Marzo 2008 / NÚMERO 13

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“Entrevista al Vicario para la Educación
Pbro. Juan Francisco Pinilla

1) ¿Cuál es el rol que le entrega a la familia frente al proceso educativo de sus hijos?

Ante todo quiero destacar que la pregunta atañe al rol de la familia, es decir a aquel ambiente que incluye, pero a la vez traspasa el núcleo del padre y la madre. Sabemos que la familia es la primera experiencia de vida y amor, afectiva y social de la persona. Es allí donde se desarrollan las primeras nociones cognitivas, éticas, valóricas y espirituales sobre la realidad.

De esta manera, los padres son los primeros y fundamentales educadores de sus hijos y la escuela es su complemento natural y colaborativo.

La etapa escolar marca una primera fase y fundamental de un largo proceso de formación personal. La familia, por razones de cercanía y afecto, también puede estimular habilidades sociales y destrezas intelectuales como la lectura y la comprensión, la observación del entorno social y natural, el espíritu crítico, el amor a la verdad, la capacidad de dialogar y de aceptación de los demás, entre otras muchas. Además, la familia –específicamente la cristiana- constituye una escuela de fe insustituible que va abriendo al niño o joven al sentido de trascendencia de la vida, en complemento con la labor evangelizadora que realiza al menos la escuela católica y que está en el corazón de su vocación educativa y formativa.

Por cierto este rol no está exento de dificultades, hay demasiados estímulos e influencias de toda índole, y para la familia supone un inmenso desafío para la transmisión libre y natural de valores.


2) A su juicio, ¿cómo ven y/o valoran los alumnos la preocupación de sus padres en su educación?

Yo creo que entre los jóvenes existen sentimientos encontrados al respecto. Por un lado, sobre todo durante la adolescencia, existe la tendencia natural de los jóvenes a diferenciarse del resto y adquirir su propia identidad, sobre todo en relación a sus pares, con los cuales van forjando un sentido de pertenencia. Por otra parte, hay entre los hijos una profunda necesidad de cariño por parte de sus padres y una demanda por límites claros no impuestos arbitrariamente, sino propuestos desde la legitimidad del amor, el testimonio y la solidez de valores que inciden decisivamente en la vida. En cuanto a la injerencia de la familia en la educación escolar de sus hijos, existe suficiente evidencia en el sentido de que cuando ésta más se compromete en este proceso, aumentan los estímulos y el rendimiento académico mejora.


3) Aparte de las reuniones de curso, ¿qué otras instancias existen o podrían promoverse para conseguir una mayor participación de los padres en la educación de sus hijos?

Las posibilidades de participación de los padres, si bien son relativamente acotadas, pueden concretarse en diferentes maneras. Aparte de las reuniones de curso –que quizás son el canal más regular- están los centros de padres, que tienen una gran presencia en el sistema escolar chileno, los consejos escolares consagrados por ley hace algunos años, la pastoral para padres e instancias de convivencia que de alguna manera van interrelacionando a los progenitores y a través de ellas van compartiendo necesidades e inquietudes respecto a la educación de sus hijos. Las opciones son variadas y lo importante es saber aprovecharlas al máximo.

Por último, me parece muy importante participar activamente del proyecto educativo del colegio, en el entendido que éste es compartido por todos los actores de la comunidad educativa.


4) ¿Cómo se podría ayudar a los padres para que participen más activamente en la educación de sus hijos?

Ciertamente la participación de los padres podría ser mucho mayor si se les sacara más provecho a las oportunidades que ya existen al interior de las comunidades educativas para que ellos expresen su opinión. Para ello es fundamental que los padres internalicen el concepto de que ellos son los primeros educadores de sus hijos y que la escuela juega un rol subsidiario en esta materia y que, de ningún modo, pueden delegar completamente esta misión a la escuela y desentenderse del tema. También los padres tienen el desafío de aprovechar mejor las reuniones de curso, para capacitarse y estar en sintonía con la labor formativa de la escuela. Las reuniones de padres deben orientarse a temas de educación conforme a la edad y necesidades de los educandos.


5) ¿Cómo ven los directores de colegio y profesores esta “intervención” de los padres?

Puede ocurrir que suscite cierto recelo frente a lo que pueden considerar una participación más allá de lo debido de parte de los padres. Lo importante aquí es que cada actor de la comunidad educativa sepa cuáles son sus derechos, hasta dónde llega su injerencia y en qué circunstancias puede hacer valer su voz.


6) Según el ministerio de Educación, esta participación de los padres es parte de un proceso democrático en donde los padres tienen “voz y voto” en el proceso educativo de sus hijos, ¿qué le parece este planteamiento?

Es importante que cada colegio defina espacios de participación de los padres en materias de su competencia, es decir, de todo aquello que tenga relación con el desarrollo psicoafectivo, espiritual y social y de la forma como la familia se responsabiliza de aquello.

El derecho a voz y voto responde a un proceso democrático que se deposita en el presidente del Centro de Padres a través de su participación en el consejo escolar.

Lo importante es que los derechos de participación de los padres, al interior de la escuela, sean colaborativos y complementarios con las atribuciones de los otros estamentos de la comunidad educativa (directivos y profesores).