Enero 2010 / NÚMERO 35

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Massiel Orellana
La distancia es como el viento

¿Cómo conociste a Rodrigo?

Lo conozco hace 15 años. Él llegó el mismo año en que yo fui dirigente de la Vicaría de Pastoral Universitaria. No nos hicimos amigos inmediatamente. La amistad se gestó con los años. Me vinculé a la Vicaría vía pastoral  de agronomía de la Universidad de Chile. Ahí participaba la que hoy es su mujer, Angélica. Con Angélica  empezamos a hacernos amigas. Empecé a conocer a Rodrigo por Angélica en la Pastoral. Siempre hubo un cariño especial por la gente que hacía música en la Vicaría.

Me gusta mucho cantar. Siempre hubo buena onda con él. Cuando me sentí más cercana a Rodrigo fue cuando me separé. Pasaba mucho en el departamento de los chiquillos. Ahí sentí que Rodrigo, como dueño de casa, me abría las puertas de su hogar para consolarme. De ahí lo sentí como amigo mío y no solamente de Angélica.

¿Es posible la amistad entre un hombre y una mujer?

Creo en una relación de amistad hombre-mujer cuando uno tiene los objetivos claros. Es fácil confundirse cuando a uno de los dos le gusta el otro. Para ser amigo de alguien tiene que haber interés, te tiene que llamar la atención. Es fina la línea que separa el interés sentimental o de amistad. Cuando tienes claro eso puede haber amistad. En el caso con Rodrigo estaba más que claro, nunca tuve duda.

¿Cómo influye la distancia en la amistad?

Creo que la distancia es como el viento para el fuego: puede ser tan fuerte que apaga el fuego o una pequeña brisa que lo aviva. Uno tiene una amistad con gente que uno ve a diario y el hecho de no verse seguido termina con la amistad. El requerimiento es que haya interés por ambas partes, porque todos tenemos cosas, problemas, obligaciones. Cuando hay posibilidad que las dos partes se encuentren, la amistad generalmente crece.

¿De qué manera los medios electrónicos han ayudado a cultivar tu amistad?

A través del Facebook ha sido lindo descubrirlo despegado de Angélica. Ahora lo he podido conocer más solo. Leyendo sus updates en Facebook, me ha llamado la atención su onda literaria, tiene profundidad en decir las cosas, en expresar sus estados de ánimo o lo que cree. Me ha llamado la atención su valentía en decir lo que piensa sin temor a generar  polémica y hasta con ganas de generarla. En ese sentido le agradezco. Siempre que hablo con él le agradezco que dé el espacio, porque somos varios los que nos ponemos a pelear gracias a él. Él lanza una frase, alguien está de acuerdo y otros no. De a poco nos empezamos a agarrar del moño y cuando te das cuenta tuviste una discusión buena con gente que no conocías. Ha sido bueno descubrir que es un gallo que le gusta generar discusión, que le gustan las ideas. 

¿Sirven para cultivar una verdadera amistad o son superficiales?

Lo superficial y lo profundo no son los medios, sino las personas. Son herramientas. No me gusta  twitter porque es simplemente un broadcasting (una publicación) de tu pensamiento. No sé si 140 caracteres me sirven… el e-mail es latero. No soy una persona que lea grandes párrafos, me tienen que hablar de a poco y con palabras pegadoras. A mí me funciona el update de Factbook con su foto. Si la amistad fuera sólo eso se termina diluyendo, pero tengo la suerte de viajar una vez al año, entonces compartimos experiencias. Podemos alimentar la amistad una vez al año y eso te da vuelito para seguir hasta el próximo año. Vas agregando cosas…

¿Y cuando se vuelven a ver?

Cuando nos volvemos  a ver es como si no hubiese pasado el tiempo. Qué rico calorcito, como si ayer hubiésemos estado sentados comiendo algo y cantando.

¿Cómo calificarías tu relación con él?

