Julio 2008 / NÚMERO 17

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Ponencia del Prof. Alberto Mendoza Morales, arquitecto y planificador.

SEMINARIO SOBRE PASTORAL DE MEGÁPOLIS

Santiago de Chile, 11 al 13 de marzo de 2003.
Organización: Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM

LA CIUDAD DESEABLE

El Congreso Mundial de Estambul sobre la Ciudad Grande (megápolis) reunió, en los años 90, a miles de urbanistas y arquitectos. Aportó una conclusión: conocemos los problemas de la megápolis, sabemos poco sobre las soluciones, necesitamos ideas.

El presente ensayo ofrece la agrópolis como modelo alternativo de la megápolis. Entrega un paradigma de asentamiento humano integral, urbano-rural, destinado a "hacer la vida del hombre más amable haciendo la ciudad más grata".

LA CIUDAD

Los griegos la llamaron ketai, dormitorio, después polis, ciudad. Epaminondas fundó la megalópolis en Arcadia, en el 370 a.C. Ahora tenemos profusión de ciudades grandes, metrópolis, megápolis, cosmópolis,

Las ciudades son cuerpos históricos, escenarios de cultura y riqueza, motores de industria y comercio, espacios de invención. Junto con la religión, la ciencia y la cultura, las ciudades se levantan como principales hitos del devenir humano.

"Las ciudades han sido el centro de todo lo importante: el templo, los tribunales, el mercado, la universidad. Para cualquiera, con un mínimo de ambición, han sido ineludibles" (Erla Zwingle).

Ciudad es espacio construido, zonificado, densamente habitado, lugar geométrico donde la humanidad ha acumulado historia. Funciona por interacción de factores concurrentes: territorio que la sostiene, población que la habita, gobierno que la administra. Se caracteriza por la diferenciación de clases sociales, la división del trabajo, la oferta y demanda de bienes y servicios, la capacidad de emprender obras públicas y la flexibilidad de hacerse y rehacerse todos los días.

La ciudad originó el urbanismo, ciencia que estudia su estructura, funcionamiento y desarrollo.

NACIMIENTO DE LA CIUDAD

El fenómeno urbano se fraguó hace unos 10 mil años, terminada la última glaciación. Fue producto de la revolución del neolítico, hija de la religión, del espíritu gregario del ser humano y de la agricultura.

La iniciación de la ciudad fue un proceso laborioso, combinado, social, político y religioso. Se dio mediante la confederación de tribus, cada una con sus propios dioses y cultos y la aceptación por todas de un dios común. Unidad social y religión fueron dos condiciones básicas para la creación de ciudades.

Ubicado el sitio por los adivinos, los fundadores levantaron el altar y encendieron el fuego. Marcaron el centro, santuario común de las tribus, sagrado e inviolable, lugar de templos, dioses y sacerdotes. Alrededor del hogar construyeron la urbs. La urbs, primero aldea, después ciudad, no tuvo espacio libre de la influencia de los dioses. Su manejo requirió gobierno y corpus jurídico.

EXPANSIÓN DE LA CIUDAD

La ciudad, igual que las catedrales góticas, apareció de pronto, adulta. Nació dura, compacta, de piedra, amurallada, aislada del campo del cual vivían sus habitantes, creció a la par con la globalización. Su número aumentó. Fue la consecuencia del crecimiento de la población, su expansión planetaria y la globalización, con sus consecuencias culturales, económicas, sociales políticas y urbanísticas.

La globalización comenzó cuando los primeros bípedos salieron de sus nichos africanos. Habitaron cuevas y precarios cobertizos. Pasaron a Asia y Europa. La expansión siguió su curso. Pueblos migrantes continuaron la marcha hacia Oceanía, Australia y América. La especie se instaló en todas las regiones del mundo y se multiplicó de manera prodigiosa.

La globalización se dio como proceso continuo, dinámico, histórico, inevitable e irreversible. Con la población se globalizó la justicia, la guerra, la moda, el terrorismo. También el hambre, la miseria, la corrupción y la ciudad.

