Marzo 2009 / NÚMERO 25

volver

Padre Alejandro Longueira, rector del Colegio San Ignacio de Alonso de Ovalle

La familia es un motor para que los alumnos estudien y también para que vivan en paz

¿Cuál es la importancia de involucrar a la familia en la educación de los niños?

La familia tiene protagonismo en relación a los aprendizajes de los alumnos. Cuando la familia trabaja y se ausenta mucho, el niño vuelve a su casa y está solo, tiene todos los medios para entretenerse. Cuando no hay una atención y dedicación familiar, uno nota que el niño, por la soledad que experimenta, se le hace difícil estudiar, por eso busca la entretención, busca chatear y esas cosas. Uno sabe que para poder estudiar uno tiene que estar pacificado, tranquilo con uno mismo. El alumno necesita de alguien que le dé seguridad, que sienta que está apoyándolo, que hace presencia. Entonces, en la medida en que exista una familia preocupada de los aprendizajes de sus hijos, comprometida con los valores que el colegio le quiere transmitir, con lo religioso, con querer mejorar la calidad de vida familiar, todas esas cosas permiten mejorar el corazón y mejorar que la familia y que el alumno pueda estudiar más tranquilo, vivir más tranquilo, gozar de una formación más integral y no sólo académica. Creo que la familia es un motor importante no sólo para que el niño aprenda a estudiar, sino que sienta que afectivamente hay alguien al lado de él, que lo apoya para vivir con paz sus estudios y su vida.

Hay una relación clara entre la familia que tiene problemas con los alumnos que tienen problemas. Nunca me voy a olvidar cuando el antiguo rector de este colegio dijo que el año que murió su padre, dos de sus hermanos repitieron de curso. Está claro que mientras uno no tenga el corazón tranquilo es difícil que un alumno pueda tener su cabeza puesta en aprender cuando en su casa hay dificultades, ausencias, soledad. Por eso nos interesa ayudar a las familias en la toma de conciencia sobre lo que significa eso, que los rendimientos de sus hijos pasan de alguna manera por ellos. Por lo tanto no es sólo el colegio o los alumnos, es el conjunto de los actores que permiten que el desarrollo intelectual y afectivo del alumno pueda ser el mejor. Todos los ejemplos de escuelas escogidas donde la familia ha sido preponderante han dado buenos resultados por lo mismo. Si el papá se hace partícipe, sabe lo que el hijo va aprendiendo. Hay muchos colegios que meten en las aulas a los papás para que sepan lo que van aprendiendo sus hijos en lecto escritura, en matemática, etc. La presencia de las personas que más se quieren es fundamental.

¿De qué manera la incorporación de la familia al colegio repercute en la propia vida de las familias?

Tenemos una propuesta de formación para las familias, durante los años, a través de talleres, cursos y retiros. Muchos de los problemas que se suscitan, en la vida religiosa de uno o en la vida de los esposos, están relacionados con la calidad de la comunicación, de qué conversar, de qué podemos alimentar nuestra vida familiar. El colegio suele entregar contenidos que permiten que el diálogo se enriquezca, que pueda compartir más allá de lo que diariamente se hace. La formación extra curricular que uno entrega a la familia fundamentalmente pretende darle más contenido a esa vida de hogar, de pareja. Queremos mejorar la calidad de vida, cómo entregar herramientas y contenidos para que esa familia pueda tener material para conversar, compartir, abrirse, dialogar. En la medida que uno cultiva con los alumnos y las familias experiencias personales, espirituales, permite que no sea sólo el día a día lo que se comunica, sino también cómo uno está, lo que siente, cuáles son las proyecciones o el sentido de lo que uno hace o busca. Como familia la tarea va más allá de educar a los hijos, sino que ellos sean felices. Para eso cultivar valores, virtudes, hábitos es una preocupación constante.

Cuando los alumnos egresan sienten que el colegio les ha dado una formación que va más allá de lo académico, una formación que le da hábitos de compromiso social, de relaciones humanas, de preocupación por el que más sufre. Entonces no sólo estudian una carrera, sino que piensan cómo puede servir para ayudar, para aportar al país.         

¿Hay ayuda para los matrimonios que están a punto de separarse?

Los talleres buscan alimentar la vida de pareja, aprender a aceptar al otro, no pedirle que cambie porque no va a cambiar, sino aceptarla, saber transar, saber comunicarse y expresar lo que se siente, porque muchas veces nos cuesta por miedo, por no ofender… Estos talleres para parejas que no están en crisis fuertes alimentan y ayudan.

Tenemos talleres para familias que se han roto, no los llamamos así, también para mamás solteras. Las invitamos a participar con otras personas, a compartir la experiencia, volcar sus penas y frustraciones, cómo acompañar al hijo para que no sea afectado tan profundamente, aunque siempre la marca queda. Al hijo el colegio lo apoya mediante el profesor jefe, el capellán del ciclo.

¿Qué me puede contar de la experiencia de campamentos padre - hijo?

Hay una gradualidad en la formación. Cuando una familia ingresa al colegio en pre kinder va experimentando con gradualidad la formación que el hijo va teniendo. El mejor acompañamiento que se puede dar a un niño se da en la medida en que la familia sabe qué hace el hijo y no se trata de remar contra la corriente. Uno busca que la formación que el colegio quiere dar al alumno que ingresa también pueda hacerse partícipe la familia, creemos que es fundamental para la realización de lo que queremos hacer con los niños. Eso en la formación académica como religiosa.

