Junio 2009 / NÚMERO 28

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Entrevista a Luis Villar:

Me cuido porque tengo proyectos

 ¿Carreteas?

¡Sí! Cualquier persona lo hace, es un derecho básico el esparcimiento. Hay un estereotipo en la sociedad chilena que es que si estás en la Iglesia tienes que ser un niño bueno y no carretear. Eso es mentira. Uno también tiene derecho a sentarse un rato con los amigos, a conversar. Tengo mis amigos acá con los que carreteo, nos sentamos a conversar de nuestras vidas, de lo que nos pasa, más allá de conversar sobre lo que queremos para la pastoral. Pero me da lata ver la situación actual del carrete, que te tienes que reventar para hacer algo. No me cuadra. Lamentablemente uno ve que gente no lo puede pasar bien si no es con copete, si no llega hasta el fondo. Personalmente digo, qué tiene de entretenido vomitar a las 4 de la mañana, que te tengan que estar llevando a la casa, quedar como un ancla porque nadie te puede mover…

Yo sí me siento con mis amigos, me tomo un trago, comparto, pero la diferencia va en la responsabilidad de uno de parar y saber en qué punto uno se hace daño. ¿Para qué uno va a andar vomitando? Hay gente que dice que con el copete se da voluntad, fuerza. (Hace un gesto de desaprobación con la cara) ¿No te puedo decir algo de frente y normal que no sea tecleándolo o con el impulso del alcohol?

Yo tengo una opción de vida más allá de la formación que te da la pastoral. He ido a carretes más chico, cuando me tocó abrirme a ese mundo, vi gente curada, vomitando en las misma fiesta y dije que no quería eso para mí.

En este tema es importante la familia. La mía me dijo que si quería tomarme un trago que no lo escondiera.

 

¿Qué significa para ti tomarte un trago?

Un vaso de ron con coca cola. Voy a la casa de mis amigos, no voy tanto a la disco. A veces voy a bailar con mi polola, nos juntamos en grupo. Un trago es juntarse con los amigos y compartir y tomar algo y comer algo. Me gusta mucho una publicidad en el metro que dice que tomar en exceso es como tomar un helado de veinte sabores. Es gráfica. Tomar en exceso es como tomarse 10 litros de helado. El trago ameniza, pero no te da voluntad ni es para hacerlo todos los días.

Cuando toca salir a la disco el consumo es más limitado porque los precios son más caros. A los hombres nos discriminan porque cuesta más la entrada. Nosotros con mis amigos vamos a lugares más tranquilos y son más caros en el sentido que tienes que llegar allá en auto y los precios mismos van cuidando la tranquilidad del lugar. No es lo mismo ir a un lugar donde te cobran mil pesos de entrada a uno donde te cobran cinco lucas.

 

¿Cómo carreteas?

Mi preferencia es un viernes o sábado sentarte con tu grupo de amigos a conversar lo que te está pasando, de lo que se te ocurra, tirar la talla, cantar un karaoke. Otros jóvenes se juntan, bailan, toman. Hay otro mundo del carrete que son los que salen a locales, que no se puede hacer tan seguido porque es caro. La gente prefiere el carrete en la casa, para los que son más chicos se juntan en una casa, bailan, se quedan a dormir allá y se van al otro día temprano. Yo tengo la suerte que me prestan el auto de la casa, cuando quiero me voy. Me quedo carreteando a veces hasta tarde porque estoy conversando, pasándolo bien. No le siento pecado a eso. El tema es cuando te empiezas a reventar, cuando necesitas fumarte un pito. Algunas personas lo ven como una costumbre. Si te fumas un pito trastoca lo que estás sintiendo, pierdes la noción del tiempo. Si me tomo un vaso de ron sigo siendo el mismo. Cuando salgo y ando manejando no tomo

 

¿Nada?

