Junio 2009 / NÚMERO 28

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Entrevista a Monseñor Santiago Silva, Obispo Auxiliar de Valparaíso:

La Biblia, ¡Palabra de Dios!

Monseñor Silva es secretario general de la Conferencia Episcopal; Licenciado en Teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile y Licenciado en Sagrada Escritura en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Además es el Obispo responsable del Centro Bíblico para América Latina, Cebipal, del CELAM.

 

¿La Biblia es católica o es parte judía y parte católica?

La Biblia es católica. Pero tiene un antepasado judío. En la tradición católica no podemos desconocer la tradición judía. El mismo Jesucristo fue judío. El Antiguo Testamento (A. T.) es la historia del pueblo de Israel, la salvación que Dios realiza en y por Israel. El Nuevo Testamento (N. T.) es la presentación del Hijo de Dios que nos propone la salvación, que nos ofrece la libertad. El N. T se entiende sobre la base del A. T, pero el A. T. encuentra su plenitud en el N. T. Con sólo el A. T. nos quedamos sin un complemento fundamental, no se entiende la figura de Jesucristo, pero tampoco esa figura se entiende si no somos capaces de asumir las tradiciones del pueblo de Israel contenidas en el  A. T. Un ejemplo concreto, Jesús, cuando está entregando su vida en la cruz habla de “alianza”. Uno no puede entender a qué se refiere Jesús si no va  al A. T., mundo judío, Israel, para entender qué es la Alianza, para darse cuenta allí de que Dios se entrega su pueblo, hace un  trato con su pueblo, con un sentido de pertenencia mutua.

 

¿Es bueno, entonces, que los católicos conozcan y lean el A. T.?

Es absolutamente necesario que los católicos conozcan el A. T., porque estamos conociendo los presupuestos de la vida y de la obra de Jesucristo. Cuando uno quiere entender bien  a una persona, no sólo tiene que entender la historia presente, también tiene que entender su historia pasada. La historia pasada de Jesucristo es su pueblo, Israel, y es la historia pasada nuestra, de los cristianos, Israel. Es la historia de la Iglesia. La historia pasada de la Iglesia es la historia de Israel. Entonces, para poder entendernos bien a nosotros mismos tenemos que mirar la historia.

 

Pareciera que hay dos dioses, el Dios del A. T., más duro, que permite guerras en las que matan a los israelitas por miles, y el Dios del N. T., Jesucristo, que habla de amor, de perdón. ¿Es así?

Lo que pasa es que esto hay que leerlo desde la progresión en la revelación. Dios se revela, se da a conocer no de un modo absoluto en un sólo instante, porque se revela en razón de la capacidad de comprensión y aceptación del ser humano. Entonces, va preparando esa capacidad de aceptación, de asumir lo que Dios le revela, y eso tiene que ser progresivo. Y no es lo mismo lo que entienden los destinatarios de Jesucristo.

 

¿Son economías distintas?

Es la misma economía, pero en progreso, buscando la plenitud en Cristo Jesús. Un ejemplo muy concreto: antes existía la ley del más fuerte en las relaciones humanas. Después vino la Ley del Talión, “ojo por ojo y diente por diente”. Uno dice, “pero cómo puede ser que los hombres se relacionen así”. Claro, desde nuestra perspectiva nos parece muy raro, pero en ese minuto, para ese momento, era un avance muy significativo frente la ley del más fuerte (la Ley del Talión estableció una proporcionalidad entre el delito cometido y su castigo, con el fin de que la sanción no fuera mayor que la falta. De ahí viene el “ojo por ojo, diente por diente”). Después vinieron los profetas con la atención a los pobres, la preocupación por los marginados. Y después vino Jesucristo, con el amor a los enemigos y con el amor  según su modelo, “ámense como yo los he amado”. Y eso fue la plenitud de esta revelación que comenzó hace muchos siglos. Y así con  varios temas, hay una progresión. Por eso que el del A. T. nos puede parecer un Dios que castiga tremendamente al adversario, que castiga tremendamente a los pecadores, pero hay que verlo en su situación histórica y en plan de progresión.

 

¿Qué provecho tiene para una persona leer la Biblia o empezar a leerla, si no lo ha hecho hasta ahora?