En los primeros años de formación de la familia hay distintas instancias: los encuentros con Cristo son experiencias que van viviendo los alumnos hasta 8º básico. Son pequeños retiros de curso acompañados por las mamás que son las tías de los grupos donde tocan distintos temas: la amistad, la conciencia. Son distintas etapas de crecimiento donde se tocan temáticas puntuales según la edad para la toma de conciencia y sacar provecho de la vida de él, de su relación con la naturaleza y eso es gradual.

En primero básico existe un campamento padre – hijo, que se invita de un día para otro con alojamiento afuera. Se busca que el papá con el hijo, fundamentalmente porque la mamá está más presente en la familia, tenga una experiencia donde se pueda conversar con transparencia, libertad ciertos temas que son importantes en la relación padre – hijo y que son el afecto, la dedicación, los tiempos; que el papá sepa lo que piensa el hijo; que el niño pueda conocer más al papá. Se da también un trabajo a nivel de papás y conversan de qué manera van a acompañar a sus hijos. Se alojan juntos, es una experiencia gratuita y muy valorizada. Hay una generación que este año pasó a 5º básico que todos los años repite el campamento. Está fijado en el colegio en primero básico, pero lo repiten porque para ellos fue muy positiva, siempre van acompañados de un capellán o de un papá bien involucrado en la pastoral que indica puntos y da ayudas.

Acá en segundo y tercero medio hay experiencias de una semana en trabajos de fábrica, etc. Nosotros antes que los alumnos salgan, juntamos a los papás, les contamos qué hacen sus hijos y les explicamos cómo acompañarlos cuando vuelvan para que conversen ciertas cosas, para que la experiencia no quede circunscrita en una semana, sino que haya un trabajo previo y post que le pueda dar calidad al aprendizaje que esta experiencia pueda tener para el alumno. Son experiencias que llevan muchos años y que tienen una impronta fuerte de entrega, servicio, dedicación, trabajo, valorizar lo que se tiene y los esfuerzos que sus padres hacen por ellos también para educarlos acá.

Otra experiencia fuerte son los retiros. A partir de primero medio hay retiros personalizados. En tercero y cuarto medio son tres días en silencio, acompañados por un  jesuita en Padre Hurtado. Hacen tres días de un compendio de las cosas más importantes en torno a los ejercicios ignacianos y buscamos al alumno después de pasar una etapa de distanciamiento de lo religioso y una búsqueda de identidad con sus amigos. Los alumnos vienen de vuelta y (el retiro) les permite tener un tiempo más personal para ellos, para recuperarse de su visión del mundo, de lo institucional, del encuentro con Dios, poner a cristo en un lugar importante de sus vidas a la hora de discernir y optar. Estas son las experiencias más fuertes que se da en términos personales, en la relación con Dios, de reconciliación con la historia personal. Uno busca que salgan con una identidad académica y religiosa con sentido, que sepan que la vida vale en la medida en que uno se entrega por ella, que uno hace las cosas bien: con esfuerzo, con rigor, por los demás y no solamente por ellos.

Se trata que los niños sepan que lo que viven acá no está segregado de lo que viven en sus casas, sino que es integral y que tiene sentido.

Hay familias que no son todo lo religiosas que uno desearía, que traen sus hijos acá porque les interesa una buena formación académica, la que ellos no tuvieron. Por lo tanto muchas veces hay una manera de ver la Iglesia y Jesús que a veces se contradice con lo que el colegio entrega entonces nos parece importante formar. En 3º y 4º básico las familias ingresan a catequesis y están durante dos años en catequesis.

¿Hay discriminación de familias?

Cada vez menos. Es difícil decir que no hay porque siempre alguien se va a sentir discriminado. Cuando 40 alumnos postularon y quedaron 20 hubo gente que quedó discriminada y uno elige por distintos criterios, pero no es el criterio discriminar a madres solteras, por ejemplo. Si ella cumple con el compromiso con la educación de su hijo y una pareja no lo hace, nos inclinamos por la mamá soltera sin problema.

Uno busca en las entrevistas recoger lo que la persona o familia busca del colegio y cuál es el compromiso con la educación de los hijos. Es difícil medir porque en una entrevista te pueden decir muchas cosas, pero también uno intuye. Siempre hay dos personas del colegio que entrevistan, por lo tanto se dialoga, se percibe. Es difícil hoy ceñirse a una pareja, uno la desea, pero la realidad es distinta y uno no puede cerrarse a que hay muchas familias con madres solteras, separadas o padres solos que realmente les interesa el colegio. Tuvieron una mala experiencia, en el caso de los separados y los solteros, hay posibilidades de volcar positivamente la experiencia.

En la admisión uno busca a personas que compartan los valores del colegio, que tengan compromiso y dedicación por la educación de sus hijos.  

Recuadro: Desde Aparecida

“Dado que la familia es el valor más querido por nuestros pueblos, creemos que debe asumirse la preocupación por ella  como uno de los ejes transversales de toda la acción evangelizadora de la Iglesia”. Documento de Aparecida Nº 435.