Enero 2010 / NÚMERO 35

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Marisol Parnat
Sin prejuicios

¿Cómo conociste a Angélica?

Soy encargada de pastoral social, de la parroquia Nuestra Señora de los Pobres, en Recoleta, el año 2000 conocí a la Fundación Uniendo Mundo, hicimos conexión y empezamos a trabajar juntas. Uno de los pilares de la Fundación es acompañar los procesos pastorales a través de la formación. En esos encuentros se reunían los voluntariados de ambos mundos, de los sectores populares y de los sectores más acomodados que ayudaban con algún tipo de voluntariado. En uno de esos encuentros, hace 6 años, conocí a Angélica porque era parte del equipo de formación.

¿Hubo prejuicios?

Es complejo, porque uno tiende a mirar a la gente “cuica”, como le dicen, un poco raro al principio, pero en ese encuentro a ellas les tocaba ser las anfitrionas. Ella es una persona muy amorosa, agradable, acogedora, que te recibe de beso, te acoge, te convida desayuno, un tecito, un quequito. Entonces cuando uno se encuentra con gente tan acogedora, vas creando relaciones, vínculos con las personas. Tiempo después me invitaron a ser parte del equipo de formación y ahí nos empezamos a ver más seguido, preparábamos los temas, teníamos que exponer o hacer una dramatización. Después pasamos a tener encuentros más informales en las casas e invitamos a los maridos. Poco a poco fue naciendo la amistad, el respeto por la otra persona y el cariño que le vas teniendo, que es lo más importante.

¿Cómo fueron derribando prejuicios?

Se derriban a través del vínculo y la relación porque en primera instancia uno tiende a prejuzgar al otro sólo con verlo. Si lo ves y sabes que el otro es de un espacio social distinto, inmediatamente colocas un muro. En la medida en que uno conoce al otro se va dando cuenta que el otro es tan igual como uno y tiene los mismos problemas de uno. Quizás no los económicos, pero también se les enferma el marido, el hijo sale o le tocó irse fuera de Santiago y se le distanció, que la van haciendo tan igual como uno y a veces lo que nos diferencia es el lugar donde vivimos y los ingresos. A la larga en la relación que uno genera con la otra persona no importa quién tiene más o menos porque son los mismos problemas, las mismas emociones, las mismas frustraciones, las mismas alegrías que nos van haciendo iguales.

¿La consideras tu amiga?

Sí. Ella es una persona súper especial. Te llama para preguntarte cómo estás habitualmente. Si estás enferma te llama. Cuando hay preocupación y cariño por el otro hay amistad. Y cuando hay amistad las otras barreras se eliminan, se hacen invisibles. Yo con mucha soltura llego a su casa cuando nos invita y compartimos la mesa. No me siento diferente o que somos conocidas o compañeras de labores, hay otro tipo de cercanía.

¿Qué es la amistad para ti?

Es cuando el valor que uno le da a la otra persona es igual al valor que se da uno mismo. Cuando uno se encariña o respeta al otro es como si se estuviera respetando a sí mismo. La amistad es la generación de vínculos, de cariño, como si fuera yo misma, como si fuera parte de la familia.

¿En qué momento se han sentido más cercanas?

Cuando hemos sido cómplices de las barbaridades que hacemos en la Fundación. Cuando nos ha tocado preparar temas…a mí, por la profesión, no me cuesta pararme adelante, pero a ella le cuesta. Ahí está el tema del apoyo. Cuando nos preparábamos para la dramatización también, uno se ríe mucho en la previa, pero en el minuto era un caos.

¿Cómo sería un mundo sin amigos?

En la sociedad necesitamos siempre de los otros y ellos no pueden ser invisibles o sin rostros. Tienen que ser personas con las que te identifiques, te encariñes si no, no podrías salir adelante.