Febrero 2008 / NÚMERO 12

volver

Entrevista al Arzobispo de La Habana, Cuba, Cardenal Jaime Ortega:

“La visita del Papa fue un nuevo punto de partida para los cubanos”

A diez años de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, ¿cuál es la situación actual de la Iglesia Católica y la vida de fe de sus fieles en la isla?

La visita del Papa Juan Pablo II significó tanto para la Iglesia en Cuba, que es difícil hablar hoy, diez años después de aquel acontecimiento, de cualquier tema que tenga que ver con la Iglesia en nuestro país, sin hacer una obligada referencia a ella como un nuevo punto de partida en el camino de fe de los cubanos. La Iglesia, en aquella ocasión, se presentó al pueblo de Cuba y al mundo como una Iglesia viva, capaz de preparar aquella visita de forma esmerada, de acoger al Papa con devoción y entusiasmo desbordante y de captar agradecida el mensaje y las enseñanzas de sus palabras.

Los días del Papa en Cuba no fueron un paso fugaz por nuestra historia, sino una siembra que germinó y ha dado frutos. La toma de conciencia que hizo la Iglesia acerca de su misión la capacitó para su pastoral. Tomemos un ejemplo, en muchos años no se han podido construir nuevas iglesias en Cuba. Desde hace algunos años sí hemos reparado, o reconstruido totalmente, iglesias en malas condiciones. Pero hay barrios, zonas rurales y nuevos asentamientos humanos, donde no existe un lugar de culto. En estos últimos diez años en esos sitios, en casas de familia que abren sus puertas a los vecinos, se reúnen comunidades de 30, 40 o más personas, se proclama la Palabra de Dios y se reflexiona sobre ella, se establece un catecumenado para quienes deben recibir los sacramentos de la iniciación cristiana y catequesis para niños y adolescentes y se crean progresivamente verdaderas comunidades cristianas con celebraciones sacramentales del bautismo y la Eucaristía algunas veces en el año, pues en la Arquidiócesis de La Habana hay más de 500 casas de misión y hay 210 iglesias más que deben atender sólo 100 sacerdotes diocesanos y religiosos. Las casas de misión son atendidas por misioneros laicos, diáconos, religiosos y religiosas y nos esforzamos porque haya catequistas de la misma comunidad que se formen para atenderlas. Esta es una de las realidades eclesiales que se han desarrollado después de la visita del Papa.

El trabajo de Cáritas en programas de atención y promoción de ancianos, de enfermos o de personas necesitadas, en los casos de emergencia por razones climatológicas y en muchas otras acciones se ha organizado y desarrollado notablemente después de la visita del Papa. También la Pastoral Carcelaria. Existe la visita de sacerdotes, diáconos y religiosas a las cárceles, pero lo novedoso es el trabajo social con los familiares de los prisioneros y el modo de apoyarlos para que puedan llevarles algunos alimentos, literatura religiosa y otras cosas necesarias en las visitas periódicas a sus familiares presos.

Hay muchas otras iniciativas como la progresiva aparición de materiales impresos con una amplia gama de temas. Desde excelentes publicaciones del Centro de Bioética Juan Pablo II de La Habana, hasta la revista mensual de Signis sobre cine y Medios de Comunicación Social, pasando por revistas de todas las diócesis. Algunas de ellas están en la página web de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba, como “Palabra Nueva”, “Espacio Laical” y “Vitral”.

Actualmente se preparan para el sacerdocio unos ochenta jóvenes de todo el país. En La Habana se está construyendo un Nuevo Seminario Nacional y también la vida religiosa femenina ha mostrado un incremento.

Nada es espectacular en la Iglesia en Cuba. Creo que el mundo de hoy no transita por los caminos de la espectacularidad, al menos nuestro mundo Occidental, pero hay crecimiento en profundidad y en conciencia evangelizadora.

 

¿Cuáles son las dificultades más graves hoy?

Son las dificultades que encuentra la fe cristiana para mover vivencialmente al hombre y la mujer de hoy: la secularización, que genera indiferencia religiosa sobre todo en un país que fue trabajado por el ateísmo de estado; lo inmenso de las tareas de la Iglesia y lo reducido de sus efectos pastorales. El pueblo cubano es religioso, pero con una religiosidad muy elemental que hoy no está en consonancia con el nivel cultural medio de la población que es aceptable y bueno y la Iglesia no tiene escuelas ni acceso habitual a los medios de comunicación social.

 

¿Cómo ve usted el grado de compromiso, de pertenencia a la Iglesia y de vida de fe de los católicos cubanos?

Son reducidos los núcleos de católicos comprometidos con su fe, pero son de mucha calidad. El laicado cubano ha sido muy fiel, muchos de ellos optaron por permanecer en Cuba cuando los de su generación se marchaban, teniendo como motivo fundamental su pertenencia a la Iglesia. Pero ahora no es lo mismo con sus hijos. Es preocupante la falta de compromiso de la juventud actual en todos los órdenes, también en el campo de la fe.

 

¿Cómo puede ayudar la Iglesia en América Latina y El Caribe a los católicos de Cuba?

Creo que en los momentos actuales, según el espíritu de Aparecida, debemos ayudarnos recíprocamente. Que todos sintamos la fraternidad propia de la Iglesia Católica aunque Cuba sea una isla pegada a los Estados Unidos y Chile se prolongue hasta el Polo Sur. Lo Católico es ser lo mismo dondequiera que estemos. Potenciar este pensar y este sentir entre nuestros fieles de allá y de acá y de cada país del Continente Latinoamericano debe ser tarea de los pastores. Claro, que las Iglesias más favorecidas en vocaciones, sobre todo sacerdotales, pueden ayudarnos y de hecho ya algunas lo hacen, pues las necesidades son grandes.

Pero reitero, la gran ayuda mutua debe ser esa solidaridad nuestra en la oración, en la misión, que no es más que el Amor Cristiano convertido en vivencia habitual.