La ciudad evolucionó en formas sucesivas. Las primeras ciudades aparecieron hace unos 8 mil años cuando el mundo contaba 1.5 millones de habitantes. Primero fue la eópolis, ciudad del alba, entre ellas Jericó en Palestina, Mohenjo Daro en la India, El Obeid y Eridu en Mesopotamia hoy Irak. Más tarde en Egipto y en América.

Luego apareció la polis, ciudad-estado, la tipifica Atenas. Siguió Roma, la metrópolis, ciudad madre, urbe imperial. Alcanzó un millón de habitantes en una época en que el mundo contaba 300 millones de habitantes. Más tarde vino la megápolis, la ciudad de 10 millones de habitantes y más, en un mundo con 6.300 millones y veloz tendencia al crecimiento.

Las megápolis unidas con otras ciudades y pueblos dieron la cosmópolis, aglomeración de ciudades de la modernidad. Existen en la costa oriental de los Estados Unidos; la conformaron Filadelfia, Baltimore y Washington y en Alemania, en el sector del Rhin, con Duisburgo, Düsseldorf, Solingen, Essen y otras.

En 1950, la única ciudad que contaba más de diez millones de habitantes era Nueva York. En 2015 habrá, 21. Las ciudades entre cinco y 10 millones aumentarán de siete a 37. El crecimiento de ciudades ocurrirá principalmente en Asia y Africa, continentes de naciones pobres, no industrializadas, con 75% de población rural y 25% de población urbana que, en el 2015, llegará a un 50%. (National Geographic Society, Boletín, nov., 2002).

La modernidad avanza amenazante sobre el siglo XXI. "Cada semana, la población urbana aumenta en un millón de personas".

Al comenzar el siglo, cinco ciudades aparecen como las más grandes del mundo, Tokio, México, Sao Paulo, Nueva York y Bombay. Son megápolis, Shanghai, Calcuta, Bangkok, Hyderabad, Bombay en Asia; Lagos en Africa; Los Ángeles, en los Estados Unidos. La India tiene 32 ciudades con más de un millón de habitantes.

La megápolis es una configuración urbana que tiende a producirse cada vez más, en más países y más rápido. Nunca habían existido en tal numero y creciendo de tal manera. El mayor crecimiento lo experimentan las ciudades de los países industrializados. (Erla Zwingle).

MEGÁPOLIS

Megalópolis (mega, grande, polis, ciudad), es la condición de tamaño, estructura, forma y funcionamiento que adquiere una ciudad cuando alcanza y sobrepasa el horizonte de los diez millones de habitantes. Su gigantismo lo produjo la explosión demográfica, el centralismo, el poder que lo maneja y la masiva llegada de inmigrantes, gentes pobres expulsadas de campos, ciudades y países.

La megápolis, con su doble efecto de imán y de amiba, invadió y conturbó pueblos y ciudades. Su presencia constituye la expresión urbanística propia de la civilización industrial, comercial y bancaria en medio de un vendaval poblacional.

La megápolis está regida por el automóvil. Creó comodidad y servidumbre. Las calles son para los vehículos, los espacios libres para su estacionamiento. La calle es, además, espacio de avisos, ruidos y polución, en los países pobres espacio de pordioseros, vendedores ambulantes y niños que limpian parabrisas y piden monedas.

Con el auto llegó el shopping center, lejano centro de compras para clientes motorizados dotados de tarjetas de crédito, sitio ideal del consumista. La globalización trajo chicle, McDonalds, Kentucky Chicken, Coca Cola y otras ofertas mundializadas.

DIAGNÓSTICO

La megápolis muestra enorme variedad y magnitud de problemas, entre ellos cinco: pobreza de la mayoría, delincuencia, congestión, contaminación y violencia.

Los cinco problemas, junto con otros, forman pesado memorial: caotización del espacio urbano; deterioro ambiental y edilicio; economía informal, rebusque; invasión del espacio público; tugurización de arrabales; decaimiento de barrios, localidades y zonas urbanas tradicionales; imposibilidad de satisfacer la creciente demanda de servicios públicos; smog; ruido; polución visual.

La población de la megápolis se divide en dos grupos antagónicos, ricos y pobres. Entre ellos se da "la lucha de los que no duermen contra los que no comen", como lo dijo en Brasil Josué de Castro, un distinguido médico. Los que no duermen cuidando lo suyo, los que no comen buscando comida.