Para sacarle provecho a la  Biblia es bueno leerla a partir de la propia vida. ¿Qué significa eso? La Sagrada Escritura es una propuesta de sentido, entonces hay que comenzar a darse cuenta, primero, que necesito sentido de mi existencia; segundo, que necesito un sentido trascendente, que la vida no se agota en todo lo que hago, que hay mucho más. Desde esta búsqueda de sentido trascendente, uno va a leer la vida de Jesús, su enseñanza, sus actos. Y todo eso tiene una resonancia tremenda, porque Jesús  me está hablando a mí; a través del evangelio está saliendo al encuentro de mi vida, con mis situaciones, mis dificultades. La escritura no es un libro de historia. De repente se puede tomar la escritura para aprender de Jesús en el sentido histórico, científico. Pero la finalidad de la escritura no es escribir la historia de Jesús. La finalidad del N. T. es presentar a Jesús en cuanto él es el Mesías, el Hijo de Dios que habla y transforma mi existencia. Entonces, uno va con otros presupuestos a leer la Sagrada Escritura, ella se transforma en un mensaje tremendo, porque se produce el diálogo de la vida de Cristo con mi propia vida.

 

Para ir a la lectura de la Biblia ¿es necesario que uno vaya con una necesidad existencial muy grande?

Eso por un lado, porque sin que sea una necesidad existencial, fundamental, hay un ansia de Dios, un deseo de Dios. Yo quiero salir al encuentro de Dios. ¿Cuáles son las mediaciones de encuentro con Dios? La Sagrada Escritura. Ella te va alimentando esta ansia de encuentro con Dios.

 

¿Qué recomienda a una persona que quiere empezar a leer la Biblia? ¿Por dónde comenzar?

Yo recomiendo comenzar por uno de los evangelistas más fáciles, que es san Marcos, leer san Marcos completo y, luego, pasar al otro san Lucas. En San Marcos está la vida de Jesús y su enseñanza a través de los actos. En san Marcos hay muy poco discurso Jesús, pero sus actos son uno detrás de otro; que sanó a un enfermo, que limpió la lepra de tal persona. El acto de Jesús va revelando su persona, su enseñanza. Y después, pasar a san Lucas, para descubrir la otra dimensión, las palabras de Jesús. En Marcos, principalmente los hechos, en Lucas, principalmente las palabras de Jesús. Después, leer los Hechos de los Apóstoles, la comunidad de Jesús; cómo la comunidad de Jesús, a partir de la fe en Cristo, se extiende por el mundo a anunciar su evangelio. Una vez que se han leído estos tres libros, volver a la vida de Jesús con los otros dos evangelios, Mateo y Juan.

 

¿Cómo recomienda comenzar a la leer el Antiguo Testamento?

Al mismo tiempo que se lee el N. T. conviene leer algunas páginas del A. T. en razón del nuevo. Por ejemplo, estoy leyendo la Pasión de Jesucristo y en la Última Cena habla de la Nueva Alianza. ¿Qué significa esto de la alianza? Me voy al A. T., tomo algunos textos, capítulos del Éxodo para enterarme lo que es la Alianza. La recomendación es leer el A. T. primero en plan instrumental, en función del N. T. La Biblia de Jerusalén, La Biblia de América tren paralelos (citas al margen o en la parte superior del texto que llevan a otros libros de la Biblia que tratan sobre el mismo tema) que sirven, por ejemplo, para, desde los evangelios, ir a textos del A. T.

Después, hay textos del A. T. que deberían  leerse por sí mismos, me refiero fundamentalmente a los salmos, el libro de oración de Israel y también  de la Iglesia Católica. Conviene leerlos y recurrir a ellos con frecuencia. El resto de los libros del A. T., en un primer momento, leerlo en plan instrumental, en razón del texto del N. T que estoy leyendo.

El mismo N. T ayuda. Por ejemplo, Jesús habla sobre el divorcio y dice que en el principio Dios los hizo hombre y mujer. Este pasaje tiene que servir para leer los tres primeros capítulos del Génesis.

 

¿La Biblia presenta hechos que realmente ocurrieron o son puros símbolos, alegorías?

Partamos por los evangelios. Hay que tener claro que los evangelios no son historias de Jesús, biografías de Jesús. El evangelio es un anuncio de fe acerca de Jesucristo. Es el anuncio de que Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios. Para poder anunciar esta verdad se describen algunos aspectos, algunos rasgos de la vida de Jesús. El evangelio no se escribió porque querían  escribirlo. Lo que pasó fue que los testigos de Jesucristo comenzaron a morir y las personas que querían conocer la vida de Jesucristo necesitaban un recurso. El evangelio es una especie de extensión del testimonio que vienen dando los apóstoles. No es que un escritor dijera: “Voy a escribir un evangelio”. El apóstol comenzó a anunciar a Cristo, pero comenzaron a morir. Entonces ¿qué se hizo? Para mantener el testimonio apostólico, de aquellos hombres que habían vivido con Jesucristo, de aquellos que habían tenido la experiencia de Jesucristo Mesías, el Hijo de Dios, pusieron por escrito lo que esos apóstoles anunciaban.

