Julio 2010 / NÚMERO 41

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Juan Eduardo García-Huidobro:

“Hay cosas que se han venido haciendo sobre las cuales hay que insistir”

 

El decano de la Facultad de Educación de la Universidad Alberto Hurtado y director del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación (CIDE) de esa casa de estudios, señala que una educación de calidad debe brindar a todos una plena inclusión en la sociedad.

 

¿Qué es para usted la educación de calidad? 

Yo creo que en este tema es interesante ver la Ley General de Educación que aprobó el país el año 2009 y que se discutió durante dos años. Ahí se logró meter un concepto de educación bastante interesante, porque es muy amplio, muy generoso, se hace cargo del desarrollo integral del ser humano. Pero, por otro lado, el concepto de calidad que quedó es muy restrictivo, y tiene solamente que ver con resultados de aprendizaje. Yo me quedo claramente con el primer concepto señalado, o sea, una educación de calidad es aquella que permite dos cosas: por una parte el pleno desarrollo del  niño o de la niña en todas sus áreas, en la espiritual, estética, intelectual, física, etc.; y permite al mismo tiempo una plena inclusión en la sociedad, vale decir, da los códigos, las categorías necesarias para poder seguir aprendiendo en los cursos que siguen y claramente llegar a través de esa trayectoria escolar a integrarse bien en la sociedad de acuerdo a sus capacidades y su esfuerzo. No se pretende que todos sean médicos o ingenieros, pero sí que cada uno pueda tener un rol relevante dentro de la sociedad, porque tuvo una educación que le dio las herramientas para aquello.

 

¿Cuál es su visión de la calidad de la educación escolar actualmente en Chile?

En general, nosotros nos hemos ido acostumbrando, y va a haber que desacostumbrarse después, a reducir mucho la calidad e identificarla con los resultados del Simce. Si nos quedamos ahí, es decir, si aceptamos que los resultados del Simce son algún reflejo importante de una parte significativa de la calidad, que tiene que ver con que si los estudiantes logran o no logran en la escuela la adquisición de un conjunto de destrezas culturales para vivir en la sociedad, hablemos de leer, escribir, hablar, los conceptos matemáticos básicos y un cierto raciocinio en el campo matemático. Bueno, decía que si uno ve eso y uno mira los resultados del Simce que conocimos hace poco, ahí vemos una primera sorpresa, y es que después de años habiendo tenido malos resultados en el Simce, el año pasado por primera vez se tuvo un resultado significativamente bueno, o sea, estadísticamente significativo. Mejoró un poco Lenguaje y mejoran significativamente Matemática y Ciencias Naturales.

 

¿Eso tanto en cuarto como en octavo básico?

En 4° básico, que de alguna forma es lo más importante, porque en cierto modo los alumnos de octavo se jugaron su oportunidad en básica. O sea, cuando no se logró mucho en 4° básico, es muy difícil que eso remonte significativamente después. Retomando el tema, esta es una tremenda buena noticia, solamente comparable a otra buena noticia que tuvimos el 2008, cuando se conocieron los resultados 2000-2006 de la Prueba PISA, y ahí de nuevo Chile apareció en Lenguaje como habiendo sido el país del mundo que más mejoró en esos años.

 

Del 2000 al 2006…  

Del 2000 al 2006, con estudiantes en ese caso de 15 años, independiente de en qué curso estaban, siempre de 15 años. En el fondo uno dice ‘aquí hay unas buenas noticias’, no las que quisiéramos, porque desearíamos tener una educación como la de Finlandia, pero vamos avanzando, y por primera vez ese avance se torna interesante, significativo.

 

Más recursos a las escuelas pobres

¿Y a qué atribuye este progreso, qué ha cambiado para que éste haya sido posible? 

