Junio 2009 / NÚMERO 28

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Entrevista Padre Galo Fernández, Vicario de la Esperanza Joven

“Como Iglesia hacemos un tremendo esfuerzo por crear vínculos de confianza”

¿Por qué los jóvenes toman hasta quedar botados?

Es una tremenda pregunta que no tiene sólo una respuesta y que toda la sociedad debiese hacerse. Como Iglesia es bueno que nos la hagamos, porque de algún modo los jóvenes están gritando algo en eso. Percibo una búsqueda de sentido en un mundo que ha perdido su sentido. El pasarlo bien se transforma en un éxtasis y en una meta central para la vida. Hay mucho de soledades, de falta de acompañamiento, de no encontrar espacios donde vivir y desarrollarse. Hay tantos barrios que han sido hechos con casas tan pequeñas que los jóvenes tienen que salir a las calles y encuentran en los lugares de cierto desenfreno el espacio para experimentar que son libres, felices, desplegarse, botar rabias y dificultades.

Estamos en una sociedad tremendamente competitiva. A veces los jóvenes viven en tensión por los estudios, con una sobrexigencia que los carga durante la semana y vivir estos ritmos que han tenido a veces consecuencias tan dolorosas aparece como una válvula de escape.

 

¿De qué manera la Iglesia orienta a los jóvenes respecto al carrete?

Como Iglesia hacemos un tremendo esfuerzo por estar cerca de los jóvenes, por crear vínculos de diálogo y confianza, sin embargo no damos abasto. En el marco de la pastoral juvenil necesitamos mucha más presencia de acompañantes adultos que puedan tener presencia y cercanía, que puedan generar ese vínculo de confianza. Para la Iglesia los espacios de pastoral juvenil y de comunidad son benditos espacios donde los jóvenes logran celebrar, hacer fiesta, que no traiga desenfreno y que termina siendo tan dañino. Son temas que hay que hablar con los jóvenes, son temas que habitualmente en la Pastoral Juvenil se procura tratar, sin embargo la Iglesia queda chica ante la dimensión del mundo de los jóvenes.

 

En este último tiempo se ha visto que a los papás les cuesta ser autoridad y poner límites ¿la Iglesia pone límites?

Estamos en una época en que el acento en la libertad y en los derechos personales ha sido muy fuerte y hemos tenido una débil claridad sobre los límites, los deberes y las responsabilidades. A la Iglesia le ha tocado muchas veces suplir algo que falta en muchas familias. No son pocos los jóvenes que no tienen esa cercanía de sus padres. Sin duda que la Iglesia busca entrar en un clima de diálogo, de encuentro. En nuestra cultura quien parta a punta de límites queda desacreditado. La Iglesia busca entrar en un diálogo, pero también despertar en cada joven una respuesta madura, conciente, que brote desde su libertad. Son procesos y caminos más lentos y podría parecer una actitud autoritaria, sin embargo sabemos perfectamente que esa actitud autoritaria contiene un momento, pero suscita rebeldías mucho peores.

 

¿Cómo desearías que un joven de pastoral carreteara?   

Los jóvenes que participan en las parroquias son muy parecidos a los jóvenes que no están en los templos. Les gusta celebrar, la fiesta… cuánto quisiera que los jóvenes en las parroquias no estuvieran en un mundo aislado, sino que se vincularan, que cultivaran la amistad y que experimentaran toda la alegría que la juventud implica, pero que al mismo tiempo en esos espacios sean un aporte, sean aquellos que plantean la claridad sobre el sentido de la fiesta, que es el compartir, y que no se transforme en desenfreno; que tengan la prudencia y el cuidado de no meterse en cosas que los terminen dañando tanto.