Julio 2009 / NÚMERO 29

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Carolina Dell Oro, filósofa

Recuperar el rol de padres

“La adolescencia no es la aborrecencia, es una etapa de la vida muy interesante en que se fragua lo más propio del ser humano que es la interioridad, el mundo interior”, explica la filósofa y académico de la Universidad Católica, Carolina Dell’Oro. “La adolescencia es la etapa de la vida donde el chiquillo se da cuenta que dentro hay algo muy especial, que es su mundo interior, viene con un desarrollo físico y hormonal porque en el cuerpo y el espíritu hay una intimidad. Entonces el chiquillo empieza a descubrir quién es, al principio muy torpemente”. Profundiza: “Sólo una persona que sabe quién es puede establecer una relación de amor con otra. Aquí viene el tema de la sexualidad, aparece gráficamente en la adolescencia porque somos hombre y mujer, el chiquillo tiene que sumir su identidad a través de su condición sexuada. En este sentido es muy importante respetar los procesos y ayudarlos a descubrir su sexualidad. Los seres humanos nos descubrimos a partir del cuerpo. El Teen Star reconoce la identidad de la persona a través del cuerpo. No es lo mismo ser hombre que mujer. No es casual que nuestro rostro no sea igual a ningún otro. Todo eso hay que enseñarlo al adolescente y no hay un modo más eficiente para aprender a verse que a través del otro. Ese es un tema muy importante para los educadores”.

¿Cómo los papás pueden acompañar a sus hijos en la adolescencia?

Le digo a los papás que se hagan la imagen que al niño le ocurre un segundo nacimiento, porque está naciendo en él la conciencia de su mundo interior. Se está dando cuenta que es alguien distinto a los otros. Si cuidamos a un recién nacido porque es vulnerable físicamente, emocionalmente no se olviden que estamos ante un periodo muy vulnerable. Por eso cuando uno les pide que expliquen lo que sienten no tienen palabras, porque son como recién nacidos que no tienen palabras para decir que tienen hambre. El primer dato es que son niños que hay que acompañar. Ahí hay un drama, porque los niños están más solos, están en la crisis de la adolescencia, que es un periodo de ajuste, que se junta con la crisis de los 40 de los padres. Uno se pregunta qué va a hacer de su vida y el otro se pregunta qué ha hecho de su vida. Y dos crisis hacen clic. Entonces hay que tener mucha generosidad y entender que el niño no contradice porque quiere “fregar”, sino porque el modo más simple de descubrir quién uno es, es decir que uno no es el otro. Este niño sabe muy poco de sí y su forma más simple para decir quién es, es decir que no es. Entonces todo lo que venga de la autoridad lo rechaza y ahí los padres enganchan. Los niños necesitan pasar por esto para construir su propia identidad. Esta etapa va, relativamente de los 13 a los 17 años, y luego viene la adolescencia constructiva, donde viene la búsqueda vocacional.   

Creo que hoy está comenzando antes la adolescencia y los padres la están haciendo comenzar antes y en esto tenemos que procurar que la infancia siga. Los padres estimulan excesivamente a los niños, los abren al mundo de los adultos antes de tiempo, tienen información que no debiesen recibir tan pequeños. Los enfrentamos antes a la realidad y sin las herramientas necesarias, en los programas de televisión que ven y en los contenidos de Internet.

¿De qué manera las nuevas tecnologías influyen en el acceso a información inapropiada?

Influyen mucho, pero hay que considerar que el problema no está en las nuevas tecnologías, sino en los padres. Evidentemente que la tecnología es compleja, que los niños tienen un acceso a todo altísimo y eso hay que controlarlo, pero también los padres tienen la tarea de saber que estamos en un mundo complejo que requiere de una educación mucho más profunda todavía. Recomiendo que los niños no tengan acceso ilimitado a Internet, sobre todo en la primera infancia. Es bueno que los papás se preocupen de lo que ven en la TV, de lo que hablan, etc. Pero hay que preocuparse también de educar un corazón más fuerte, un mundo interior más sólido que sea capaz de enfrentar lo que le va a tocar después. Un niño tiene que tener una infancia protegida y a los padres nos toca protegerlos. Los padres no somos amigos, somos la autoridad, los que conducen. Hay que recuperar eso. Las tecnologías son complejas, pero son un medio, los padres tienen que ver qué controlan, pero no pueden pedir que desaparezca la tecnología porque es utópico. Los padres tenemos que tener hoy mucho más presencia ante los hijos, mucho más criterio regulatorio.

¿Cómo estar junto al adolescente si ellos  no quieren estar junto a los adultos?

La paciencia es la madre de las ciencias. El adolescente me va a decir que le doy lata mil veces, pero cuidado, sigamos sembrando, porque las cosechas en los seres humanos no son inmediatas. Tengo la percepción que hoy los adultos no toleramos ninguna frustración. Si un hijo te dice que no quiere estar contigo, algunas personas se sienten vulneradas, pero ¡a ver!, el centro es el hijo, hay que insistir.

