Mayo 2009 / NÚMERO 27

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Hermana Nelly León Correa

“En la cárcel está la oveja perdida que hay que cargar sobre los hombros”

¿Cómo nació su vocación?

Cuando estaba en tercero medio visitamos la cárcel de Santa Cruz, yo estudiaba allá, y me impactó la vida de las personas encarceladas. En un primer momento pensé en ser gendarme -ríe- para trabajar con ellas. Cuando terminé el colegio vine a estudiar a Santiago en el Hogar Catequístico. Era el año 1981, los tiempos duros de la dictadura militar en Chile y me mandaron a hacer clases en Pudahuel. Llegué a un colegio muy pobre y ahí se despertó la vocación religiosa. Yo pololeaba hace dos años y estaba bien encantada para el matrimonio, pero ver la pobreza dura de Pudahuel me impactó mucho y lo conversé con mi director espiritual. Me cuestionaba porque si me casaba iba a servir a una familia, pero no tendría la opción de servir a los otros. El sacerdote me fue orientando y visité tres congregaciones hasta que llegué al Buen Pastor y me encanté con un libro sobre la historia de Santa María Eufrasia. De ella me encantó la opción por la mujer y la niña más pobre. En Francia, en su tiempo, compraba esclavas, las formaba y luego las dejaba libres. Me conmovió también, la parábola del Buen Pastor que dice “Yo doy mi vida por mis ovejas” y si una de las cien se pierde, deja las 99 y va a buscar la perdida. Y aquí en la cárcel está la oveja perdida que hay que cargar sobre los hombros.

¿Desde cuándo está en contacto con la cárcel?

Cuando ingresé mi congregación tenía la administración de esta cárcel, de la de Valparaíso y de la de Concepción. Hice mi postulantado en la casa que está al lado del CPF, donde hoy está la dirección regional de gendarmería, entonces desde postulante tuve contacto con la gente de la cárcel. Después que profesé tuve otras misiones: Hogares de niñas, trabajé en pastoral juvenil en Copiapó y Antofagasta, tuve un centro abierto, pero siempre estaba la inquietud de trabajar en la cárcel, entonces me enviaron a Valparaíso a fundar una casa de acogida para mujeres que salían de la cárcel porque la congregación entregó al administración de la cárcel de Valparaíso. Estuve 6 años trabajando entre la cárcel de Valparaíso y la casa de acogida. Luego, mi congregación me trasladó a Santiago y yo pedí venir a esta cárcel. Este es mi sexto año acá.

¿Cuál es su cargo y función?

Comparto la capellanía con el Padre Enrique Vallejos. Coordino todas las actividades pastorales dentro: la formación de los agentes pastorales, viene un grupo de jóvenes de la Vicaría Universitaria, vienen de la parroquia Jesús Maestro, vienen los jóvenes de Calcuta UC…Todos los que ingresan por una actividad pastoral pasan por la coordinación mía. Hoy tenemos una lista de 105 personas que vienen. Mi tarea es coordinar el ingreso, redistribuir a los distintos patios, preparar todas las actividades importantes como Semana Santa, Navidad, las donaciones que llegan. Afortunadamente ahora me llegó un refuerzo con la hermana María Ana Barrena, también del Buen Pastor.

¿Cuáles son las actividades que realizan al interior?

Hice un Magíster en acompañamiento psico espiritual e la Universidad Alberto Hurtado. Yo acompaño a las chiquillas, cuando las funcionarias ven a alguien mal en algún patio me llaman y yo las atiendo. Tenemos una primera conversa y si se trata de una cosa inmediata, como el contacto con un hijo, si se puede resolver en el momento vemos la forma de hacerlo y si es algo más interior, que necesita un proceso más largo, continuamos una vez por semana acompañando a esa niña.

