Enero 2009 / NÚMERO 23

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Miguel Grez: “Siempre hay segundas oportunidades”

Miguel Grez, 18 años, es egresado del Colegio particular subvencionado Ozanam, ubicado en la comuna de Santiago y estudiará becado Derecho en la Universidad de Chile. Allí estudió desde séptimo básico. “Nos quedaba cerca y era colegio católico”, explica. Con buen uso del lenguaje y espíritu reflexivo, parece el mejor de su clase. Sin embargo, cuenta que “tenía compañeros a los que les iba mejor, pero a mí no me iba mal”. Historia y ciencias sociales, lenguaje y filosofía eran los ramos en que mejor le iba. Por el contrario, en matemática no era muy bueno y en “física di bote toda la enseñanza media. Yo leía la materia y no entendía absolutamente nada. Tuve notas 3.5, 3.8, 3.2. Salí con un 5.0”.

¿Qué haces cuando te va mal?
Lo primero es admitir que es culpa de uno. Si uno estudia un día antes, sabe que le va a ir mal. O si uno no pone atención en clases, no pregunta, no hay razón para que le vaya bien. Hay mucha gente que le echa la culpa al profesor o que aquí o allá. A veces es el entorno, pero uno siempre tiene que reconocer un grado de culpabilidad personal.

Si perseveraba es porque creía en que me podía ir bien. Aunque de repente pensaba que me iba a ir bien y me sacaba peor nota de la que esperaba, pero en ese caso no hay que decepcionarse al tiro. Lo único que uno tiene que hacer es saber en qué se equivocó y salir del error.

No es que uno no aprendió y no va a aprender nunca más. Siempre las cosas se repiten, al final, siempre hay segundas oportunidades. Puede que en la prueba semestral se abarque la misma materia y uno pueda compensar.

Para evitar el sentimiento de culpa uno tiene que concentrarse para saber en qué se equivocó y tratar de superarlo.

¿Cómo influyó tu familia en tu perseverancia?
Creyeron siempre en mi. Vivo con mi mamá y mi abuelita. Desde chico no estuvieron pendientes al lado mío, sino que me dieron la capacidad de hacerme cargo de mi vida. Se preocuparon que tuviera el ánimo de yo mismo cumplir con las tareas.

Me hicieron responsable de mi futuro. Siempre me recalcaron eso, que el éxito que uno tenga en el porvenir depende de uno. Al estudiar, el único beneficiado soy yo. Lo ideal es que uno sea autovalente y uno le encuentra más valor a las cosas cuando las hace por sí solo y sin ayuda de los otros.

Soy hijo único. Heredé de mi madre la paciencia. Ella es funcionaria pública y tiene que atender a mucha gente.

¿Cómo comenzó tu gusto por la historia?
Cuando estaba en sexto básico me hizo clases de historia una profesora que era muy entretenida, por eso me empezó a interesar. Leía un poco más. Yo veía la historia como una cosa narrativa. Me gusta leer, es una cosa placentera. La ventaja es que la historia es mucho más amplia que un simple cuento. Siempre salen cosas nuevas y uno puede reflexionar sobre ella y sacar lecciones para la vida. La historia no es una anécdota ni una cosa muerta. Uno puede sacar lecciones sobre ella. Al conocer la historia uno conoce también al hombre, en el fondo. Porque cuando uno conoce a una persona le cuenta de su vida. La historia es la suma de los hechos de todos los seres humanos.

¿Qué pensabas estudiar antes de decidirte por el Derecho?
Me llamó la atención la historia y la sociología, que está más enfocada en el presente. Cuando conversé con la orientadora me di cuenta que hay carreras que no tienen mucho campo y como vengo de una familia que no tiene muchos recursos igual uno tiene que pensar en el futuro.

Lo que más me gusta del Derecho es que es una carrera amplia, uno sale de licenciado en derecho y ciencias sociales, entonces me imaginé que a través de las leyes uno puede conocer otros aspectos de los seres humanos. Mi idea no es quedarme en una sola carrera, sino seguir estudiando. Imaginé que para empezar era una buena carrera porque tenía perspectivas amplias. El derecho comercial se acerca a la economía. El derecho constitucional a las ciencias políticas. Ahí veré si es lo que más me gusta y trabajaré de eso o trabajaré un tiempo para después estudiar otra cosa.