Propongo trabajar de visita y no de local. Estamos citando a los hijos a nuestro dormitorio o uno no se mete en su mundo. Hay que interesarse en su mundo, saber dónde están, ir a buscarlos, ir a dejarlos, estar presente. Eso es agotador, hay personas que tienen varios hijos y trabajan, lo entiendo, pero si uno quiere sacar adelante un proyecto con un hijo y el proyecto de los seres humanos es ser plenamente lo que son, bueno, tengo que dar al máximo.

¿Qué rol ocupa la sexualidad en la adolescencia?

La sexualidad aparece muy fuerte en los adolescentes, es parte de la identidad, es reconocerme como mujer y con don de la vida. Es clave. La sexualidad no es un problema, es un gran camino de encuentro con uno mismo. No es lo mismo ser niñita que ser mujer capaz de ser madre. Por eso hay que reconocerlo, valorar la maternidad, revalorizar la sexualidad para conducirla por buen camino. Pero ¿qué es lo que perciben los jóvenes? La sexualidad como un problema porque pueden tener guagua que son vistas como una carga y no como una maravilla, como algo que tienen que regular…Nunca nadie les habla del don de la maternidad, del don que significa ser padre o madre. Esto sucede porque los mismos padres lo viven como problema…cuando los chicos se dan cuenta que son fruto de una equivocación del método y no del amor viene toda una cantidad de términos…Yo invito, sobre todo a la luz del cristianismo, a mostrar la sexualidad como un gran modo de ser y el amor conyugal como uno de los principales del amor humano, es maravilloso, no es un problema.  

Con la sexualidad uno se encuentra con el otro que es distinto. Cuando descubro mi identidad y quiero saber quién soy, voy a buscar al hombre que me va a mostrar mi condición femenina. Por eso estamos en esta sociedad que se complementa y no en la igualdad. Somos distintos y complementarios. En la mirada de mi marido descubro mi identidad femenina. Y él en mi mirada va a descubrir su identidad masculina. Entonces va a asentar y no a gestar, porque esa identidad ya está en uno, pero uno va a tomar conciencia, entonces la sexualidad es maravillosa y el aparecer de esta polaridad adolescente es hacer verse en toda su dimensión. En cambio, ¿qué hacen los jóvenes que les permita conocerse? Van a una fiesta y no bailan entre hombres y mujeres, van a una fiesta y no conversan, no establecen relaciones, sino topetones corporales, entonces hay que educar la sexualidad porque aunque es natural, no es espontánea. Hay que educarla, hay que enseñar a amar al otro.  La sexualidad tiene una lógica muy linda que es la de la donación y eso se enseña, se educa desde la primera infancia y se hace explícita en la adolescencia. Invito a los papás a preguntarse si están hablando del amor, de su amor matrimonial. ¿Es un problema o una oportunidad? Alguien podrá decir que ha sufrido  y justamente el Papa Benedicto XVI en su carta a los jóvenes el 2008 dice que la capacidad de sufrir juntos es la capacidad de amarnos. Creo que hay que reencantar la dimensión sexual del hombre, la sexualidad no existe en sí misma, somos seres humanos sexuados y está hecha para la donación recíproca. Esa es la maravilla.

¿Qué opina de la distribución de material sobre homosexualidad realizada por el MOVILH?

Lo más dramático es que están mostrando un problema, porque la homosexualidad es un problema dolorosísimo y dramático, como algo natural y eso es un engaño a los jóvenes. Y todos sabemos que en esa etapa de la vida, en lo que se refiere a identidad sexual, están vulnerables. Me parece un acto de injusticia tremendo, porque además no están mostrando el dolor, sino un aspecto. El dolor no es por la discriminación social, es porque el ser humano está hecho para la complementariedad, para la procreación. Me parece muy doloroso que se hagan este tipo de cosas en pro de una reivindicación y a costa de la educación de los jóvenes.  

¿Qué el dirías a los padres de los jóvenes que han recibido este material?

A todos los papás les diría que ejerzan su protagonismo, exijan, no dejen que sus hijos reciban cualquier cosa. Yo soy más aventurada, les digo: eduquen ustedes a sus hijos en el amor y la condición sexuada y no esperen que los eduquen los profesores ni nadie. Los padres son los llamados a ello. ¿Qué les voy a dar a mis hijos? ¿cosas? ¿o darle lo único importante que es la vocación humana al amor? Eso lo estamos delegando a ONGs, instituciones y no lo hacemos nosotros. Si la persona no sabe puede pedir asesoría al colegio, pero no se puede dejar reemplazar. Los primeros educadores de los hijos son los padres y no deben dejarse pasar a llevar. Los padres no tenemos que salir a las calles, sino llegar a nuestras propias casas y decir: Aquí los padres somos nosotros, nosotros educamos en lo fundamental. Eso supone ir al colegio y decir que no se está dispuesto a recibir el manual. Todos estamos dispuestos a exigir que aprendan hartas matemáticas en el colegio para que tenga un buen SIMCE, pero no estamos dispuestos a exigir la educación moral humana y profunda de nuestros hijos. Esa la delegamos. Entonces ¿dónde está lo prioritario? Diría: devolvámosle el derecho a nuestros hijos de tener padres que se hacen cargo de ellos y no de tener amigos. Eso supone cosas que hoy no están de moda, como poner límites.