Las agentes pastorales son señoras y jóvenes que dedican un día a la semana a venir a la cárcel, tenemos encuentros cada dos meses en los que planificamos las actividades a realizar. Damos énfasis a los tiempos litúrgicos. Para nosotros es relevante Cuaresma, Semana Santa, Pascua, nos preparamos para vivir Pentecostés, en ese contexto celebramos el día de la madre, que aquí es muy importante, se hace una reflexión sobre su ser de mamá, pero a la luz de María. En junio reflexionamos sobre la figura paterna, que acá es un momento fuerte porque muchas de ellas fueron abandonadas por su padre o porque son mamás solteras entonces cómo y, a pesar de todas las dificultades, profundizamos en la imagen de Dios como Padre misericordioso. En julio nos centramos en la festividad del Carmen. En agosto reflexionamos sobre la solidaridad a la luz del Padre Hurtado. En septiembre lo hacemos sobre el cuidado de nuestro país y de nuestra ciudad, ahí reflexionamos sobre por qué ellas están acá: el tráfico, el robo, sabemos que las cosas son de otro y que se violenta entrando en la vida de otras personas. Cada mes tiene un momento importante. Acá el mes de María es fundamental, se reza en cada patio, al interior hay comunidades que los mismos agentes pastorales forman. Si alguna interna se quiere bautizar, el agente pastoral la va preparando y tenemos bautizos, primeras comuniones y confirmaciones todos los 8 de diciembre de cada año, para el día de la Inmaculada Concepción.

¿Cuál es su retribución en este trabajo?

Cansarme por Dios. Eso de acostarme cansada cada noche y de repasar cada rostro… es rico cansarse por Dios. Esta pastoral, que a veces es muy agotadora, es mi fortaleza. Me duermo cansada, pero porque me entregué completamente a Dios en estas mujeres que para la sociedad son lo más despreciado. Para mí no son delincuentes y eso es una formación que me viene de la Congregación y es que detrás de cada persona, de cada delincuente hay un rostro, una mujer que tiene nombre, historia, familia, dolores y también tiene sueños y esperanzas. Por eso nuestro lema: “Una persona vale más que un mundo” es clave para mí. Una de las cosas que siempre pido en mi oración es no dejar de sorprenderme por el dolor de las otras personas.

A su juicio ¿cuál es la causa de la falta de vocaciones religiosas femeninas? ¿cómo solucionarlo?

Estamos en una sociedad demasiado “light” para los jóvenes donde disfrutan de lo inmediato, les cuesta comprometerse a largo plazo, un mundo demasiado materialista y hedonista, consumista. Lo otro es que nuestra vocación es de frontera.

Los jóvenes hoy conviven y, si es que resulta, después de un tiempo se comprometen.

Este año fui a misionar con un grupo de la Católica al campo, justamente a una capilla que tiene el nombre de Santa María Eufrasia. Fuimos una semana a compartir con la gente el Evangelio y creo que hay que profundizar las vocaciones desde allá donde todavía están sanos los  jóvenes interiormente, no sé si es muy fuerte decirlo. Allí puede haber respuesta, donde hay un contexto familiar que acoge, acompaña y motiva la participación cristiana. Yo soy del campo también. Si me preguntas por las historias de las internas, la mayoría ha sido abandonada por su padre, tienen una historia de dolor atrás; no se hacen delincuentes teniendo un soporte familiar de amor atrás. Creo que la crisis familiar es una consecuencia que la gente no pueda comprometerse a largo plazo. Por ahí se debería fortalecer la vocación, en la familia, los colegios…

Nosotras, en la provincia con Bolivia, tenemos una novicia, dos postulantes y cuatro junioras que es harto en relación a congregaciones que no tienen nada. No es que esté feliz con eso, me gustaría que hubiera muchas más. Y hay chiquillas que están en acompañamiento, que se están interesando y ¡Dios sabe si va a llamar a una!, pero bendito sea Dios si son buenas madres y buenas cristianas, porque quizás de esa familia va a haber alguna vocación religiosa.

¿Cuál es el lugar de la mujer en la Iglesia?

Es ir a la par con el sacerdote, pero desde nuestro ser de mujer. Si contemplamos el Evangelio, las mujeres y no los hombres estaban al pie de la cruz.

Nuestro aporte es el rostro femenino de Dios ¡sin duda!. La vida religiosa femenina representa eso. Estaba viviendo en Cerro Navia y este año me cambiaron a Puente Alto, allá ¿quiénes somos las que acompañamos a la gente? Las monjas, los curas son para celebrar la Eucaristía, para confesar, pero no generan la confianza que generamos nosotras en la gente, especialmente en la más pobre. Nosotros aportamos el rostro materno de Dios y yo lo tengo súper asumido. Acá en la cárcel pregunta con quién vienen a conversar, conmigo. A quién le cuentan sus penas es a mí y no al Padre. El Padre celebra los ritos, pero la llegada al corazón de la mujer que sufre la hacemos nosotras.    

¿Con qué sentimiento hacia el Señor ha enfrentado el mundo de las mujeres privadas de libertad?

