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Entrevista al director nacional de las Obras Misionales Pontificias, padre Gianluca Rosso:

Chile ha crecido en su adhesión a las misiones, pero puede aumentar todavía más

¿Cuál es el sentido profundo del Domingo Universal de Misiones?

En 1926 Pío XI estableció que el penúltimo domingo de octubre se celebrara en toda la Iglesia el “Domingo Universal de las Misiones” (DUM), para mover a los católicos a amar y apoyar la causa misionera y para renovar el compromiso de anunciar el Evangelio y dar a las actividades pastorales una dimensión misionera más amplia.

El DUM es el momento culminante de una corriente de animación y cooperación misionera que debe desplegarse todo el año, especialmente, a lo largo de todo el “Octubre Misionero”, el mes de las misiones por excelencia.

El Santo Padre en su mensaje para la celebración de este año nos recuerda que Cristo nos envía al mundo y, una vez más, confirma a la Iglesia en su fe misionera y en su deber de anunciar el Evangelio como elemento esencial de su misión, y nos recuerda que este ejercicio es fuente de vida eclesial, ya que “¡la fe se fortalece dándola!”.

¿La misión es uno de los pilares de la Iglesia?, ¿por qué?

«La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza», afirma con todas sus letras, el Concilio Vaticano II. La misión no es un añadido, sino constituye la columna vertebral, por así decir, de la Iglesia.

A partir del Concilio, hemos reflexionado más sobre nuestro ser Iglesia, y más nos hemos descubierto Iglesia misionera, que en este mundo no existe para sí misma, sino para los demás, para la gloria de Dios y para la salvación del mundo. No tiene sentido una Iglesia que no es misionera, abierta al proyecto de Dios, colaboradora de este proyecto.

El Concilio subraya, de hecho, que expresión concreta y privilegiada de la naturaleza misionera de la Iglesia, y signo de su madurez en la fe, es el envío de evangelizadores a todo el mundo, con preferencia a aquellos que aún no han recibido el anuncio del Evangelio. Esto permanece siempre válido y prioritario, porque este es el mandato del Señor: ir por todo el mundo, a toda criatura.

Este mandato sigue válido y prioritario también hoy.

¿Qué es la “responsabilidad misionera” de la Iglesia?, ¿Chile la cumple?

Antes de volver al Padre, Jesús nos pidió que el Evangelio fuera anunciado a todos los pueblos. Esta tarea está aún lejos de completarse, por ende comprometerse en primera persona para su realización es una especie de “ley fundamental” de vida de toda Iglesia, que perdería su empuje vital si, concentrándose sólo en sus problemas, se cerrara a las necesidades de la Iglesia en otros lugares. La experiencia enseña que, al contrario, una Iglesia local que se abre a la Misión recupera vitalidad y eficacia.

"¡Ay de mí si no evangelizase!", dice el apóstol Pablo. Estas palabras son emblema de esta “responsabilidad misionera” y tienen que resonar con fuerza para cada cristiano. Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas de todas partes del mundo, numerosos laicos y hasta familias enteras dejan sus países, sus comunidades locales y se van a otras iglesias para testimoniar y anunciar el Nombre de Cristo. Se trata de una expresión de profunda comunión, de un compartir y de una caridad entre las Iglesias, para que cada hombre pueda escuchar o volver a escuchar el anuncio que cura y, así, acercarse a los Sacramentos, fuente de la verdadera vida.

En cuanto a si Chile cumple, ciertamente lo hace, pero podría hacer mucho, mucho más. De los países de la región, Chile, lamentablemente es el que se ha quedado un poco atrás en este ámbito. Pero estamos mejorando, un poquito, a pesar que no crece el número de misioneros chilenos. Estamos mejorando porque, por ejemplo, lo recaudado en la Colecta del DUM del año pasado ha sido prácticamente el doble de años anteriores, permitiéndonos así ayudar más las actividades que los misioneros desarrollan, financiar más proyectos de ayuda.

¿Qué le diría a los católicos para animarles a colaborar en la colecta?

El Santo Padre nos invita a dar un signo creíble y generoso de comunión entre las Iglesias, ante todo con nuestra oración pero también con una ayuda económica, para colocar a las Iglesias de las tierras de misión en condición de iluminar a las gentes con el Evangelio de la caridad. La colecta que se recoge en todas las Iglesias y Capillas del país el domingo 21 de octubre, viene integralmente canalizada, a través de las Obras Misionales Pontificias, para la obra misionera de la Iglesia en el mundo. Gracias a la generosidad de tantos, el anuncio del Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, de justicia para los más pobres, de posibilidad de instrucción en los pueblos más recónditos, de asistencia médica en lugares remotos, de superación de la miseria, de rehabilitación de los marginados, de apoyo al desarrollo de los pueblos. Allí donde alguien tiene hambre, sed, está desnudo, enfermo o en la cárcel está presente lo mejor del alma de Chile: nuestros misioneros. Con esta colecta les ayudamos a ellos para que sigan ayudando.

 

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