Junio 2009 / NÚMERO 28

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Concurso

Encuentro Mayo: Los recuerdos de mi padre

Devoto de María

Era conmovedora su devoción por nuestra madre santísima. La que reemplazó en el amor y protección a la suya propia que perdió siendo  niño. Siempre nos hablaba de cuando en medio de un terrible accidente caminero en su juventud, miró hacia arriba y en la gruta del cerro vio agitarse su manto, signo de que ella lo salvaría.

Nunca dejó de rezarle, de pedirle que lo protegiera y el día de su partida, aunque ya la enfermedad lo había devastado,  su mano siguió apretando con fuerza esa pequeña imagen que lo acompañó durante su agonía. Y con María se fue.

Marcela Olavarría G.


Caballero de fuego

Tenía 13 años cuando papá llegó feliz a casa, se iría a cargo de la empresa, en Arica. Mamá le pidió no aceptara para no dejar a su madre sola, papá muy comprensivo,   rechazó la oferta....y quedó cesante.

El era bombero y le ofrecieron ser cuartelero. Mi hermano y yo, felices por la novedad de vivir en la bomba, mamá aliviada.

Su trabajo, digno y hermoso..... 24 horas de guardia,  junto a "los caballeros del fuego"

!!Gracias papá por tu sacrificio, porque ahí conocí al hombre maravilloso que es mi esposo, hace 48 años y siento que desde el cielo, gozas mi felicidad¡¡

Nancy Valenzuela Hirane.


“Es mi papá”

Con alegría relato una de las tantas vivencias relacionadas con mi padre, él me dio muchas satisfacciones y recuerdos hermosos. Era muy respetuoso, nunca nos trató mal, somos dos hermanas y nos decía “Mis Niñas”; creía en Dios y en su proceder, así lo demostró, tanto en su trabajo, como en nuestro hogar.  Mis padres en 42 años de matrimonio nunca se tutearon, siempre hubo mucho respeto.

En una oportunidad fui a su trabajo en el Policlínico (Hospital Psiquiátrico)  me senté a esperarlo, me vio y me saludó a la distancia volviendo a sus labores.  Una señora que estaba a mi lado me preguntó ¿Lo conoce? Asentí e hizo comentarios excelentes de él, buen funcionario, solícito, íntegro y que atendía con premura a las personas de ahí.  Después me preguntó ¿Por qué lo conoce? Y con inmenso orgullo y amor le contesté, ES MI PAPA.

Norma Palma Herrera.


“Uno viene a servir” 

Con una sonrisa siempre y tiempo, aunque tuviera problemas, pocas veces lo recuerdo mal humorado...
Le encantaba leer, los animales, compartir y celebrar la vida...
Paciente, aconsejando y pensando en los demás, sin importar las consecuencias: como una vez que perdió sus lentes al salvar a un niño que se ahogaba...
en momentos no lo entendía cuando me decía "uno viene a servir a este mundo".
nunca pensé que algún día no estaría conmigo y fue cuando sentí mucho más su amor incondicional y verdadero por todo lo que hizo...
Leyendo ahora su Biblia entiendo como fue y sus recuerdos.

Carlos Buccarey .


Nuestro guía

Tengo muy buenos recuerdos de mi padre. El aún vive y tiene actualmente 88 años. Hombre de mucho esfuerzo y muy poca preparación, pero gracias a su trabajo pudo sacar a su familia adelante. Admiro en él su responsabilidad y fuerza de voluntad para cuidarse en la vida, es viudo hace 20 años y todavía nos apoya con su compañía y ganas de vivir. Somos 7 hermanos que nos juntamos todas las veces posible para compartir con él como familia que somos. El ha sido nuestro guía desde que la mamá no está y nos va a dejar un gran legado: "la unión hace la fuerza"

Mirta Morales.


El regalón

Con mi padre hemos compartido 23 años, los 23 años de mi vida; y a pesar del paso del tiempo aún guardo en mí todos y cada uno de los momentos vividos juntos.