Puedo venir con problemas, con un dolor personal o familiar, pero cruzo la reja y me olvido de mí misma y me enfrento con mi mejor cara, con mi mejor sonrisa, con mi mejor actitud para acoger desde el gendarme que me abrió la puerta en adelante y con toda persona que me encuentre. Que nadie diga que me fue a hablar (y no la escuché). Muchas chiquillas llegan a pedirme detergente, jabón, pero cuando no tengo siempre hay una palabra, nos ponemos a conversar de su vida y llegamos a una cosa más profunda que eso. También sucede con los funcionarios, que ellos llegan a contar sus penas y dolores, porque no tienen otro espacio.    

¿Qué reza al final del día?

Bendito seas Señor porque hoy pude acoger a más personas en tu nombre. Es un sentimiento de mucha gratitud porque fui llamada, es un don ser religiosa y religiosa del Buen Pastor.

En mi vida personal he experimentado cómo Dios me ha levantado cuando me he caído, cómo Dios me ha puesto de pie y es tanta mi gratitud por mi experiencia de Dios que  yo creo que a través de eso Él puede levantar a otros. Esa es mi oración.

¿Quiénes están en el COF y por qué?

Son mujeres entre 18 y 80 años, muy pobres material, moral y espiritualmente. Muchas mujeres acá conocen a Dios y cuando se encuentran con Él dicen: “Yo tenía que pasar por aquí para conocerlo”. Nosotros tenemos una sociedad tan injusta, porque aquí no están presos los grandes traficantes o ladrones. Acá está presa la gente pobre que muchas veces robó para comer, que traficó para alimentar a su familia, que fue burrera (que transporta droga por poco dinero) y fue utilizada. Las jóvenes de 18 a 25 años, que hay muchas, es porque han caído en el consumo de la droga porque no han tenido una familia. Las mujeres que están acá por homicidio, todas han sido violentadas sexualmente y sicológicamente. Entonces llega un punto en que no soportan más y matan a la pareja. Muchas llegan a decirme que son inocentes del delito, pero yo les digo que no soy juez ni abogada, soy una religiosa que está para acompañarla y que no necesita mentir y terminan diciéndome la verdad, lloran y se liberan porque ya no cargan con una cruz adicional que es mantener una postura falsa. Todas las que están acá han cometido delito, entre las 1900 debe haber una o dos inocentes, pero hay una historia detrás de ellas.

¿Qué le diría a la gente que piensa que está bien que la gente acá pague por sus delitos?

Que tienen razón, pero no en estas condiciones. Una persona que pueda hacer esa reflexión tendría que conocer este lugar para ver en qué condiciones viven, porque aquí se hace un delincuente. Por eso creo que nosotros tenemos una apuesta por la mujer que cae por primera vez acá, porque acá es una escuela de delincuencia. Una persona que robó para fumarse un pito y que quizás violentó por eso, yo no la mandaría a la cárcel, sobre todo si es por primera vez.   Desgraciadamente hay personas que delinquen desde niños y que se han criado en ese ambiente. Entonces ellos tampoco son responsables de haber nacido en esa familia. Afortunadamente nosotros nacimos en una familia que nos dio educación, que nos amaron profundamente, no importa que hayamos sido pobres, que nos dieron cariño, tenemos un soporte. Si yo tengo pena, ya no tengo papás, pero tengo un hermano y una hermana que me van a escuchar y me va a consolar. En cambio esos niños no tuvieron nada, salieron a robar con sus padres. Esos son los delincuentes que tenemos hoy.

¿Cree en la rehabilitación?¿cuáles son las claves para este trabajo?

Con Caritas Santiago vamos a abrir una casa de acogida a cuatro cuadras del CPF. Yo veía el dolor de las mujeres, de burreras, especialmente peruanas y bolivianas que llegaban acá con medio kilo de droga y las condenaban a cinco años. Con la nueva ley existe la posibilidad de la libertad vigilada. Un día le conté mi sueño al Padre Alfonso Baeza y él con Caritas Santiago lo empezó a gestionar para dar una alternativa de condena firmando o una libertad vigilada, sobre todo a las personas que caen por primera vez. Gracias a Dios, porque yo creo que es un proyecto de Él, la casa abrió en cuatro meses. Tuvimos ayuda de la Presidencia de la República, la pudimos comprar, pudimos ocupar la casa antes de comprarla, nos dejaron un montón de cosas y en este momento tenemos 8 mujeres viviendo ahí que son primerizas, una es chilena y las otras son peruanas y bolivianas. Hemos ido extendiendo las redes e hice un contacto con el subprefecto de la Policía Internacional, entonces las que no quedan con orden de arraigo se les gestiona un salvoconducto y pueden volver a su país lo antes posible. Entonces descongestionamos la cárcel y ayudamos a estas mujeres, porque yo estoy convencida que fueron utilizadas.

