Mayo 2009 / NÚMERO 27

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Cecilia Echenique: “Porque siempre hay tiempo”

¿La música es un instrumento para expresar sus valores y visión de mundo?

A pesar de que entré muy niña, a los 10 años, al Conservatorio a estudiar música, cuando decidí dedicarme al canto lo decidí más bien como algo más testimonial que pensando en una carrera artística o hacerme famosa. Sino como algo para transmitir cosas que yo sentía, cosas que la gente no podía decir, transmitir los valores, dar alegría, entregar todos esos elementos a las personas a través del canto.

¿La alegría es uno de sus principales valores?

Yo creo que sí, alegría y esperanza. Hay una de mis canciones que más caracteriza esta vocación es “Porque siempre hay tiempo”, que es una canción que incluso hoy día se usa en terapias de pareja, de adicción, de muchas cosas, porque justamente te invita a no perder la esperanza, que tu vida tiene siempre sentido y siempre puedes volver a empezar. El error que hayas cometido o el momento duro que estés pasando, la vida no se queda en eso, sino que de alguna manera Dios te da la esperanza que se te puedan abrir unas puertas.

¿Y el canto a los niños?

Manifiesto mi fe a través de los villancicos que fueron estos dos álbumes que grabé, algo que para mí era muy importante, porque eran de cómo yo vivía la Navidad en mi familia, y sentía que la música que existía para los niños o para la Navidad en general no era buena, sobre todo la que era en castellano en general. Entonces fue como dar un aporte en ese sentido: lograr hacer algo lindo, algo que quede, y que algún minuto –lo que pasa en los conciertos que doy en Navidad- es como parar esta vorágine que significa la compra, la ansiedad que produce Navidad, sino parar y reencontrarse con el significado de este niño que nace, esta esperanza que vuelve a nacer en nosotros, de estar con los que uno quiere, y me siento muy contenta de alguna manera de haber aportado con un granito de arena a la Navidad chilena. 

¿Y siente que han sido bien recibidos?

Yo creo que sí, de alguna manera quizá porque fui la pionera en este sentido, la gente como que me asocia mucho al periodo de Navidad. Incluso hay gente que conoce más todo mi trabajo de  villancicos que todo mi trabajo de solista, siendo que tengo 14 discos como solista.

¿Tanto en la música de niños como de adultos, cree que la música es un vehículo de unión familiar?

Sí. La música es un vehículo de unión para todo. La magia de la música es que toca tus afectos, no sólo a través de las palabras que pueda tener, sino a través de las mismas melodías. Entonces tú rompes corazas a través de la música, tú emocionas… o sea, no pasa por tu intelecto. Entonces es un instrumento demasiado fuerte para poder cambiar la vida de la gente.

¿Cómo es la relación con su familia?

Yo fui la menor de 5 hermanos, muy regalona de mis padres, porque eran más bien adultos… así que tuve una vida con papás más relajados.

Tengo tres hijos, una niña y dos hombres. Tenemos una gran amistad con los niños. Ellos han sido integrados a mi vida de una manera muy activa. En la época en que yo estaba en Mazapán, mi hija mayor era parte de estos niños. Incluso participaba en algún programa. Y ahora que canto, el hijo menor cantó conmigo como solista en uno de los álbumes. Mi segundo hijo que estudia cine hizo un video clip para mí para uno de mis discos. Entonces yo creo que de esa manera estamos muy unidos, porque la música ha sido un factor absolutamente relevante en nuestra relación de familia.

¿Y su marido?

Mi marido canta muy bien, cantamos; de hecho yo partí cantando a dúo con él. Después él se retiró cuando yo agarré más vuelo profesional. Pero me acuerdo que la primera canción que yo canté, que fue en un festival Una Canción para Jesús, hace muchos años atrás, el guitarrista que me acompañaba en ese festival era mi marido.

¿Por qué las tonadas?

De alguna manera son para mí rescatar un repertorio que es auténticamente chileno, maravilloso, y que yo siento que hacia las nuevas generaciones se está perdiendo. Yo conozco las tonadas porque mi madre de repente me las cantaba como canciones de cuna. De alguna manera en la memoria colectiva de  mi generación están las tonadas. Pero cómo hacer, así como la cueca se despertó hacia la juventud, cómo hacer lo mismo con las tonadas. Por eso hicimos ese trabajo con Mario Rojas. Y me siento muy contenta porque es un rescate de una tradición en el más puro estilo, o sea, no quisimos modernizar la tonada, sino irnos a la esencia de cómo se tocaba desde sus inicios, pero como es para los jóvenes un lenguaje nuevo, porque no están acostumbrados a escucharlo, ha sido también un descubrimiento.

Entonces también ha sido una preocupación el rescatar…

Lógico, en el mundo globalizado en que vivimos, lo único que nos identifica como pueblo son nuestras manifestaciones culturales. O sea, nosotros no nos diferenciamos de otros porque tengamos más cobre o más hierro o vendamos más pescados o más vino. Justamente son nuestras manifestaciones culturales. Entonces por eso es muy importante guardar tradiciones, guardar nuestra identificación y nosotros como artistas tenemos la tarea de hacer que cada generación que venga se impregne de esa identificación tan fuerte de lo que es las expresiones culturales del pueblo chileno.

¿Cómo es su vivencia de fe?

Soy católica, he sido una persona de fe toda mi vida, hay momentos más cercanos y otros más lejanos, por época, pero me siento una católica practicante. Siento que de alguna manera mis valores, mi fe, se tiene que manifestar en lo que yo hago en la vida, y como la música es algo tan importante para mí espero que eso siempre esté presente en lo que yo traspaso.

Siento que es un privilegio que me haya tocado en este programa de Todos a Coro de TVN dirigir el coro de la gente de las distintas iglesias, porque yo también tengo un espíritu tremendamente ecuménico, creo que la paz del mundo, la construcción del mundo es justamente en la unión de las distintas culturas religiosas, más que en el rechazo, en fanatismo de rechazar la otra verdad y creer que uno es poseedor de la absoluta verdad.