JULIO 2007 / NÚMERO 5

volver

Testimonio de Paola Méndez Zamorano, psicóloga

“El regalo de conocer al Padre Juan lo recibí en el año 1995, siendo alumna de él, en un curso optativo de la universidad. No tenía idea que ese “optativo” me abriría la puerta a una persona tan integra, cariñosa, buen compañero y amigo, como lo fue el Padre Juan.

Muy generosamente me invito luego a ser parte del proyecto de investigación para formación de valores en universitarios, experiencia de trabajo que compartimos por algo mas de dos años. Lo que gané en ese tiempo, no sólo fue la alegría de embarcarnos en un proyecto junto a Josefina Aragoneses y Malva Villalón, sino también de hacer del trabajo, árido a veces, una feliz excusa para sentir que “el grano de arena” que cada uno aporta, puede ser muy valioso. La sonrisa, el chiste, lo sabio y lo distinto, era el aporte que compartía cada día el Padre Juan.

La experiencia de trabajar juntos fue una de formación para mí, de estar cerca de un hombre tan santo y humano, tan cuerdo y tan abierto a locuras que permitían mirar cada cosa de la rutina, como si fueran un verdadero milagro, un único milagro. El Padre Juan, era tan “padre” que con él fui descubriendo en lo más imperceptibles detalles y palabras, el rostro misericordioso del Padre del Cielo, el rostro cariñoso del Padre... “que celebra cada pequeño triunfo nuestro y nos consuela en cada magulladura obtenida por las caídas”. Con su cariño y esas palabras en las mil y una conversas compartidas, y ya estando en los Dominicos, en cada café tomado en la Plaza de Armas, el Padre Juan me regaló aquí en la tierra ese rostro humano de Dios, con quien me dejé acompañar, sabiamente, por un hombre de mente, pero ante todo de corazón abierto, y muy generoso. Con el Padre Juan aprendí a rezar en idiomas, no sólo con palabras, sino también a orar con la mirada, en un paseo en el campo, bajo el manto estrellado en verano, con la música que nos puede regalar un día de invierno, mientras cae la lluvia o un atardecer de primavera.

¡Qué regalo más grande fuiste Padre Juan!
Gracias Padre”.