Junio 2010 / NÚMERO 40

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El riesgo de transformar la emergencia en algo permanente

Entrevista al sociólogo Lorenzo Figueroa, secretario general de Caritas Chile y director del Área Social de la Conferencia Episcopal, Magíster en Psicología Social, casado, cuatro hijos.

¿Cómo percibe la situación actual de los damnificados a tres meses del terremoto y maremoto?

Creo que la situación  es preocupante, dada la gravedad del terremoto y su extensión, que cubre el sector más poblado y reúne a las regiones más empobrecidas, como la VII, que tiene los índices de mayor cesantía por la agricultura, que no logra incorporarse al sector exportador. Después tenemos la VIII, el Golfo de Arauco, quizás la zona más pobre, no sólo económicamente sino también de abandono. Es como un Chile olvidado. En este contexto, es preocupante la situación actual. La ayuda sigue llegando, pero con lentitud.  Algunas de las soluciones son urgentes. Queda claro que la mediagua por sí misma, en su condición de respuesta de emergencia, no es una solución.

¿Cuáles son las necesidades más urgentes?

Esto nos lo decía la gente desde antes que empezara el mal tiempo: “La ayuda en alimentación demoró, pero está”. Ahora la mayor preocupación es el techo, dónde cobijarse. Se requieren mínimas condiciones. La mediagua soluciona, pero requiere un entorno, servicios básicos, electricidad, agua. En algunos casos hay baños químicos, otros recurren a sus vecinos, pero los adultos mayores no pueden salir a un baño que está afuera. Entiendo que en el sentido de la urgencia, lo primero es proteger, pero creo que el nivel de desarrollo de nuestro país está como para dar una solución un poquito mayor.

Creo que lo que queda ahora es apurar la solución más definitiva. Sería un drama transformar esto, que es una situación de emergencia, en algo permanente. Esto es lo que tiende a mostrar la experiencia internacional, que hay que tener cuidado con la emergencia, porque estas soluciones en muchos casos terminan por transformarse en permanentes.

En el proceso, ¿va cambiando el tipo de emergencias que es necesario abordar?

Sí. Por ejemplo, las mediaguas se construyen muy juntas, lo que genera un tema de convivencia que es complicado. En la medida que esto se prolonga en el tiempo se generan conflictos y ya hay algunos indicadores. Pensamos que junto con la ayuda material, ya sea del Gobierno, la Iglesia y la sociedad civil, necesariamente tiene que haber un acompañamiento psicosocial, de apoyo emocional y espiritual, porque la necesidad de hacer una vida más o menos normal es también una primera necesidad. Es un cúmulo de necesidades. Esto es una herida que ha remecido todo. Felizmente la educación se ha ido solucionando. Pero ahora, en invierno, con las lluvias, el frío y la humedad se prevé el problema de la salud. En una situación normal en esta época aumentan las enfermedades respiratorias, por lo que en esta emergencia ese problema será mayor y nuestros servicios de salud no están totalmente recuperados.

¿Ve que se esté trabajando en prepararse para enfrentar en buenas condiciones la atención en salud en la zona afectada para casos que se sabe que van a ocurrir en este campo?

Yo creo que aunque hay una intención, no están todavía dadas las condiciones. En la Región del Maule y también en la del  Bíobío hay hospitales que no están operativos. Hay hospitales de emergencia que han sido de gran ayuda, pero no son suficientes. La autoridad está haciendo el esfuerzo de prever esa situación.

Tres proyectos clave par superar la emergencia

¿Qué está haciendo Caritas en este momento de la emergencia?

Hemos canalizado la ayuda de muchas diócesis y también del extranjero, lo que  nos permitió llegar al inicio con alimentos, carpas, pañales y otros enseres mínimos. Fueron más de 2 mil toneladas en la primera etapa que, gracias a este sentido de red que tiene la Iglesia con las parroquias y capillas, nos permitió llegar rápido a la base. Dentro de las posibilidades limitadas que tenemos de recursos, gracias a Caritas Internacional hemos generado unos pequeños proyectos en cerca de 12 localidades entre Rancagua y Concepción.

Queremos aportar con pequeñas soluciones en tres ámbitos. En lo habitacional, con una vivienda de emergencia bastante mejor de lo que es la mediagua, con más espacio y alguna división. O ayudar a reconstruir viviendas o facilitar un pequeño fondo para que la gente postule al subsidio. Otro aporte se refiere a las economías domésticas locales, como ayuda a pequeños productores, de vino por ejemplo, que pedieron sus bodegas. La gente nos dice: “Tenemos nuestras manos, queremos volver a trabajar”. Hay un sentido de dignidad muy fuerte en la gente, que es bien admirable. Otra dimensión es la ayuda psicosocial y espiritual. No se trata sólo de reconstruir casas. Sobre todo tenemos que reconstruirnos como personas. Esto ha generado mucho sufrimiento. Acompañar a volver a ponerse de pie y recuperar la esperanza. Esta dimensión tiene un componente social: cómo fortalecer esos liderazgos, esas comunidades, para facilitar que la gente acceda a las políticas sociales del Estado. Son proyectos pequeños, para unas 50 o 100 familias en cada lugar, según los fondos que recibamos.