El espacio urbano, alguna vez tierra del común, es hoy mercancía, factor de especulación. El centro de la ciudad una vez territorio sagrado, es hoy espacio pagano donde se adora un nuevo dios, el dinero. Ante él se inclinan los nuevos idólatras, titulares del poder y sus ayudantes; ofician en bancos, bolsas, seguros y oficinas, en edificios más grandes y más altos que las antiguas catedrales.

Los centros de las megápolis se deterioraron. Casas y edificios abandonos, envejecieron y se convirtieron en habitación destartalada de gentes pobres. Nacieron los inquilinatos o conventillos. Nuevos barrios residenciales se construyeron en la periferia para las gentes ricas, organizados en ghetos, condominios cerrados, fuertemente custodiados. Nuevas barriadas aparecieron sin orden ni concierto; allí se aloja multitud de inmigrantes desplazados de los campos por la pobreza y a violencia.

La industria, motor de la urbanización, hizo crecer ciudades que hoy abandona para instalarse en poblaciones medianas y pequeñas donde encuentra atractivas ventajas comparativas, rebaja de impuestos, mano de obra barata, tierra de bajo costo, servicios públicos económicos.

La megápolis aniquila la gobernabilidad, se hace inmanejable e implanificable. Crece, ocupa espacios mayores, daña el medio y el ambiente, encarece la urbanización, complica y desafía la administración, demanda tierras y enorme cantidad de servicios, especialmente agua.

Vivir en la megápolis es cada vez más costoso. Para atender costos, las autoridades decretan guerras fiscales. Afectan los presupuestos familiares Apela al aumento de impuestos y cargas tributarias de todo orden, aumentan las tarifas de servicios públicos, cobran peajes, alumbrado público, semaforización, mantenimiento de árboles, gravan los combustibles. La megápolis, violenta y peligrosa, tiene como principal industria la seguridad, prestada por organizaciones regidas por militares retirados, orientada a la defensa armada.

El habitante de las ciudades, grandes y pequeñas, está física y mentalmente urbanizado. Carece de concepto espacial completo. El campo, para él, no existe, es entidad lejana, desconocida, ausente. Sirve, a lo más, para pasear os domingo, urbanizar y negociar. El déficit mundial de conocimiento geográfico está documentado en una investigación realizada por la National Geographic Society en el año 2002.

La crisis urbana invade el mundo. La megápolis denuncia un estadio crítico de la evolución humana. La megápolis ha derivado hacia la necrópolis, figura de muerte que resume plásticamente la crisis contemporánea del urbanismo y la amenaza que se cierne sobre el hombre.

Hay un inevitable desafío planetario. Se requieren nuevas fórmulas para el asentamiento mundial de una población. Anticipar una alternativa a la megápolis, más ampliamente, al asentamiento del hombre sobre la Tierra, es una tarea urgente, enteramente justificable. Al lado de una nueva concepción de lo urbano, se requiere una gigantesca tarea de remodelación urbana.

ALTERNATIVA

"La calidad de vida de la mayoría de las personas en el futuro dependerá de la calidad de las ciudades" (Erla Zwingle). La megápolis contemporánea debe ser replanteada. Requiere una alternativa dinámica. La búsqueda alternativa tiene dos caminos, uno proyectivo, otro prospectivo.

El camino proyectivo extrapola series estadísticas históricas. Responde al orden establecido y a la mentalidad reinante. El pasado se proyecta hacia el futuro. Es un método cuantitativo determinista, manipulable y fatalista. Deja de lado una dimensión del ser: el libre albedrío.

Si prefiguramos la ciudad del mañana proyectando la megápolis, lo que obtendremos será la situación actual magnificada, una ciudad igual a la actual pero más grande en tamaño y con mayores problemas. De una situación grave pasamos a otra peor. La proyección se mantiene sólo como antecedente y argumento para liberarnos del modelo actual e "inventar" nuevas realidades.

El camino prospectivo es imaginativo y cualitativo. Se basa en la creatividad, en la capacidad humana de tomar nuevas opciones. Ofrece una visión diferente de la actual. Conduce a un nuevo orden. Propone la agrópolis como alternativa a la megápolis contemporánea, como modelo de Ciudad Deseable.

