Junio 2008 / NÚMERO 16

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La Iglesia nos ayudó a vivir con más dignidad

Los Silva Urriola viven en una casa de madera de 42 metros cuadrados, levantada al fondo de un sitio de 19 x 11, en la población Sarmiento, de Renca, a los pies del Santuario de Laura Vicuña.

Conforman la familia el jefe de hogar, Claudio Silva Riquelme (41), soldador, fabrica sillas estilo etrusco, cuando le llegan pedidos; Fabiola Urriola (38), su esposa y dueña de casa; sus hijos Claudio 22, trabaja en la construcción; Daniel, 19, estudia y trabaja; Cristopher, 17, estudia y trabaja; Emmanuel, 9 y Paz Belén, 7, estudian, y el abuelo paterno Pedro, de 69años.

Casados desde hace años y 10 por la Iglesia, Claudio y Fabiola participan en la capilla San José Carpintero, de la parroquia El Señor de Renca, en la catequesis familiar y son ministros de la comunión; Fabiola coordina el coro y Claudio y su padre pertenecen al movimiento Retiros de Conversión.

“Dios proveerá”

La siguiente es la versión completa de la conversación sostenida con este matrimonio

¿Qué ha significado para ustedes estar en la Iglesia?

Claudio:
Estar en la Iglesia nos da la tranquilidad de que, como dice Fabiola, ‘Dios proveerá’.

Fabiola: Algunas personas no saben de qué se trata estar en la Iglesia, es una locura para ellos. Pero de verdad, Dios provee. Jamás nos ha faltado el pan en la mesa. De repente no tenemos plata y lo vienen buscar para arreglar una reja, soldar algo. A mis sobrinos les gusta venir a la casa, porque hay paz. Claro que discutimos, pero nos reconciliamos luego.

Claudio: A veces usamos el silencio. Si veo que ella está muy enojada y voy a decir una palabra que va a hacer explotar algo, espero un poco y la digo después, cuando estamos más calmados.

¿Son felices?

“Si”, responden a dúo.

Claudio: Antes de llegar a la Iglesia nuestra vida fue dura. Fabiola me esperó doce años casados a que yo dejara el alcoholismo. En ese tiempo pasábamos muchas más necesidades que ahora, porque un alcohólico se toma todo lo que gana.

¿Qué les da la felicidad?

Fabiola:
Dios y la familia, lo primero, porque la familia es tan importante. Hay gente que tiene familia, pero cuando uno aprende a ver la familia con los ojos de Dios es diferente.

¿Cuánto ayuda el dinero a ser feliz?

Fabiola:
Yo he visto que en los tiempos buenos estamos bien y en los tiempos malos también estamos bien. Aunque como que cuando hay más plata peleamos más.

Claudio: Desde que estamos en la Iglesia procuramos vivir con más dignidad. Que los niños se sientan conformes y puedan recibir a sus amigos. Estamos tratando de ahorrar para mejorar la casa y hacer más piezas para los niños, que han ido creciendo en la fe con nosotros, claro que con dificultades, pero tenemos la esperanza que Dios les ayudará.

Fabiola: Y nuestra convicción, también, porque hoy día podemos decirles a un hijo ‘no, no hagas eso’ y tenemos moral para pedírselo. Nos escuchan, nos entienden, pero cuesta. No dejamos que lleguen más allá donde se pierden los estribos. Yo los miro y les digo ‘basta’, y basta.

¿Qué les dicen a las familias que viven en constante tensión y discusiones por el tema del dinero?

Claudio:
A veces se desesperan tanto y entran en una competencia tal que dejan de lado hasta la familia. Todo se vuelve trabajar para comprar más cosas. Y seguir trabajando en turnos extra o un segundo trabajo y se van apartando de las cosas que para mí son valiosas. Yo le pido a Dios: ‘Dáme un trabajo digno, que yo pueda recibir mi sueldo, dar un bienestar a mi familia y poco a poco lograr mejoras’. Que podamos superarnos para vivir con dignidad, pero sin grandes tensiones ni descuidar lo más importante.

Fabiola: Sin dejar de ir a misa y a las catequesis.