¿Es por lo tanto, necesario que el aporte de ayuda no se detenga?

Estas campañas  a veces dejan la sensación de que ya está todo hecho. Por eso estamos lanzando una nueva campaña (ver recuadro) con la idea de que el olvido no puede ser otra de las graves consecuencias del terremoto. Hay que seguir adelante, pero no podemos olvidar a estos cientos de familias que todavía están sufriendo. Estamos reactivando las tres líneas antes mencionadas: lo laboral, la vivienda y el acompañamiento psicosocial. En este momento, la mejor ayuda es recopilar recursos económicos, porque es más fácil definir con cuáles de esas líneas vamos a apoyar concretamente  a cada localidad.

Hay un doble llamado. Uno a conductas concretas de permanente colaboración y cercanía con los que sufren. Otra dimensión es más ciudadana, que participemos en la discusión sobre el país que queremos reconstruir, qué tipo de ciudad. Aquí hay una oportunidad de construir un país más solidario, más fraternal.

El gran valor de la participación

¿Cómo aprecia que se está canalizando la ayuda del gobierno a los damnificados?

La percepción que tenemos por conversaciones con mucha gente y muchas comunidades es que la ayuda ha sido lenta, quizás por la instalación de las nuevas autoridades. Incluso de alcaldes del mismo gobierno recogimos la sensación un poquito de abandono, de tardanza y un reclamo por no ser considerados en el diseño de políticas de respuesta a la emergencia. Hay una demanda fuerte de mayor participación, de que se les escuche. De repente llega la ayuda por arriba, sin consultar a las bases. Un criterio nuestro es que cuando la gente participa se compromete más. Incluso en circunstancias de mayor urgencia siempre es posible el espacio para una participación de la comunidad. Es un valor profundo, porque ahí se juega la dignidad de las personas, su protagonismo, la creatividad, que aún en los límites del dolor la gente es capaz de expresar.

¿Existe todavía el riesgo de que a muchas familias las sorprenda el pleno invierno en situaciones demasiado precarias para enfrentar las lluvias y los fríos?

Es un riesgo real y creo que todavía estamos a tiempo de hacer algo. Efectivamente la gente lo está pasando mal y hemos tenido sólo las primeras lluvias. Aunque la recomendación es  cerrar cuanto antes la etapa de la emergencia, creo que ha habido un poco de prisa en hacerlo, pero estamos todavía en la emergencia. Las mediaguas construidas son un aporte, pero la necesidad es mucho mayor. Ciertamente hace falta un esfuerzo adicional, en el que el gobierno tiene una primera  responsabilidad. Pero estamos conscientes de que en un desastre de tal magnitud cada uno tiene una tarea. Nosotros no podemos dejar solo al gobierno. Cada ciudadano, y particularmente la Iglesia, cada cristiano, no puede quedarse indiferente. Aquí está la necesidad de una acción permanente.

Las familias que están en mediaguas, ¿pasarán todo el invierno y el próximo verano en esas viviendas de emergencia?

Yo quisiera creer en que los planes del gobierno en el sentido que en seis meses estará lista la oferta de vivienda permanente van a cumplir. Pero sabemos que eso es difícil. Es un llamado de alerta.

¿Cómo califica esa iniciativa de viviendas permanentes?

Hay cosas positivas. Por ejemplo, que se diversifique la oferta, lo cual es bueno. La experiencia pasada nos muestra que se construyó un tipo de vivienda social que era el mismo en una ciudad tan poblada como Santiago que en un sector rural, lo que no puede ser. Eso es un avance. De todas maneras, hoy la capacidad de ahorro y de endeudamiento de las familias está destruida. Se requiere un esfuerzo especial del Estado no sólo en cuanto al financiamiento, sino a darle mucha urgencia a esta respuesta.

¿Es posible que ante el descontento se empiecen a producir manifestaciones de protestas que lleguen a ser, incluso, violentas? Ya una mujer quemó una mediagua.

Efectivamente el nivel de dolor, de frustración de la gente en situaciones límites genera condiciones para una movilización, porque la gente está cansada, ha esperado mucho en situaciones muy adversas. Es un riesgo. Pero la solución para eso, aunque es compleja, es clara: junto con la búsqueda de soluciones materiales y financieras eficientes, la reconstrucción y la emergencia suponen el protagonismo de las personas, generar canales de participación de las comunidades, que haya acogida, escucha a sus planteamientos.

Por un Chile Entero

Así se llama la nueva campaña impulsada por Caritas Chile en conjunto con Servicio País, para  reunir fondos hasta fin de junio en beneficio de proyectos para mil 500 familias damnificadas de la zona centro-sur. Los aportes se pueden hacer en la cuenta Caritas Chile Nº 117-01, del Banco de Chile y en el sitio www.porunchileentero.cl