LA CIUDAD DESEABLE

La Ciudad Deseable será aquella donde la gente viva bien. Superará los problemas detectados en la megápolis moderna. Será apta para el mundo de 10 mil millones de habitantes cuando el planeta estará saturado de población humana. En lo urbanístico importará el tamaño de la ciudad. Buscará alta densidad de población para ahorrar terreno. En lo humano preservará la paz, la calidad de vida, la justicia, la equidad, el respeto a los valores humanos, el disfrute de ambientes sanos. Importará superar el individualismo disolvente, la dispersión y el aislacionismo y fomentar la solidaridad y la convivencia.

La agrópolis, como fórmula alternativa de la megápolis, tendrá un módulo de vida comunal: la Unidad Vecinal. Será una unidad repetible, de aplicación inteligente en todos los niveles urbanísticos, caseríos, aldeas, barrios, pueblos, ciudades y agrópolis. Todos signados por un propósito: restablecer comunidad, alcanzar el bien común y armonía con la naturaleza. El nuevo modelo significa un salto cualitativo en la especie: pasar de la modernidad a la posmodernidad. Posmodernidad entendida como revolución de la modernidad.

La Ciudad Deseable plantea, en primer término, reivindicar el territorio y retornar al campo. Volver a la base de la vida, de la sociedad, de la ciudad.

EL TERRITORIO

La Tierra es la casa mayor del hombre. Hay que mantenerla limpia y en orden. Es la nave común en que recorremos el espacio. Debe funcionar bien. Tiene 5 mil millones de años; 510 millones de km2 de superficie fija y recursos limitados; 70% del área es agua, 30% suelo. Su temperatura media, 14oC, es ideal para la vida y el trabajo intelectual.

La Tierra se encuentra severamente mancillada. Cada vez muestra menos rincones de naturaleza virgen. Mientras la población crece, el ecúmene cultivable disminuye, en parte desaparece. El suelo está cansado. Existe la destrucción social de la región. Valles y cuencas hidrográficas están deteriorados. Los desiertos se ensanchan, las aguas se agotan, las que quedan están intensamente envenenadas, la atmósfera está contaminada. Esta mortal experiencia abarca a la humanidad entera.

El tratamiento mundial de ciudades comienza con revalorar la tierra por encima de su uso urbanizable y su precio por metro cuadrado, hectárea, acre o fanegada. La premisa está en rescatar el valor axiológico del territorio. La Ciudad Deseable lo cuidará y ordenará. Será condición obligatoria en todas las latitudes.

Actores de la defensa del medio y del ambiente han promovido cumbres mundiales destinadas a parar la agresión terrestre, suscribir acuerdos ecológicos internacionales y dar comienzo al restablecimiento del planeta. Estocolmo, Nairobi, Río de Janeiro, Tokio y Johannesburgo han sido lugares de reunión. Todas aportan recomendaciones válidas y resultados escasos. La defensa ambiental tiene mucho de retórica y poco de corrección.

Los Estados Unidos se proclaman "campeones mundiales del desarrollo sostenible". Argumentan que "ningún país ha hecho más o ha contribuido tanto sobre la materia". Producen, sin embargo, 40% de los daños ambientales del mundo y se niegan a suscribir acuerdos ecológicos.

Los indígenas nos dan la pauta. "Donde se levanta una ciudad, muere un río" dicen los mapuches en Chile. La Tierra es "la madre generadora de vida, en sus tres niveles: terrestre, subterráneo y celeste" dicen los arhuacos en Colombia. Los romanos hablaron del "mundo, del inframundo y del supramundo". Heidegger acentuó la dimensión celeste al recordarnos que "habitar significa no sólo estar sobre la Tierra, sino también estar bajo el cielo". El Liberador Simón Bolívar definió el territorio de manera ejemplar: "mi primer deber -dijo- es con el suelo que ha compuesto mi cuerpo y mi alma de sus propios elementos".

En ecología mundial hay mucho por hacer. La Tierra, sin cuidado, será erial acusador para la humanidad. Toda reunión internacional, por principio, incluirá presión sobre la preservación del suelo, de las aguas, de los ecosistemas, de los paisajes.