Es una relación en progreso, en construcción. Por la distancia no da para que sea súper profunda. De a poco nos vamos conociendo. En este viaje incluimos datos de nuestras coincidencias a nivel profesional. Él también es profesor universitario, como yo lo fui años atrás y en esta vuelta empezamos a hablar de nuestros sueños para la educación en Chile, hablamos de posibles colaboraciones. Cada vez vamos descubriendo áreas distintas. Lo más obvio era la música, que siempre está. Uno va agregando cosas arriba. Esta vez agregamos el interés académico, nuestras historias. Sé cosas por Angélica, pero esta vez tuvimos la oportunidad de hablar más nosotros.

¿Tienes buenos amigos en Iowa?

Tengo amigos en Ames y nosotros nos definimos como la familia escogida y esto se ajusta al resto de mis amigos. Son los que me rescatan y me recogen cuando yo no puedo, que me tiran una mano, desde lo más mínimo, hasta lo profundo. Si un día se me hace tarde para quedarme en su casa, para adelante.

¿Qué es necesario para la amistad?

Para que exista amistad tiene que haber confianza, atracción, no podría ser amiga de alguien que me dé lo mismo. Tiene que haber un elemento que haga que me interese en la persona, que me dé el tiempo de viajar, dejar a mi familia, por estar con esa persona, por enterarme de su vida. Ese algo no es necesariamente lo mismo en todas las  personas.

¿Cuál es el secreto para permanecer en la amistad?

No sé el secreto. Soy afortunada de mantener amistades por años. El secreto es mezclarse. A veces  uno por su lado tiene buenas intenciones, pero si por el otro lado no acompaña, no pasa. A veces con gente que uno ni se imaginaba al principio, resultaron ser los mejores amigos. Hay algo o alguna circunstancia en la vida que te junta y hace que esa unión se mantenga de alguna forma. En mi caso lo más marcador ha sido la experiencia religiosa, con gente con la que viví momentos profundos y que hemos tenido la oportunidad de crecer juntos. Eso nos une.

En Ames algunos de mis amigos son del Master. Allá hay una asociación de estudiantes chilenos, argentinos y uruguayos donde la única chilena soy yo. Con ellos tenemos en común la idiosincrasia. Tenemos muchas cosas en común: cuando todo el mundo está cenando a las 5 de la tarde, nosotros salimos a las 10 de la noche. Para  nosotros salir a comer implica salir, conversar…si sales a comer con un gringo, sales a las 5 de la tarde, comes hasta las 6  y después te vas a la casa. Tenemos muchas cosas en común: lo familiero, la música, el rock argentino. Ellos respetan mucho a Chile. También tenemos una historia en común, entre dictaduras, democracias y también de peleas entre vecinos. Además todo el mundo ha venido a Chile, conocen Valparaíso, Pucón.

Llevo 6 años allá. Los últimos 2 o 3 años me he abierto más porque superé la barrera del idioma. Ahora me da igual hablar en inglés o en castellano. He conocido a chicos más jóvenes, menores de 30 años que vienen de Francia, Alemania, Palestina. Con ellos tenemos en común la fiesta, nos gusta salir a bailar, a comer.

Después me encontré con un grupo de profesores universitarios. Tenemos en común la experiencia, la edad, la experiencia de haber estado casada, la desilusión. Vas encontrando cosas en común con la gente y con apertura de querer compartir eso.

¿Quiénes son los más importantes?

Los más importante son los del principio, cuando llegas y te ayudan a instalarte. Para nosotros allá verdaderamente son la familia escogida. Es la gente con la que pasas Navidad, es la gente que asiste a tu matrimonio. Soy tía de muchos bebés que han nacido sin tener a sus tíos de sangre al lado. He suplido ese papel. Cuando mis amigas no tenían con quién dejar al bebé, lo dejaban conmigo. Nótese que digo bebé y no guagua (ríe). Con ellos aprendí a nombrar Ames como mi casa. Ellos son amigos para siempre. Buscamos formas para vernos. Obligatoriamente se me ha abierto el espectro: Argentina y Uruguay son lugares a los que tengo que ir. Estoy planeando un viaje a Palestina para el casamiento de una de mis amigas. El próximo año nuevo muy probablemente lo pasaré en Berlín visitando a mis amigos alemanes.

El lazo de amistad es universal, no importa dónde estés los amigos son los amigos.