El más lindo recuerdo que tengo de él, es que es un hombre de gran esfuerzo quien  con sacrificio y coraje ha sacado adelante a una hermosa familia y a dos hijas profesionales. Lo mejor es su sencillez, su calidez y esa enorme capacidad para entregar amor.

Gracias a Dios y a la Virgen, aún podemos seguir guardando juntos recuerdos en nuestra cajita de tesoros.

Paula Soto Ávila


Un ejemplo

Hoy, ya no está, sin embargo lo tengo aún presente en cada momento. Siempre estuvo conmigo, me dejó gratas enseñanzas que, aún hoy siendo  mayor, no olvido. Por ser el varón mayor de la familia, a petición suya, tuve el privilegio de estar junto a él en el instante de su partida y ese momento me marcó para el resto de mi vida y no lo olvidaré jamás. Fue un hombre común, pero agradezco a Dios porque me regaló como padre a un hombre íntegro, honrado y responsable que con su sólo ejemplo me dejó preparado para enfrentar la vida.

Teodoro Ulloa.


Último aliento

Son muchos y variados los recuerdos de mi padre, sus clases de ajedrez
y de pool, en donde el alumno llego a ser mejor que el maestro, los
fines de semana de completada o salidas a comer fuera de casa. Son
muchos los recuerdos, pero el más grande, fue dejar en mis brazos, su
último aliento, antes de partir al encuentro de Dios, es una gran cruz
que llevó a cuestas, pero la paz con que se fue, me ayuda día a día, a
ser mejor como persona y como padre. En la distancia, te digo “Te
quiero mucho, viejo”.

Alejandro Abarza Iturra.


Cuánto te quiero

Los recuerdos de mi padre me llevan a mi infancia. Recuerdo los domingo en el estadio gritando un gol de su querido Colo-Colo, el regreso a casa enarbolando la bandera por la ventana de la micro... eran otros tiempos.

Recuerdo, también, su entrega en todas las actividades en que participaba, ya sea en el colegio como Presidente del Centro de Padres o en la capilla como catequista de los padres. También tuve la suerte de trabajar con él y ahí darme cuenta del respeto que le tenían sus pares, no por ser un matón, sino por ser un líder positivo. Nunca una mala palabra, su respeto y humildad lo destacaban por sobre los demás.

Mis recuerdos me llevan también a su agonía, después de soportar varias trombosis. Lamentablemente no recuerdo haberlo abrazado y decirle cuanto lo quiero.

Francisco Santibáñez.


A mi Padre

Hombre, bueno, humilde, intachable ¡Ejemplar!
Con 10 hijos y su mujer a cuestas.
Trabajó 46 años donde mismo, empezó desde abajo y termino siendo
el contador de la firma, teniendo toda la confianza de los dueños, que lo vieron crecer de los 19 años.
Pero, ¡cómo son las cosas! nunca le agradecieron el haber dejado sus pulmones en esas 4 paredes.
Un día cuando estaba viejo y enfermo de cáncer le dijeron que el negocio estaba quebrado, y sin pena ni gloria se fue calladito sin exigir nada; a morir a los meses
en su casa junto a su familia que lo adoraba.

María Teresa Blanco Palomino.


Pese a no saber leer ni escribir, guardo los mejores recuerdos de mi padre, que pese a su ignorancia en muchos temas, priorizó aquellos que su espíritu le indicaba eran mejores para sus hijos, la responsabilidad, el empeño por el trabajo, nunca dejar sin comida a su familia, trabajar aunque se estuviera enfermo porque había un bien superior llamado familia que no podía esperar. Pese a su rudeza nos mostró la obediencia a mi madre en muchas cosas y se entregaba a las decisiones de ella sabiendo que iban en beneficio de toda la familia. Rudeza y humildad una buena combinación.

Jaime Venegas.


Creí que era eterno

Mi Padre ya casi besa la tierra, cuando los años se cargan a su espalda.

¡Mi viejo Padre!, nunca esperé verlo así, como roca desgramada, como roble derrumbado, como camino fatigado.

Pensaba que su cuerpo sería siempre recto, pasos firmes y seguros. Creí en mi niñez, que eran eternas, sus fuertes manos y para siempre sus gruesas venas. Mi padre ya no oye el ruiseñor, se le olvida el sombrero, se hielan las rodillas y me confunde en sus tinieblas.