UNIDAD VECINAL

El hombre se entiende en pequeños grupos. Puede relacionarse y hacer amistades sólo con un número limitado de personas. Es una ley de hierro. La Unidad Vecinal permitirá cumplir esta ley.

La Unidad Vecinal se basa en la familia y en la comunidad. Está concebida en términos de proximidad humana y convivencia, apta para superar, en forma conveniente, el individualismo disolvente, la incomunicación entre vecinos y el desempleo de las gentes. Se espera que influya "en el desarrollo del sentimiento de comunidad, fraternal, natural y humano" y en un quehacer político que garantice justicia y equidad.

La Unidad Vecinal constituye modulo de humanización, forma apta para reorganizar asentamientos humanos de diferentes dimensiones, célula viviente universal, sitio donde se puede "comprometer a la comunidad en participar en su propio desarrollo".

La Unidad Vecinal servirá a lo micro-local y a lo macro-mundial. El módulo, repetido uno a uno, será la célula constitutiva de los tejidos y redes urbanos en todas partes, en todas las escalas urbanísticas, desde el caserío compuesto por una Unidad Vecinal, hasta la agrópolis, compuesta por centenares y miles de Unidades Vecinales.

ESTRUCTURA

La Unidad Vecinal es "una prolongación de la casa". Está pensada con población y territorio limitados y diseño a escala humana. Su tamaño se calcula por el número de familias cuyos niños dan para construir un pre-escolar y una escuela, Los servicios que ofrece serán accesibles a pié, estarán dentro de un radio de 500 metros.

La escuela y el pre-escolar forman conjunto con otros servicios comunales, puesto de salud, centro de compras, guardería infantil, sala comunal, centro de comunicaciones. Este equipamiento se localiza alrededor de la plaza central que, como el ágora griega, será sitio de encuentro y diálogo.

VIVIENDA

La vivienda estará dispuesta en tres formas: edificios altos, viviendas unifamiliares y en una combinación de ambas. La decisión que se adopte dependerá de las características de la población, del grupo social y económico a que pertenezca y de las densidades de población a satisfacer.

La vivienda, en sociedades económicamente sanas, está financiada por el usuario-propietario. Porque tiene trabajo e ingreso suficiente para suplir sus necesidades individuales y familiares. La vivienda no se puede construir con subsidios estatales. Ningún Estado, por rico que sea, está en capacidad de financiar la vivienda de la población. El costo excedería cualquier presupuesto.

EL BARRIO

El barrio de La Ciudad Deseable lo conforman agrupaciones de Unidades Vecinales según tamaño del barrio. Cuenta con un número de habitantes adecuado para que puedan identificarse entre sí y generar acción comunitaria. Amplía el nivel de complejidad de la Unidad Vecinal, mientras mantiene, por cercanía física y espiritual, la "vecindad" y la "proximidad" de sus habitantes y las identificaciones y lealtades propias de las pequeñas localidades.

El barrio cuenta con servicios de abastecimiento apropiado, según su tamaño, zonas de encuentro, áreas peatonales, colegio de educación secundaria, servicio de salud especializado, zonas recreacionales, clubes, iglesia-capilla y centros de trabajo. El criterio está en que el barrio cuente con actividades económicas propias y ofrezca posibilidades de trabajo que reduzcan la necesidad de que los vecinos tengan que salir del barrio a buscar trabajo en otras partes.

LA ALDEA

Aldea es "pueblo de escaso vecindario", unidad de vida, residencia y trabajo, hecho urbanístico primario. Cada aldea, en su entorno rural, será una empresa en que lo asociativo y mutual se identificará con su razón de ser.

Por tamaño y complejidad, la aldea representa un escalón por debajo del pueblo y uno por encima del caserío. En su condición intermedia, la organización de la aldea y su número de habitantes pueden coincidir con una Unidad Vecinal o con un barrio. Si crece tendrá más unidades vecinales y se convertirá en pueblo.

La aldea ofrece un hecho de real convivencia. Está habitada por personas que, asociadas o no, tienen similar actividad, común escala de valores, parecida concepción y actitud ante la vida. La aldea resulta así, expresión espiritual de sus habitantes, de su existencia, de sus comportamientos.