El Derecho da la posibilidad de ser útil a la sociedad. La satisfacción que busco al estudiar es que mi trabajo sea valorado y útil para los demás. Si es por conocer, no es necesario ir a la Universidad. Puedo ir a la biblioteca, buscar un libro y leer. Uno ve que los abogados cobran cantidades enormes y que hay gente que no puede pagar, entonces puede que yo no cobre tanto o que haga excepciones y con eso ayude a una persona con necesidades.

El conocimiento es poder, pero la mayoría sabemos muy poco. Saber un poco más quizás ayuda a los otros. Esa es mi motivación. No se trata sólo de sacar el título.

¿Cómo te iba en los ensayos de la PSU?
En tercero medio hice los primeros ensayos del colegio. En lenguaje siempre saqué entre 600 y 700 puntos. En cambio en matemáticas me iba mal, creo que por falta de hábitos de estudio. Sacaba un poco más de 400 puntos. Lo terrible fue el primer ensayo de historia porque yo era el mejor alumno y saqué 300 puntos. Me quería morir y ahí entré en un conflicto profundo porque empecé a sacar cuentas. En cuarto medio es serio, uno se da cuenta que no había aprovechado bien el tiempo, que me había dedicado a cumplir, pero no a estudiar. Me compraron un par de libros y empecé a estudiar solo en el verano. Luego me matriculé en un preuniversitario con lenguaje, matemáticas e historia, y seguía leyendo por mi cuenta. Me daba vueltas la idea que no había aprovechado bien el tiempo. No es lo mismo sacarse buena nota que aprender.

A pesar de eso nunca me sentí nervioso, es una prueba sencilla, no te hacen razonar, te preguntan si sabes o no sabes. La complejidad de la prueba es saberse la materia. El no saber era lo frustrante, porque teniendo la oportunidad de saber y de comprender no lo había hecho. A final de año me recuperé y me fue bien.

¿Tu familia tenía muchas expectativas puestas en ti?
Había esperanzas en mí, aunque siempre me decían que si me iba mal tenía que buscar otra alternativa, como hacer un curso de inglés o estudiar una carrera técnica. Siempre me decían que si me iba mal o bien ellas igual me iban a querer y que siempre iban a estar al lado mío y me iban a apoyar. Uno no se degrada por una prueba. Siempre tuve esa certeza. Quizás me iba a tocar trabajar, pero no iba a perder su apoyo.

¿Cómo te fue en la PSU?
La manera en que enfrenté la prueba estuvo bien: 784 verbal, 682 matemática, 804 historia. Postulé previamente a la beca interna de la UC, de la UCV y de la Universidad de Chile. Vi los resultados el domingo en la noche con mi mamá y mi abuela y quedamos contentísimos. Luego, como a las 2 de la mañana, me llamaron de la Universidad de Chile para decir que me había ganado la beca que beneficiaba a cien estudiantes con el 100% del arancel y la matrícula por el plazo oficial de duración de la carrera. Esa noche casi no dormí. Imagínate que mi mamá es funcionaria pública, gana 270 mil pesos y pagar 200 mil pesos en universidad era imposible. Para ella era complicado, una salida era el crédito que da el Estado.

¿Qué piensas de lo que te espera en la universidad?
Los tiempos de estudio son distintos y la cosa es más compleja. Quizás voy a leer en el verano un par de cosas para manejar un par de conceptos, pero lo demás es fuerza de voluntad no más y seguir lo que todo el mundo te dice, que hay que ser ordenado, planificar los tiempos, etc. Me he dado el trabajo de estudiar sin necesidad de que me lo estén exigiendo.

¿Cuáles serán tus habilidades en esta nueva etapa?
Mi fortaleza es la paciencia y tener una visión amplia de las cosas. No tiro la esponja a la primera, sé que no es fácil, si algo aprendo y lo hago bien, me va a servir. No es imposible. Si uno se esmera, puede salir adelante.
Me gusta estudiar porque me parece interesante. La vida cotidiana en la que uno se desenvuelve da una visión muy acotada de la realidad. Pero la realidad no es lo que uno ve, va más allá y siempre he pensado que cuando uno aprende se le abren los ojos. Uno no solamente aprende del entorno, sino también de uno mismo. A través de la filosofía, por ejemplo, uno puede a entender cosas. No me gusta esa visión utilitarista del aprendizaje que es para ganar dinero, para tener una familia y para vivir bien. Cuando uno tiene necesidades se angustia, pero creo que el estudio es más que eso, es conocer al mundo y conocerse a sí mismo. Conocer el sentido de las cosas es muy enriquecedor.