Edición NÚMERO 53
Julio 2011

Entrevista al hermano Víctor Hugo Jara ofm, encargado de la obra.

El comedor funciona gracias a la caridad de las personas

¿Cómo se financia el comedor?

El comedor en sí funciona por la caridad, porque hay gente que se sensibiliza, viene, y nos hace donaciones. Somos testigos y nos sorprendemos al ver cómo Dios se manifiesta a través de la caridad de la gente para lograr dar almuerzo diariamente a tanta gente.

Entonces, el comedor subsiste así, a través de la caridad de la gente que sabe que nosotros no recibimos ayuda de gobierno ni nada, sino de la caridad de la gente, con una ayuda que es un paliativo no más, porque lo ideal es que la gente encuentre trabajo y no venga aquí a almorzar y que se sientan útiles, pero los que vienen es gente de la calle, no es que tengan casa por acá en Recoleta, son personas que duermen en la calle, en La Vega, en el Parque Forestal. Yo lo veo difícil que ellos encuentren un trabajo, pero no imposible.

¿Cuál es el sentido del comedor?

Para mí lo esencial, es que queremos a la luz de, en primer lugar de Cristo y luego como franciscanos que estamos viviendo en un lugar donde vivió un hombre muy sensible en lo social, proyectarnos en este tiempo esta forma de servicio, tanto visitando a los enfermos como dando el pan al que lo necesita.

¿Y siempre les alcanzan las donaciones?

Nos quedamos siempre sorprendidos, y vulgarmente expresado, con la boca abierta, al ver cómo el Señor se manifiesta. Tenemos muchas historias de días que nos falta para pagar las cuentas, que no tenemos comida y, de repente, alguien toca la puerta o llama y nos entrega la donación exacta y a veces superior a lo que necesitamos de forma urgente. Yo estoy seguro que esta obra la lleva fray Andresito.

¿Qué destaca de fray Andresito?

Fray Andresito murió en el 1853. El iba por la calle, era yerbatero, curaba enfermedades, y era limosnero y le daba a los más pobres. Aliviaba los dolores de los más pobres. El convento en ese tiempo quedaba en la periferia de Santiago y las personas hacían filas desde aquí hasta el Mapocho. El los curaba, les daba aliento, tanto espiritual como materialmente.

¿Cómo percibe usted que se sienten las personas que asisten al comedor?

Yo soy poco asiduo a que la gente te vea, pero cuando voy la gente se alegra y dice “san Francisco, el amigo de los pobres…”, y para mí es gratificante, no como persona sino porque conocen y proyectamos a san francisco y a fray Andresito, que es la continuidad de esta espiritualidad, de esta forma de seguir a Cristo, que en este siglo XXI nosotros queremos hacerla presente y a través de esto.

¿Cómo se fundó el comedor?

Allá en los años 70. Beatriz Alcalde y Patricia Concha son las más antiguas de las aproximadamente 15 voluntarias que se turnan por día para atender a las personas. Primero era muy pequeñito y fue creciendo, hasta que se construyó un comedor y llegamos incluso a tener baños, duchas y entregábamos ropa de forma permanente. Lamentablemente este último servicio se terminó porque se robaron las implementaciones y no tenemos para reponerlas.

Más información en www.obrasfranciscanas.cl