuesta para los pobres entre los más pobres en las cárceles de Chile. Gente que no ha cometido delitos de sangre, sino delitos menores, de manera que los que podrían salir no atentarían contra la sociedad.

 

¿Y están arrepentidos?

Voy todas las semanas las unidades a celebrar la Santa Misa, tengo reuniones con ellos y reconocen realmente lo que hicieron y piden perdón.

 

¿Hay experiencias de indultos en otros países con motivo de ocasiones especiales?

Sí. Por la información que tengo prácticamente en todos los países que actualmente están celebrando el bicentenario hay indulto. Esto es una tradición, es parte de la cultura occidental. Son mecanismos que hay que poner en práctica, porque si se atiende caso a caso  realmente sería u a cosa interminable. Ahora el telón  de fondo es el Bicentenario.

 

Usted que conoce bien la realidad interna de las cárceles, ¿qué le puede decir a la opinión  pública frente al indulto solicitado por la Iglesia?

Yo siempre les he dicho a los internos que tienen que reconocer públicamente su pecado, el mal que han hecho a la sociedad. Y la sociedad tiene que ofrecer el perdón. Yo le pediría a la sociedad que tenga clemencia, misericordia, porque la gente no sabe cómo viven los reos. Viven en condiciones inhumanas. Al ingresar pierden todo, no sólo el derecho a la libertad, sino a la salud, a la privacidad, al trabajo, la educación.

 

¿Considera usted que la legislación penal en Chile es más punitiva que rehabilitadora?

Yo creo que es punitiva totalmente. Chile tiene el más alto índice latinoamericano de gente encarcelada y con altas penas. La idea es castigar y castigar. Esa no es la solución.