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Edición NÚMERO 61
Marzo 2012

Reos muertos en incendios en América, a escurridiza solidaridad

Entrevista a César Pizarro, vocero de la agrupación 81 Razones para Vivir, que reúne a familiares de los reos fallecidos en el incendio de la cárcel de San Miguel, el 8 de diciembre de 2011.

¿Qué reflexión le merece la muerte de 360 reos en el incendio de una cárcel en Honduras?
Primero, darme cuenta que antes y después del incendio en San Miguel han ocurrido muchas otras tragedias. En México han ocurrido más de cuatro incendios en los que han muerto más de 150 personas. En Honduras hubo otro incendio aparte de éste último.

¿Qué piensas de la situación en las cárceles en toda América, al conocer de estos hechos?
La precariedad es en todo el mundo. En Estados Unidos, en Europa, en Italia, en Francia hay cárceles que son modelo, pero se caracterizan por no respetar los derechos de las personas y por imponer penas de 20 o 30 años por delitos no tan graves. Juegan a ser Dios. Las cárceles pueden ser mejores pero a los reos los sepultan en vida. Lo que pasó en Honduras fue una muestra de la pobreza en estos países, porque que se dice que como tratas a los presos demuestra cómo es la sociedad. Allí se mostró lo que es la calamidad de la pobreza. Más encima les disparan. Prácticamente la misma política de casi exterminio de las cáceles de todo el mundo. La noticia podría haber sido  “Salvaron a 360 presos”. Pero no, murieron. Es casi imposible imaginarse que los funcionarios pensaran “es mejor que se escapen a  que mueran quemados”.

¿Por qué cree que no se aborda decididamente la situación de los reos en los penales latinoamericanos?
Por un tema de plata y por falta de reclamo. Aquí en Chile hay reclamos en los temas de la salud y la educación, pero la voz de los presos está acallada. Es difícil que se haga una marcha para pedir beneficios penitenciarios, porque nadie va a defender a los presos, a alguien que te ha robado. Te meten preso y olvídate del mundo por diez años. En todo el mundo es lo mismo. El abuso con los presos viene de la antigüedad, de la época medieval.

¿La agrupación ha hecho algún  gesto de solidaridad con las víctimas en Honduras y sus familias?
Se han hecho dos velatones en la embajada de Honduras y he puesto correos para contactarme con los familiares y animarlos a agruparse, que es lo que hay que hacer en este caso, empezar a generar una lucha con peticiones y conversaciones. Tiene que haber alguien que tome a vocería de esas familias, para que no sea sólo gritos y violencia. Imagínese 300 cuerpos amontonados. La gente hace unos días asaltó la morgue para intentar sacar los cuerpos de  sus familiares que estaban a pleno sol, en la tierra.

¿Ustedes están dispuestos a pasar su experiencia a las familias de los fallecidos en Honduras?
Por supuesto. Ese día en la mañana mi papá me contó llorando lo que sucedió. Tenemos que ir a Honduras sí o sí. Yo estoy dispuesto a ir. Tengo la necesidad de ir a abrazar a esa gente, orientarlos, ir a verlos a sus casas y decirles que se puede hacer un cambio.

¿Esperas que tras esta nueva tragedia haya más conciencia en Chile respecto de la situación en que viven los presos?
Claro. Si Dios nos pone pruebas. Nosotros somos ciegos. Si yo robé una vez, dos veces, cinco veces, cuando estoy en la cárcel arrodillado y le digo a Dios que por favor me ayude, Dios me va a decir: “Te di cinco oportunidades y tú en la cinco cometiste delito”. ¿Qué le está diciendo Dio al Mundo? “Mira, he puesto tantos incendios, en Brasil, en El Salvador, en Honduras, en México, en Chile”. En todos los países Dios nos ha puesto las imágenes de presos calcinados vivos y el mundo no se impacta. Falta que las autoridades mundiales, Estados Unidos, los países que son dueños del mundo, se encarguen de que se respeten de una vez por tordas las leyes que han inventado ellos mismos. ¿Qué están esperando? ¿Que mueran 500 políticos en un congreso para decir ahora sí que hay que hacer cambios para que no muera gente encerrada? ¡Cómo ellos no piensan lo que a uno le llega al corazón!