Edición NÚMERO 49
Marzo 2011

La visión de un sociólogo sobre el fallo de Vaticano

Entrevista a Gabriel Valdivieso, sociólogo, director del Cisoc, Centro de Investigaciones Socioculturales de la Universidad Alberto Hurtado

 

¿Cómo recibió la noticia del fallo del Vaticano sobre el caso del padre Fernando Karadima?

No me sorprendió mucho. Viviendo bastante de cerca la Iglesia, de alguna forma tenía una impresión que había mucho de verdad en las acusaciones que se estaban haciendo, por la seriedad con que se estaba tomado el caso, por las decisiones que se estaban tomando, más allá de trascendidos que hubiera. Me parece que la sanción es también esperable, por la gravedad del caso y porque había que atemperar eso por la edad y la historia del padre Karadima dentro de la Iglesia. Creo que para mucha gente, feligresía, sacerdotes, tiene que haber sido bastante impactante, porque una cosa es suponer y otra que se produzca una sanción de la Santa  Sede con todo el peso y la fuerza que ella tiene.

 

¿Cómo ve que va a impactar este fallo de la santa Sede en el mundo católico en general?

Yo haría algunos distingos. Me parece que para un sector importante de la Iglesia en Santiago, fieles y clero, es una decisión muy impactante por todo lo que representan el padre Kardima y la parroquia de El Bosque. Es una sanción mucho más fuerte de lo que  fue en Chile, en Santiago, la sanción contra el fundador de los Legionarios de Cristo, porque es un golpe a un sector muy neurálgico, muy importante desde el punto de vista de poder, de relevancia, de visibilización dentro de la Iglesia, sin entrar a calificar.

Me acuerdo que hace algunos años hicimos en el Cisoc un estudio que se llamó “Vida sacerdotal en tiempos de cambio”. Ahora me encantaría hacer un estudio “Vida sacerdotal en tiempos de crisis”. Creo que es muy importante en este momento saber cómo están los sacerdotes, la gente que vive más cercana a la Iglesia, laicos, diáconos, religiosas; cómo están percibiendo y asimilando esta crisis, porque de alguna forma esto está repercutiendo en sus propias vida, su propia vivencia sacerdotal en el caso del clero. Saber qué necesidades de apoyo tienen los sacerdotes de parte de ellos mismos, de la autoridad eclesial y de nosotros, los fieles laicos.

Habrá gente que sentirá con cierto gusto de que esto haya ocurrido, ‘qué bueno que le pase a la Iglesia’; o desilusión de parte de algunos, pero a la larga habrá un efecto sanador.

 

¿Saldrá la Iglesia favorecida después de este fallo?

Creo que toda transparencia hace que la Iglesia salga ganando. Puede ser muy duro cuando toca muy de cerca, pero en términos más macro, es una señal muy potente, muy positiva de la Iglesia, en el sentido de que aquí no habrá nadie que pueda salvarse de una situación delictual, de exceso de poder que se ejerza por parte de sacerdotes dentro de la Iglesia. Es una medida dolorosa, pero muy sanadora. Todas las señales que está dando el Papa en este sentido en todo el mundo van a tener una repercusión muy positiva, no obstante que hoy muchos fieles pueden estar muy sorprendidos de cómo están apareciendo todas estas cosas.

 

¿Qué enseñanzas puede dejar para la Iglesia este acontecimiento?

Varias. Empezando por los sacerdotes, en su formación. Es muy importante que puedan desde jóvenes controlar su poder, tener conciencia del poder que tienen y darse cuenta que son intermediarios. También hacer un estudio muy serio de cómo están viviendo su vida sacerdotal, qué necesidad de apoyo tienen. Es muy importante el apoyo, la cercanía, la verdadera comunidad sacerdotal en la que puedan expresarse, estimularse y corregirse fraternalmente. Además, me parece una cosa muy sana que los propios laicos tengan la mayor certeza de que las cosas que ellos pueden experimentar dentro de la Iglesia pueden ser dichas y tomadas en cuenta y que se tomen decisiones respecto de situaciones que sean censurables.

 

Generalmente las exigencias para el sacerdote son mayores, pero usted, como católico laico, ¿qué responsabilidad cree que tiene los laicos en cuanto a exigencias evangélicas, morales?

Es comprensible que los sacerdotes, los parlamentarios, lo jueces, que están enseñando una ética, tengan una exigencia mayor por su condición. Me parece insoslayable que los sacerdotes, los diáconos y los obispos estén más expuestos a una mirada censurante que el común de los laicos. Sin embargo, visto desde dentro, un cristiano laico tiene las mismas exigencias que un consagrado. Pero es entendible que uno exija más coherencia a quienes exigen, a quienes predican, enseñan o legislan, que al cristiano de a pie. Pero el llamado a la santidad es para todos por igual, el Evangelio es para todos por igual, las bienaventuranzas son para todos por igual.