Marzo 2009 / NÚMERO 25

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Alfonso Valenzuela:

Renovar la catequesis familiar

Este profesor de religión con post título en innovación pedagógica, miembro del equipo de renovación de la catequesis familiar de la vida eucarística del INPAS (Instituto de Pastoral Apóstol Santiago) y coordinador de los equipos de trabajo cree que se hacía urgente una renovación de los contenidos de la catequesis familiar para adecuarse a las nuevas necesidades surgida por las transformaciones culturales de las que somos testigos.

¿Por qué se renovó la catequesis familiar?

Había una solicitud de las parroquias, de los  laicos y catequistas en torno a mejorar las metodologías, asumir ciertas temáticas que se veía necesario asumir, dados los cambios sociales, los cambios culturales y algunos desafíos que estaban enfrentando los laicos en su labor pastoral.

Además, en los últimos años hay una renovación teológico-pastoral en torno a la catequesis en general, que pide se asuman esos desafíos sociales y culturales y las novedades en materia cristológica. Hay un avance que asumir. Otras áreas en que se requería una renovación eran la pedagogía y la metodología, en las que ha habido mucha investigación, lo que hacía aconsejable una mirada en esa línea. De ahí surge la necesidad de producir esta renovación.

¿Cómo optaron  por el modelo de catequesis que ahora se pone en marcha?

Lo primero que ayudó a tomar esa conciencia de una renovación fue un congreso que se realizó en la Arquidiócesis en 2005, en el que se hizo una encuesta acerca de lo que querían los laicos. En esa encuesta nos dicen que los  laicos quieren aprender mucho de Jesús, quieren que la catequesis esté centrada en conocerlo. En el pueblo de Dios hay una gran necesidad de conocer a Jesús, lo que es coincidente con el magisterio de la Iglesia, que dice que la catequesis tiene que ser kerygmática (que proclame la buena noticia de la muerte y resurrección de Jesucristo).

Lo segundo es que para conocer a Jesús hay que hacerlo en la Biblia, por lo que la metodología básica planteada en la nueva catequesis familiar es la “lectio divina”, es decir, la lectura orante de la Biblia, conocer a Jesús por medio de su Palabra, a través de la cual analizamos nuestra realidad. Conociendo a Jesús él nos descubre nuestra realidad, lo que somos como persona, y nos constituye comunidad cristiana.

La gente quiere, además, conocer la opinión de la Iglesia sobre materias como el matrimonio, el divorcio y otros temas que les interesa. La misma encuesta planteaba la necesidad de aprovechar los recursos tecnológicos para contar con un libro bonito, didáctico, que los niños se sientan contentos de tenerlo. Sobre la base de esos desafíos nacen algunas líneas de trabajo para la renovación, como tener un programa centrado en la persona de Jesús, que sea muy conocido en este proceso y que la gente aprenda a participar en la eucaristía. Eso se logra a través de un itinerario centrado en Jesucristo, en sus misterios.

Otro eje de esta renovación es la Virgen María, que atesoraba profundamente en su corazón las cosas que aprendía de Jesús. Nosotros usamos esa metodología y le decimos a los papás que, al igual que María, atesoren lo que Jesús nos dice a través de los niños, a reconocerlo en los hijos y aprender lo que Dios quiere decirnos por medio de su propio Hijo.

En términos simples, ¿en qué consiste la renovación?

Por medio de la metodología de la “lectio divina” vamos a conocer a Jesús como alguien muy cercano a nuestras vidas y vamos a ver que Él nos puede realmente ayudar a tener una vida distinta, que es lo que llamamos conversión. Lo segundo es que esta metodología nos puede ayudar a dialogar mejor en nuestra familia. Nos da temas, nos hace preguntas, nos ayuda  desarrollar el diálogo intra familiar en los temas que realmente nos importan. Con esto la Iglesia quiere colaborar profundamente a que la familia se constituya en torno a la Palabra de Dios.

¿Por qué este proceso de iniciación?

Muchos papás llegan a la catequesis sin saber nada de la fe cristiana. Y nosotros queremos que los papás eduquen a los niños. Entonces, desde las primeras preguntas de la fe, las más sencillas, queremos partir formando a los papás y  a los niños para que vayan progresando sistemáticamente en el conocimiento de Jesús y, por lo tanto, en la adhesión a lo que él nos enseña y a la invitación que nos hace a construir su Reino. En esta primera etapa lo que preguntamos y  enseñamos a las personas es quién es Jesús, para pasar a una segunda etapa, que es descubrir a Jesús como Hijo de Dios, el gran tesoro que Jesús significa para la familia. La tercera etapa es descubrir a Jesús en los misterios de la fe, su encarnación, su muerte y resurrección, por qué Él está presente en la Eucaristía. Y una última etapa, ver cómo nos hacemos responsables de estos regalos que nos ha hecho para constituir una Iglesia y ser misioneros de esta palabra que hemos recibido.

Esta catequesis no tiene por sentido sólo que el niño haga la Primera Comunión, sino que desarrolle una espiritualidad familiar en torno al Señor. Tenemos la pretensión de que las comunidades que nacen para formar al niño a la Primera Comunión también se puedan constituir en comunidades cristianas a largo plazo, en una visión más bien de espiritualidad que sólo de aprendizaje.

Desde estas catequesis salen diáconos, comunidades, catequistas. La catequesis es un espacio muy rico para la Iglesia, del cual nace un gran compromiso con ella.

Aquí de verdad hay una renovación, un itinerario con nuevas formas de encontrarse con el Señor y practicar la fe.