Es muy difícil atribuir causas en educación, porque siempre son fenómenos tremendamente multicausales, multisectoriales. Sin embargo, uno puede decir que ha habido un esfuerzo persistente en los últimos años en el tema del mejoramiento de las condiciones de aprendizaje, ha habido capacitación a los profesores y profesoras, ha habido más bibliotecas escolares, mejores textos, computación, o sea, hay un conjunto de cosas que influyen. Y la otra cosa que no es menor y que está poco estudiada, es ver cuánto influye la casa, la familia, y eso es interesante para mirar hacia adelante. Todo el mundo está de acuerdo en que cuando yo miro el resultado de un niño estoy mirando el esfuerzo de la escuela, pero también la mano importante que pone la familia. Nosotros como país estamos metidos en una sociedad crecientemente escolarizada; en otras palabras, los papás y mamás de estos niños de 4º básico muy probablemente tienen un poquito más de  escolaridad que los del año pasado, y bastante más que los de hace ocho o nueve años. O sea, los niños que estamos recibiendo y que estamos midiendo en el Simce son hijos de papás y mamás con más escolaridad que hace cinco, seis o siete años atrás. Y ese es un factor que también tiene que estar incidiendo, lo cual significa que muy probablemente lo que nos espera para adelante es más bien un mejoramiento por los dos motivos: porque uno supone que las escuelas van a seguir poniendo lo suyo, pero también porque la casa va a poder colocar más de lo suyo que lo que colocaba antes.

 

¿Qué medidas piensa usted que hacen falta para el logro de una educación de calidad para todos?

Bueno, yo creo que hay cosas que se han venido haciendo, sobre las cuales hay que seguir insistiendo.

 

¿Como cuáles?

Por ejemplo, se empezó hace un par de años a entregar más recursos a las escuelas más pobres; yo creo que esa es una muy buena orientación.

 

A través de la Subvención Escolar Preferencial…

Claro. Tal vez lo que tenemos que hacer ahora es ver cómo se usa mejor esa plata, cómo esa plata eventualmente puede también usarse en salarios de profesores, de tal manera de atraer a los mejores docentes, porque se les puede ofrecer un salario más interesante, a las escuelas que atienden a los niños más pobres. Que se pueda de repente meter dentro de esas escuelas algunos profesores de educación especial, que apoyen a los niños que van quedando atrás, y no esperar a que les vaya mal para apoyarlos. Por ahí yo creo que hay un elemento importante, es decir, tenemos que colocar mucho cuidado, mucho foco, en apoyar a las escuelas que están atendiendo a los sectores más pobres. Nosotros tenemos una educación tremendamente segregada; cuando uno mira, por ejemplo, quiénes son los niños y niñas que van a las escuelas municipales, vemos que casi todos son niños de estratos bajo o medio-bajo, vale decir, del 20% más pobre de nuestra población. Ahí por supuesto que la familia tiene muchas veces los brazos un poco cortados, porque muchas mamás y papás que no tuvieron ellos mismos una buena escuela, cuando en este momento les toca apoyar a sus hijos se sienten con inseguridades respecto a eso, y por lo tanto tienen que tener ayuda de otros. Y por ahí hay una buena pista.

 

¿Cómo abordaría el tema de la formación de los profesores, tan recurrente cuando se habla de educación de calidad?