En la aldea se advierte la diaria presencia de ciclos, días, noches, sol, lluvia, estrellas. La fuerza de lo natural aproxima y facilita relaciones entre sus habitantes. Todo allí, en relativa soledad, propicia cosmovisión y filosofía compartidas.

En la aldea las relaciones del hombre con el hombre, del hombre con la naturaleza son directas. Allí está en contacto con la tierra, las montañas, las llanuras. Con ríos, árboles y caminos. Con flores y pájaros. Consigo mismo y con los demás.

El hombre en la aldea es esencial, íntimo, espontáneo; su tiempo es presente. El trabajo y lo social suscitan ataduras, cohesión, vecindario, cooperación, dificultades compartidas y sentimientos unánimes para la realización de órdenes y valores de existencia. La aldea ofrece sitio y posibilidad a quienes la habitan de hacerse cada vez mejores.

AGRÓPOLIS

Agrópolis (ager, campo; polis, ciudad) es la alternativa posmoderna de la megalópolis moderna. Representa la síntesis campo-ciudad, la armonización estructural de esas dos entidades. Es la Ciudad Deseable en todo su potencial. La componen Unidades Vecinales que se van sumando a medida que la ciudad necesita crecer. Es la expresión máxima de la holidad ruralística y urbanística.

La Agrópolis obedece a una concepción planetaria del asentamiento humano. Se construye a partir de principios humanísticos, con conciencia de lo territorial, dentro de la tensión dialéctica campo-ciudad.

El territorio de la agrópolis es la región, la cuenca hidrográfica, en cualquier caso la unidad geográfica distinguible. Allí, la agrópolis significa presencia biocenótica y acción sustentable apoyada en la bioagricultura en el campo, biourbanismo en la ciudad y bioarquitectura en la vivienda.

La agrópolis estará regida por reglas de ruralidad y urbanidad que buscan crear un hecho superior de naturaleza, civilización, y cultura. La configuración resultante será saludable, dejará de ser dañina para el territorio, hostil para sus habitantes, letal para la vida.

La agrópolis sintoniza población, territorio y gobierno y unifica, de manera gestáltica, las heterogéneas piezas que conforman el rompecabezas territorial y el ordenamiento político-administrativo.

La agrópolis, por definición, naturaleza y necesidad vital, está destinada a rescatar el agro, replantear las ciudades, cuidar y fomentar el medio, restablecer flora y fauna, mejorar el paisaje y suavizar el ambiente psíquico y social en que vive y se mueve el hombre.

La. agrópolis supera el modelo ciudad-región. Ofrece un paradigma urbanístico multicéntrico, viable, sostenible y extenso, de alcance planetario, asentado sobre un agro recuperado para su función productiva y una ciudad formada por Unidades Vecinales que la administración respetará y fomentará.

La agrópolis asociará municipios, pueblos y ciudades. El conjunto estará dotado de centros de servicios, estructurantes del espacio, estratégicamente situados. Valorizarán el campo y facilitarán el acceso de la población.

Asentamientos humanos, unidades vecinales, aldeas. barrios, pueblos, ciudades nuevos o remodelados, compactos, de diferentes tamaños y especializaciones, formadores de la agrópolis, asentados sobre el campo dedicado a la bioagricultura, funcionarán como empresas. Estarán comunicados por vías carreteables, peatonales y cibernéticas.

Las vías carreteables formarán una malla dura, pavimentada, para vehículos, debidamente jerarquizadas según densidad de tránsito y de tráfico; las grandes vías evitarán los cruces a nivel.

Las vías para peatones, ciclistas y motociclistas, formarán una malla blanda, de corredores biológicos, bordeados por cercas vivas, complementada por rondas de ríos, quebradas, lagos, humedales y embalses. El paisaje de líneas verdes equilibrará del ambiente.

Las pistas cibernéticas comunicarán personas, centros poblados, agrópolis. Fortalecerán un mundo globalizado y unificado. El servicio suministrará a la población la información instantánea requerida para el trabajo, el estudio, la investigación, la administración y el progreso.