Mi sueño de rehabilitación es apuntar a las que cumplen condena por primera vez, hacer talleres laborales, prepararlas para que sean microempresarias y acompañarlas afuera también. Creo que se logra rehabilitar la mujer que aquí toma conciencia que lo que ella hizo fue un delito y, no me cabe duda, que la que se encuentra profundamente con Dios; que reconoce que embarró su vida, la de su entorno y la de la sociedad.

Debiera haber un lugar donde la persona tome conciencia de su delito, pero a la vez que tenga alternativa de formación, de educación y de trabajo para reinsertar a las personas. Pero no encerrando como quien encierra, perdonando la expresión, animales. ¿qué pasa con la persona que estás encerrando, con su historia, con su familia? Hay un proyecto de Gendarmería en Vilcún donde los hombres trabajan la tierra, son microempresarios, van a visitar cada cierto tiempo a su familia…eso es rehabilitar. Yo te aseguro que ninguno de esos hombres vuelve a caer preso.

¿Deberían existir las cárceles?

Debería ser una medida extrema para alguien que no tenga otra forma de tratarse, pero en las condiciones que en Chile tenemos las cárceles creo que son deshumanizantes, en hacinamiento, en trato. Esta cárcel no tiene capacidad para más de mil personas y tenemos 1900 en estos momentos. Hay literas de tres pisos y la de más arriba casi topa con el techo, muchas están durmiendo en el suelo y llega gente todos los días.

¿Cuál es la recepción de la Buena Noticia de Jesús?

Muy buena. Acá hay varios evangélicos, pero no logran trascender más allá de grupos chicos; no es que quiera competir con ellos. En esta cárcel está presente el espíritu del Buen Pastor, acá estuvieron las hermanas en la administración desde 1958 a 1994 y eso marcó profundamente. El templo lo construyeron las hermanas. Tenemos un espacio grande donde podemos tener a muchas internas. Si tú entras los domingos te parece que estás en una parroquia al ver cómo las chiquillas cantan, cómo rezan. Es muy bueno cuando logras hacer una reflexión más profunda, cuando las ves llorar con lágrimas que salen de lo profundo de su corazón.

En la pastoral hay más de 400 internas en la pastoral. En la parroquia ves 300 todos los domingos.

¿Qué es lo que encuentran ellas acá?

Es su espacio de libertad. Eso lo han dicho muchas veces. Vienen a rezar, a encontrarse conmigo o con un agente pastoral.

¿Qué más la conmueve de ellas?

Sus lágrimas, sus dolores, sus historias. Mi fortaleza es mi comunidad, poder compartir con las hermanas las experiencias del día es muy bueno, no quedarse con todo guardado.

¿Qué opina de las recientes protestas de gendarmes por mejorar sus condiciones alborales?

Está bien que protesten. Este trabajo es muy duro. Cuando las internas les gritan groserías o les dicen que están más presos que ellas porque para salir tienen que cumplir 30 años en el servicio… Hay turnos muy duros, por ejemplo, los que están en las garitas no duermen en la noche. Eso es muy agotador. Son gente muy joven y la formación que dan en gendarmería no es buena. Hay chiquillas de 19 años que están a cargo de un grupo de mujeres que les tienen temor. Debiesen estar más protegidos.     

Usted es la única que conversa con Pilar Pérez

Sí.

¿Qué opina de ella?

Creo que está muy enferma. He conversado muchas cosas con ella.

La estigmatización que se hace de ella es la misma que se hace de todas las internas acá.

Para mucha gente la que está presa es mala. Nadie dice que está presa por buena. Entonces con todo lo que se dice de ella: que craneó un ataque, que pagó, se merece el título de Quintrala y uno más duro, pero la Pilar detrás de La Quintrala tiene una historia tan dolorosa como la de las demás.

¿Qué le desea?

Me gustaría que abriera su corazón al Señor, creo que se liberaría. Ella reza el rosario y lee el Evangelio, pero no sé si le ha abierto su corazón al Señor. Ella es un ícono, pero es lo que les deseo a todas.