Yo en esto creo que hay dos afirmaciones que de pronto nos están jugando una cierta mala pasada. Hay una afirmación obvia y que ha sido refrendada por muchas experiencias internacionales, etc., y es que por supuesto que es central en el mejoramiento de la calidad de la enseñanza y en el aumento de los aprendizajes, el tener profesores y profesoras de creciente calidad. Y yo diría que un profesor es de calidad cuando al menos tiene tres cosas: sabe lo que enseña, sabe cómo enseñarlo y tiene una adecuada capacidad de relación humana interpersonal con sus estudiantes. Ahora, nosotros hemos tenido problemas en los años anteriores en las dos primeras cosas que acabo de mencionar. O sea, yo creo que nuestros profesores, todas las encuestas lo muestran así, son muy empáticos, y cuando uno le pregunta a los alumnos por sus profesores en general la respuesta es buena, lo mismo cuando se le pregunta a los apoderados. Sin embargo, muy probablemente hay en muchos de nuestros profesores y profesoras fallas en lo que tiene que ver con contenidos y con didáctica. Al decir esto, quiero insistir y recalcar que esto se da en alguna parte de nuestros profesores, y eso tiene que ver con el hecho que durante un momento en el cual la educación estaba creciendo muy fuertemente en términos de cobertura se dio, por efectos de salarios y otras cosas, una baja en el reclutamiento de profesores y tuvimos pocos de ellos en un momento en que necesitábamos muchos. Entonces se ha dado el caso de muchos docentes que fueron formados en cursos vespertinos, cursos a distancia, etc., que no les dieron la solidez disciplinar que se requiere. Eso de alguna manera se ha ido solucionando a partir de un conjunto de cursos, pero hay una base que no es muy buena en ese segmento. En segundo lugar, tenemos un tema que dice relación con los salarios: la carrera docente, la profesión docente, no es una profesión económica ni socialmente atractiva, es decir, nuestros profesores y profesoras no tienen un estatus social muy alto, y tienen un sueldo que es un 45% más bajo que el resto de los profesionales. Eso hace que no son los alumnos destacados en sus colegios, que tienen los mejores puntajes en la PSU, los que entran a pedagogía, sino que son más bien muchas veces los que no pueden entrar a otras cosas, como una segunda opción. Y eso hace también que tengamos el tema de que muchas veces las carreras de pedagogía, junto con enseñar lo que tienen que enseñar, deben nivelar variados aspectos que no fueron suficientemente logrados en enseñanza media. Entonces esto es una cosa que tiene que funcionar de nuevo con una multicausalidad; yo tengo que generar una carrera docente más atractiva, con mayores capacidades de atraer a los buenos y retenerlos después durante el ejercicio de la profesión, y tengo que ir al mismo tiempo mejorando la formación docente. Ahora, eso no tiene mucho secreto, si las facultades de educación tuviesen muchos mejores alumnos, serían mejores. O sea, buena parte de los problemas de la formación docente tiene que ver también con las insuficiencias que los alumnos o alumnas traen al momento de iniciarse.

 

La contingencia educativa

 

¿Qué opinión le merece la iniciativa de los 50 liceos de excelencia que pretende crear el gobierno?    

Yo en general he sido bastante contrario a la idea, por dos razones. Una es que no hay ninguna proporción entre dicha medida y lo que se necesita. Chile se dio hace ya algunos años, durante el gobierno del presidente Lagos, una educación obligatoria de doce años, vale decir, nuestros niños, adolescentes y jóvenes tienen que estar hasta los 18 años en la escuela, y por lo tanto todos merecen un liceo de excelencia, no sólo un grupo que vaya a 50 establecimientos, sino que hay que buscar la manera en que realmente el conjunto de los jóvenes tenga una mejor educación. Ahora, con esta medida es verdad que podríamos mejorar 50 liceos, pero también es verdad que, porque nos llevamos a los mejores a esos liceos y los separamos del resto, estamos haciendo que el resto de nuestros liceos sea bastante más deficiente, porque les estamos quitando a un conjunto de estudiantes, hombres y mujeres, que son los que tiran para arriba a esos centros educacionales, porque precisamente son los mejores. Entonces como política de Estado me parece que no resuelve con fuerza lo que necesitamos. En todo caso, hay dos maneras de entender este tema de los 50 liceos. Una manera, que es la que entiendo está planteando el gobierno, es decir ‘yo voy a concentrar a los mejores profesores y alumnos en 50 liceos’. Eso me parece mal. Es distinto decir ‘yo voy a elegir 50 liceos para hacer ahí una intervención profunda que me va a dar el aprendizaje suficiente como para mejorar a los otros. Y de alguna manera, como no puedo con todos inmediatamente, bueno, empiezo por algunos, por los que están en las capitales de provincias, empiezo por los que atienden a la población más pobre, en fin’. Es distinto si yo digo ‘empiezo con 50, después serán 250, luego vamos a llegar a los 1.100 que necesitamos’. Pero como está planteada la idea no me parece.

 

¿Y qué le parece la idea de los semáforos para diferenciar a los colegios de acuerdo a su puntaje en el Simce?

Los semáforos uno los puede mirar de dos maneras. Hay una mirada, que es la que se ha hecho mucho y con la que yo coincido totalmente, y es ver que estos semáforos en definitiva, con el ánimo de darle más información a los padres, le están dando a ellos una información que no les sirve y que al mismo tiempo está generando un estigma que es complicado para aquellas escuelas que están en rojo. Por último, y lo más grave de todo, no está reconociendo los avances, sino que está claramente juzgando con una especie de vara única y con promedios.