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Edición NÚMERO 64
Junio 2012

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Caterin Bravo: con la esgrima en los genes
No es la primera ni la segunda generación que practica esgrima, sino la tercera y ya está preparando a la siguiente: su hijo mayor. Y además, su entrenador es su papá.

En julio vivirá nuevamente su sueño profesional: participar en unos Juegos Olímpicos (JJ.OO.). Es la segunda vez que clasifica, después de Sydney 2000. Y si bien no espera una medalla olímpica, va con las ganas de superarse a sí misma.

“Tengo claro que hay que guardar las proporciones, porque las demás esgrimistas tienen un ritmo de competencia que está a años luz del nivel de Chile. Así que pretendo pasar la primera ronda por lo menos”, reconoce Caterin Bravo, esgrimista que representará a Chile en los JJ.OO. de Londres 2012.

Con 36 años, Caterin, nacida en Alemania y criada en Francia, está casada, tiene dos hijos y se divide entre familia y esgrima, disciplina deportiva que conoce desde que nació y a la cual se dedicó por curiosidad.

  • Mi abuelo era militar y maestro de esgrima (profesor) y le enseñó a sus hijos. Uno de ellos es mi entrenador: Héctor Bravo, mi padre. Él le enseñaba a mis hermanos mayores y yo quería saber qué hacían cuando se iban de la casa y me dejaban sola. Así que fue el complejo de Edipo el que me acercó a la esgrima.

 

— ¿Qué rescatas de trabajar con el papá?
Qué mejor que estar apoyado por él, quien me formó desde campeonatos locales hasta los JJ.OO. Seguir toda esa progresión con una persona es muy grato, sobre todo si es el padre. Es una complicidad que creo ningún deportista puede tener.
Pero, en mi adolescencia y con él más joven, éramos más impulsivos y pasábamos por altos y bajos. Además, hasta en la cena conversábamos del tema. Pero maduramos y nos estabilizamos.

— ¿En qué más te aferras antes de cada competencia?
Necesito estabilidad familiar, estar tranquila, saber que mis hijos están bien cuidados y concentrarme una semana antes en el deporte. Al viajar con mi papá, tampoco me afecta la soledad, como a otros deportistas.

Asimismo es fundamental el apoyo de Felipe Soto, su marido, atleta de taekwondo y que también viajará a Londres, pero como director técnico de una de sus alumnas.

— ¿Cómo vives los triunfos y derrotas deportivas?
Hay que aprender de los dos, sobre todo de la derrota en la esgrima. Me pueden ganar, pero no debo perder, es decir, hay que rendir al máximo y superarse a sí mismo, aunque no ganes. Además, uno aprende de sus errores y así acumulas experiencia. Los triunfos se los dedico a mis hijos, porque me pesa mucho el estar ausente, es el cargo de conciencia de madre.

Enseñando mosqueteros
¿Debieran las personas conocer más la esgrima? Para Caterin la respuesta es un rotundo sí, porque le ha dado superación constante de sí misma, poder plantearse objetivos, caer, pero volver a levantarse: “Al final, los esfuerzos siempre rinden frutos en la esgrima”, asegura.

Este es la lección que trata de dar en las clases que da a niños en la Federación de Esgrima, idea que se le ocurrió a su hijo mayor: “Ellos llegan porque alguna vez en su vida tomaron una ramita y se creyeron el Zorro o mosquetero. Y mis clases son muy lúdicas, siempre con el aspecto de juego, de los caballeros, con respeto y mucho honor”.