Nada, ni una cerveza. En mi grupo de amigos nos rotamos para que no le toque siempre ser chofer al mismo. Tengo conciencia. Es cosa de prender la tele y ver los accidentes que se producen a causa del trago. Yo no quiero eso para mí. Alguien puede decir que cualquier curado te puede matar, pero yo no quiero ser otro peligro público más. Es por conciencia. Generalmente voy con mi polola al lado, llevamos un año juntos, tengo que ir a dejarla a su casa y volver a la mía.

 

¿Cuándo probaste el alcohol por primera vez?

En la gira de estudios de cuarto medio fuimos a una disco, nos dieron un free pass y pedí un trago. La primera vez probé un poquito. Me pareció fuerte, después fui tomando un poco más, pero me lo tomé como un proceso normal. No fue nunca con ansiedad de probar el copete o el cigarro. Tampoco fue con presión social de que hay que tomar, porque o si no uno es una “niñita”. No fumo porque no me gusta, porque prefiero gastar mi plata en otras cosas.

 

Para ti ¿Cuál es la diferencia entre la marihuana y el trago?

A la droga la considero mala desde el primer momento. La diferencia con el alcohol es que si te tomas un vaso de ron con bebida el sábado no es nocivo porque no es una costumbre. 

El copete, si no lo haces seguido, si no lo tomas como una costumbre, en su justa razón no está mal porque no genera un daño si eres responsable. En cambio con un pito, con una pastilla, puedes perder la conciencia. Quedas tirado y chao.

 

¿Por qué te cuidas?

Luis Villar carretea para tener un momento de esparcimiento con sus amigos y no para salir de la realidad. Es un espacio de relajo, sin la preocupación por el tiempo. Es un espacio para botar tensiones bailar, por ejemplo; también voy al estadio y grito y me relajo aunque mi equipo, el Colo Colo, pierda de repente. Para otras personas carretear es una vía de escape, de olvidar problemas, pero pasa lo que siempre digo, esas personas al otro día ya no tienen uno, sino dos problemas: el que tenía antes de ir a carretear y la tremenda caña.

Uno está en una pastoral donde se afrontan los problemas de otra manera, tienes la suerte de tener acompañamiento de alguien que escucha tus problemas, uno tiene amigos que te escuchan, que cuando los necesito ahí están.  

 

¿De qué manera la fe te influye en todo aspecto de la vida?

Cuando uno se ha encontrado con el Señor los problemas se afrontan de otra manera. Uno no se escapa. Uno encuentra una respuesta en Cristo a los problemas y eso es decir que uno está en sus manos. Uno siempre pide para que se solucionen los problemas, pero si uno le tocan conflictos, hay que enfrentarlos, porque uno sabe que está junto al Señor.

El apoyo lo encuentro en mis amigos. Ellos no te solucionan los problemas, te dan consejos. A veces yo no los he tomado y me he equivocado pisando más a fondo el problema. Los amigos te dan otra visión. Si hay un conflicto con un amigo no es cosa de cortarlo, hay que darle otra oportunidad. Conversar las cosas, aclarar los temas.  

 

¿Por qué los jóvenes llegan al límite?

La gente que lo usa como vía de escape aparte de vomitar el copete, vomitan todo lo que les pasa en la semana, vomitan los problemas familiares, la falta de afecto. Hay universitarios que vienen de provincia, hay también personas que quieren ser aceptados. Ahí va el tema de quererse y de sentirse bien como uno es. Eso se da mucho en los secundarios. Son respuestas a carencias. Tomar hasta el fondo es borrarse por un par de horas de lo que pasa en la casa o con los amigos, de olvidarse por la presión de tener éxito, llegar a la universidad, rendir.

Para mí no tiene gracia borrase por un rato. Yo salgo, me juego un partido, pero eso suena muy lindo para estos tiempos…

La vía de escape se usa cuando hay una emergencia. Tengo un apoyo para no llegar a los extremos que es la fe. Eso es fundamental. Lo que me va pasando lo voy viviendo con mis amigos, con mi polola, con mi familia.     