Al apagar la luz de su cuarto, lo observo dormir; su rostro es puro y apacible, como viendo a Dios.

Claudio Salazar.


Un gran hombre

Considero  a mi padre como un gran hombre, porque de él recibí los mejores ejemplos. Fue un hombre muy cristiano, honesto, muy trabajador, sin vicios y preocupado siempre del bienestar de su familia. A pesar de la enfermedad que padeció desde su juventud y que a los 74 años lo llevó a la tumba, nunca decayó, recuerdo que trabajada en turnos  de noche, noches muy frías, y en el día dormía un poco y se dedicaba a mejorar la humilde casita donde vivíamos. Colaboró y luchó para construir la antigua Capilla  de nuestra Comunidad, a la que quería como una hija más. Fue  Ministro de Eucaristía por varios años, pero su enfermedad lo fue limitando  cada vez más, hasta que El Divino Maestro al que tanto amó, lo llamó a su lado. Hoy lo recordamos con mi madre y hermanas con alegría y mucho cariño, sabemos que desde el cielo él nos protege. Don Rufino, te amaremos por siempre. Tu hija.

Susana Villacura Reyes.


De vuelta a casa

Nací  en una época donde los papás poco o nada participaban de la crianza y formación de los hijos. Soy hijo de José Orlando, un hombre enfermo alcohólico que imponía respeto incluso con su mirada, nunca supe por qué me castigaba, sólo sabía que debía respetarlo por sobre todas las cosas, ya que así me enseñaba mi madre, él era la máxima institución en el hogar, la autoridad. El año 2002 participaba en el JMJ (Encuentro Mundial de Jóvenes) en Toronto, Canadá, cuando una llamada desde Santiago me avisaba que mi papá se desmayó y que se encontraba en coma. Un profundo sentimiento de dolor y pena me invadió, no podía regresar inmediatamente sino hasta el término del encuentro (20 días). En la intimidad de la oración con Dios Padre, le pedí que por favor me permitiera, si era su voluntad, despedirme de él.

En agosto del 2002 regresé a Santiago y fui al Hospital San Borja Arriaran y ocurrió lo siguiente: mi papá despertó del coma  ante la sorpresa de los médicos, me miró y me dijo: “Regresaste”. “Sí”, le contesté y solicité autorización para llevarlo a casa. Los doctores señalaron que iba a morir en cualquier momento, les dije que lo sabía... Llegamos a casa y ya en su cama, le dije: “Papá, estás en casa” y me dijo que siempre estuvo orgulloso de mí, que nunca supo cómo demostrarme su cariño, pero que me quería mucho; lo tomé de la mano y le pedí que rezáramos juntos para dar gracias y comenzamos..."Padre nuestro que estás en el Cielos...” y se durmió para siempre. Gracias a Dios, porque quizás en su silencio mi papá me enseñó a estar presente con mi hija. Mi papá quedo huérfano a temprana edad y nadie le enseñó a querer, la vida para él fue muy dura y aún así supo tener una linda familia con 3 hijos, 4 nietas y una gran esposa que aún lo recuerdan con mucho cariño. Algún día tengo la esperanza en que nos encontremos y le contaré lo lindo que es Toronto.

Cristián Parraguez


Papá de vida eterna

Papá, cómo olvidar tu rostro, si mirándote aprendí a ver la vida como una gracia, a asombrarme cada instante. Aquellos paseos al campo, donde tú llegabas cada fin de semana para no perderte nuestros primeros pasos. Tu dedicación por nosotros ha calado hasta el fondo mi alma y estoy contenta, porque con tu partida descubrí a Dios como Padre, su tierna paternidad me sobrepasa cada día, cuando me corrige, me alienta y me protege veo tu máxima herencia, haberme llevado a la Iglesia desde pequeña y experimentar que estoy invitada a la vida eterna, certeza que hoy tengo con el anhelo de volver a abrazarte y decirte "padre, te, quiero".

Carolina Pereira.