La escritura necesita el esfuerzo de meterse en la cultura de esa época. No puede leerse un texto del siglo I dándole el significado propio del siglo XXI. Si leo los términos “justicia”, “benevolencia”, “gracia”,  no puedo darles el sentidos que se les de en el siglo XXI. Hay que meterse en aquella cultura paras conocer los significados que esa cultura daba a esas palabras.

 

¿Los contenidos de la Biblia fueron escritos por inspiración divina?

Sí, es inspiración divina para enseñar. Si yo escribo lo que hizo un hermano mío y te digo: “Mira, mi hermano se sentó a esa hora, luego se paró e hizo tal movimiento”, ¿eso te enseña algo? No, lo que te enseña es el sentido del acontecimiento que se relata. Un historiador busca los acontecimientos que se han dado en un tiempo y en un espacio. Quien lee la Biblia, los evangelios, busca el sentido de los acontecimientos. Los discípulos, los apóstoles, no tienen la intención de hablarnos estrictamente de cada acontecimiento que Jesús vivió. Pero sí tienen la intención de saber dar el sentido profundo de esos acontecimientos. Los evangelios son catequesis y no historia. Cuando Jesús cura a un enfermo puede que lo haya curado allá o acá, en la mañana o en la tarde. Cuando los evangelios traen tres o cuatro relatos de milagros, es evidente que esos milagros no se hicieron uno tras de otro. El evangelista reunió los milagros para explicarnos su sentido y mostrarnos que Jesús, a través de esos milagros, se presenta como el Mesías, como el que hace presente el Reino de misericordia y de justicia. Por eso que Jesús hace milagros.

Es importante tener claro que no se puede ir a leer los evangelios con mentalidad histórica, porque no pertenecen al género literario de la historia. Pertenecen al género literario de los evangelios. Y el evangelio es un testimonio de fe, la proclamación de la Buena Nueva que Cristo ha muerto y resucitado por mí.

 

¿Es igual para el Antiguo Testamento?

Es algo similar. Para entender el tema de la historicidad hay que entender dos cosas: primero, de qué género literario se trata. No puedo interpretar un género literario como la poesía, la leyenda, los salmos, y decir que se trata de historia, porque el autor no estaba pensando en la historia. Lo segundo es considerar qué es lo que los autores de la Biblia piensan de la historia y lo que yo pienso de la historia. Y son conceptos diversos. Para uno,  en el siglo XXI la historia es aquello que puedo comprobar, porque realmente sucedió y a través de una investigación puedo establecer el acontecimiento en su tiempo y en su espacio. Para ellos, historia es aquello que produjo un cambio de vida, una transformación  de la existencia, que marcó una etapa nueva. En el siglo XXI cargamos la historia hacia el lado objetivo; en tiempos del A. T. se carga el término historia hacia el lado subjetivo: aquello que a mí me conmociona, me provoca algo o significó para mi familia una transformación  importantísima, eso es la historia, lo demás, ni lo conozco.

 

¿Se puede usar la Biblia como un libro de oración?

Si uno toma la escritura como lo he explicado y no como un libro de historia, necesariamente la escritura es oración. Si uno la toma sólo como historia, no se involucra, la lee para aprender. Pero si yo estoy metiendo mi vida y poniéndola de cara a la vida de Jesucristo la oración brota. La Sagrada Escritura sin la oración no resulta, no se le saca todo el provecho.

 

¿Con qué periodicidad es bueno leer la Biblia?

Cuando se está iniciando en su lectura, es bueno ser fiel. Si me propuse dos veces a la semana así lo voy a hacer. Después, cuando uno empieza a leerla y degustarla, los periodos de lectura tendrían que ser más seguido.

 

¿Quién puede interpretar los contenidos de la Biblia? ¿Cómo se interpretan sus libros?

La Sagrada Escritura fue confiada a la Iglesia y la Iglesia tiene pastores que permiten una comprensión adecuada de la Biblia. No porque a ellos se les ocurra decir lo que dicen, sino porque ellos toman, asumen la tradición de fe, la enseñanza que viene del tiempo de  Jesucristo a través de los siglos, para presentar la verdadera figura de Jesús. Si no tuviéramos un magisterio de la Iglesia, unos pastores a cargo de hacer presente hoy la enseñanza de Jesucristo, tendríamos a cada uno de los católicos diciendo lo que les parezca de la Sagrada Escritura. Que es el problema de nuestros hermanos evangélicos. En caso nuestro, la interpretación de la escritura tiene que darse en el seno de la Iglesia y unos a otros nos ayudamos a interpretar correctamente la Sagrada Escritura, guiados por los pastores.

Cuando hablamos de interpretación estamos hablando de aquellas verdades de fe que las escrituras nos transmiten y que los pastores están a cargo de enseñar.