Septiembre 2008 / NÚMERO 19

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Oración del Migrante

Viajar hacia Ti, Señor, eso es vivir.
Partir es un poco morir;
llegar nunca es llegar definitivo hasta descansar en Ti.

Tú, Señor, conociste la migración,
y la hiciste presente a todo hombre que comprende qué es vivir
y quiere llegar seguro al puerto de la vida.

Tú sacaste de su tierra a Abraham, padre de todos los creyentes.
Tú recordaste cuáles eran los caminos para llegar a Ti,
por los profetas y los apóstoles.

Tu mismo te hiciste migrante del cielo a la tierra
en el seno de tu Madre, apenas concebido,
en tu precipitada fuga a Egipto, por los caminos sembrando el Evangelio,
multiplicando el pan, sanando los enfermos y regresando al Padre en tu ascensión.

Concédenos fe inconmovible, esperanza confiada y alegre,
caridad ardiente y generosa, para emigrar con paz en el alma
y llegar hasta Ti cada día, y el último día. Amén.

(Mons. Francisco Valdés S.)