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La confianza “sin relajarse” entre padres e hijos

Entrevista al matrimonio entre Julio Cañas y Marcela Navarro, 31 años de casados, 6 hijos, de 31, 28, 25, 23, 17 y 13 años. El mayor, casado, el único que no vive en la casa. Julio tiene una pequeña empresa de pintura refractaria. Marcela dejó de tener un trabajo remunerado cuando nació su última hija hace trece años y ahora trabaja en la casa “enseñando y cuidando a los hijos”.

¿Cómo han tejido confianzas con sus hijos?

Julio: Al transmitirles la fe desde niños les indicamos los cuidados que deben tener, la confianza que deben tener en nosotros para contarnos sus cosas, pero también hemos tomado algunas medidas. Cuando les damos permiso para salir en la noche, les fijamos una hora para regresar y saben que tienen que pasar por nuestro dormitorio a saludarme. Si no lo hacen, quiere decir que no vienen en condiciones de pasar. Además, he estado presente en esas salidas: me dejo caer en cualquier momento en la casa donde iban a estar. También les pedimos el número de teléfono fijo de esa casa, no el celular del amigo.

¿Cómo han respondido a esta disciplina?

Marcela: Siempre hay un hijo que es más rebelde que otro, sobre todo si trabaja y es adulto, pero en la casa tienen muy claro que la autoridad es el papá, por lo tanto, aunque uno tenga 28 años, todavía pide permiso y sabemos dónde va a estar. Para nosotros no ha sido tan difícil, no son tan rebeldes y es cierto que a algunos se les ha pasado la mano en el trago y a veces no han cumplido los horarios. Pero siempre hemos conversado esas situaciones y les hemos dado una palabra y siempre Julio les ha dado el testimonio de su vida y de nuestro matrimonio. En su debilidad, ellos tratan de cumplir las normas que hay en la casa.

Julio: A veces con Marcela estamos comiendo ya tarde en la casa de algún amigo y mi hijo de 28 años, que trabaja y gana más plata que yo, me llama para pedirme permiso para ir a jugar pool. Desde chico les enseñamos que mientras vivan en la casa, el dueño de casa soy yo y se tienen que regir por las normas que pongo. Pero tampoco los agobio. Y no son las mismas reglas para el de 17 años que para el de 28. A ninguno le doy permiso para llegar más allá de las 04:30, porque me he dado cuenta que las grandes tragedias se producen después de las cuatro y media o cinco de la mañana.

¿Ustedes confían en sus hijos?

Marcela: Sí, confiamos en ellos. Yo confío en todos mis hijos. Sólo que a veces me da susto que se les pase un poco la mano en el trago y les pase algún accidente, pero no que vayan a hacer alguna tontera o pelear.

Julio: Confiamos, pero no nos relajamos.

¿Qué beneficios ha traído par la familia esta forma de relación con los hijos?

Julio: Viendo otras realidades, considero que tenemos hijos más o menos obedientes, respetuosos y que tienen muy claros los papeles que cada uno de nosotros ocupa en la casa. También son responsables en los estudios.

Marcela: Dios ha sido fundamental en nuestro matrimonio, el que no ha sido fácil, y mis hijos han sabido todo lo que pueden saber de nuestro matrimonio y han visto que con Dios se puede. Entonces, las crisis de ellos también las han podido vivir en la fe y eso les cambia la vida.

Julio: Es fundamental pasar la fe a los hijos, porque aprendemos a vivir en la verdad, la verdad de los papás y la verdad de los hijos. Yo les conté mi historia, lo mundano que fui, lo que me hizo sufrir ser bohemio. Ellos conocen mi historia y tienen la suficiente confianza para contarme sus cosas, aunque por supuesto tendrán sus secretos.

Marcela: Cuando alguno de ellos mete la pata, nos dicen.

Julio: Los papás tenemos que estar siempre atentos a la situación de los hijos, porque si uno se duerme se puede ir todo por la borda, porque la tentación es grande. Hoy día la pornografía la tienen a la mano, en Internet, en los teléfonos. Tienen todo al alcance de la mano, los preservativos y todo un mundo. Los medios de comunicación, la publicidad los apoyan estimulando las relaciones sexuales fuera del matrimonio y el trago. Es muy difícil hoy día para los jóvenes ser fuertes y combatir eso. Nosotros les hemos dado las armas, pero no hay una garantía, la caída existe, yo me he equivocado en la vida y ellos también tienen derecho a equivocarse.
 

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