 

¿Con quiénes sales?

El grupo de amigos con que me junto es relativo. A veces somos cuatro, a veces ocho, a veces 10. Algunos son de la parroquia. Para mí el carrete en la universidad no es lo mismo que acá. En la parroquia me siento a conversar. En la U es distinto y lo experimenté un poco en primer año. No hablo con desconocimiento de aquellos carretes. Yo estuve ahí porque quería ver si me llamaba la atención o no. Ese proceso lo hice cuando fui mechón. Ahí me di cuenta que si uno se quiere reventar todos los días en la universidad, perfectamente puede hacerlo. Para mí la universidad es un espacio de estudios, donde tengo un par de amigos, pero el carrete es con otra gente.  

 

¿Qué rol cumple tu familia en este tema?

A mis papás nunca los he visto como mis amigos, mis papás son mis papás y ellos, con todo amor me corrigen.

Cuando les conté que había probado el trago me dijeron: “OK, pero cuídate. Si vas a tomar cuídate. Si te sientes mal, para, pero es una responsabilidad tuya. Sabes cuáles son tus límites y lo que quieres de ti. Si quieres amanecer todos los domingo con hachazo vamos a estar ahí para corregirte, pero no queremos eso de ti. Confiamos que puedas discernir eso”. Es cuidarme a mí, lo que quiero ser y lo que busco.

También me dijeron que si quería fumar que lo probara, pero que no me iban a dar plata para el vicio.

Me dicen que me cuide porque hay amor, cariño, porque la sangre tira. Me prestan el auto, pero me dicen que hay que venir con todos los sentidos puestos. Me enseñaron que cuando diera el verde hay que esperar  por si alguien pasa con rojo igual. Tengo un aprecio por mi vida grande porque siento que me faltan muchas cosas por hacer y una actitud irresponsable te puede llevar a truncar la vida. Después no quiero andar diciendo: “Pucha, si me hubiera cuidado…” Y no porque me cuide tengo una vida fome: salgo, bailo, tomo un trago, pololeo, juego a la pelota, pero con un cuidado especial porque quiero estar con mis dos piernas, con mis dos brazos, con todos mis sentidos. Ahí hay una diferencia. Mucha gente piensa que si no se revienta y no toma hasta el fondo para ser el más bakán del carrete lo va a pasar mal.  

 

¿Te sientes responsable de los chiquillos de la pastoral?

También me siento responsable con los chiquillos de la pastoral. Hay una imagen que cuidar. Salgo a carretear con ellos y me preocupo que no lleguen hasta el final. Tampoco el animador se puede curar con ellos y no es que lo pueda hacer en otro lado. Hay un sentido de responsabilidad y de coherencia. Si uno dice que no fumen y si uno fuma, pierde credibilidad.

Los cabros no compran “la vendida de pomá de la boca pa’ fuera”. Yo les digo que carreteo, que salgo a bailar, pero me cuido. Tomo un vaso o dos, pero me cuido. Uno sabe sus límites. Los cabros pescan con la confianza, no es llegar e imponerles cosas. Te van creyendo porque he carreteado con ellos y me han visto. Tengo una forma de vivir en búsqueda de bondad y amor, pero soy normal. Si se revientan no los crucifico al tiro. Uno hace un proceso. Les pregunta si se le olvidaron los problemas después de la borrada. Después les duele la cabeza, los retan, no pueden rendir para la prueba… entonces se agrandaron sus problemas. Ellos mismos se dan cuenta que no sirve. Ellos saben que uno también tiene problemas.

 

¿Te impacta cuando muestran noticias de accidentes de jóvenes?

La noticia me impacta porque se trata de la pérdida de una vida, pero socialmente es casi normal y lo interpretan como que es mala suerte. Hay situaciones que se ven lejanas hasta que no te tocan. Cuidarse no significa no carretear, el tema es el exceso y no usarlo para escapar, porque te trae más problemas.