Septiembre 2009 / NÚMERO 31

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Juan Pedro Pinochet, gerente general de Un techo para Chile

Un sueño casi inalcanzable y un plazo perentorio

 

¿Cómo nació la idea de terminar con los campamentos?

El sueño fue naciendo de a poco. Para recordar, el año ‘97 un grupo de universitarios junto al Padre Felipe Berríos se propuso hacer 2 mil mediaguas para el 2000 como una forma de celebrar el nacimiento de Jesús. En el año ‘99 habían hecho más de 2 mil cien mediaguas, por lo tanto ya habían cumplido. En ese intertanto se estaba viendo cómo seguían, cuando los Obispos chilenos llamaron a Felipe para que este programa sea parte de las celebraciones del Jubileo. Ahí se llamó “Mediaguas en el 2000”. Nos fue estupendo, metimos el tema a nivel nacional y ese año tuvimos 5700 mediaguas. Ahí parte la idea de terminar con los campamentos. Ese es el gran sueño y, posteriormente, el 2006 empezamos a acuñar la frase del 2010 sin campamentos.

 

Primero hubo un tremendo sueño de terminar con los campamentos. En la sociedad, muchos que nos conocían nos encontraban ilusos. Mi respuesta es que la arrogancia más preciosa que he conocido es la de decir que uno va a hacer tal cosa y eso sólo lo pueden decir los jóvenes. Creo que la generación mía ya no cambian la realidad, sí los jóvenes. En el 2006 a ese sueño le ponemos un plazo: el 2010. Ese plazo fue impuesto hacia nuestra organización y hacia el país, como meta-país.

 

¿Cuál es el secreto del éxito?

El gran éxito del “Techo” es que es una agrupación de jóvenes que, motivados por el capellán Felipe Berríos, se propone un sueño casi inalcanzable y con un plazo.

 

El año ‘97 había 135 mil familias en campamentos. Hoy hay menos de 20 mil familias en campamentos.

 

Esto hace pensar que el 2010 se terminarán los campamentos…

Entendiendo lo que significa terminar con los campamentos. Primero, siempre va a haber un número de campamentos, nunca va a ser 0. Es como hablar del pleno empleo, hay algo de estructural. Cuando hablamos de terminar con los campamentos el 2010 comprende tres cosas: casas definitivas entregadas, casas en construcción, proyectos aprobados y asignados recursos. Materialmente es imposible que el 2010 terminemos con las llaves en la mano para cada familia, pero sí es posible decir que se va a concretar. Es importante colocar un plazo porque si no puede ser eterno. En ese ámbito, el “Techo” se comprometió a hacer 10 mil viviendas definitivas de estas 20 mil. Las otras 10 mil son para las otras entidades e instituciones que hacen lo mismo y el Ministerio de Vivienda está muy preocupado de que se hagan las otras 10 mil. El Serviu ya no construye casas, sino que le encarga a las Egis (Entidad de Gestión Inmobiliaria Social) y esta entidad organiza la demanda, presenta los proyectos, postula a los subsidios. Hoy somos una Egis y las municipalidades también, como la Cámara Chilena de la Construcción.

 

¿Cuáles han sido las claves para trabajar en este tiempo?

Un dato: “Un Techo para Chile” como ente jurídico, que es una Fundación de la Compañía de Jesús, recién tiene personalidad jurídica el 2005. Eso te habla que primero tuvimos la necesidad, el sueño, y después fuimos arreglando la carga. Primero estaba la convicción y luego la estructura. Eso te devela el espíritu.

 

Segundo, es concreto. El techo tiene la virtud de ofrecer ser partícipes a los jóvenes a partir de algo concreto, de una manualidad. “Yo participo y contribuyo a mejorar la calidad de vida de una persona en un campamento a partir de la construcción de una mediagua”, algo tan concreto y tangible como eso. Es lo mismo que le pedimos a la sociedad, que donara porque el peso que entra, es peso que lo convertimos en mediagua.

 

Tercero: es dirigido de verdad por los jóvenes. Tú ves que el capellán tiene la misma edad que yo, 52 años, y somos los únicos viejos. El resto son puros jóvenes y jóvenes que toman decisiones y que lideran todo el proceso. Un dato: la norma es que los jóvenes que tienen un cargo remunerado no ganan sueldos de mercado y no pueden estar más de 2 años en el cargo, porque si no pasan a ser viejos. Entonces se renueva.

 

¿Cómo son los jóvenes del “Techo para Chile”?

Son jóvenes que se comprometen con la causa, como me pasó a mí: yo no soñé terminar con los campamentos, pero hice mío el sueño desde noviembre de 1999. Que los jóvenes se comprometan permite pedirles que se involucren en todo. No como en otras organizaciones que están parceladas, donde se cumple una función y punto. Son funcionarios. Aquí no hay carrera funcionaria. Si bien hay división de funciones porque debe haber un orden, hay momentos en que tenemos que hacer de todo. Si hay que salir a hacer la colecta, salimos todos. Si se quemaron 5 mediaguas en un campamento y hay que ir a construir, vamos todos los de la oficina. Todos participamos de lo que hacen los otros. Nos involucramos de cuerpo y alma con un sueño. Eso es la potencia del “Techo”.

 

Quiero dejar en claro que todo el cambio de la realidad es a partir del sistema. Nosotros no nos ponemos al otro lado de la vereda a vociferar o a tirar piedras contra el sistema. Lo queremos cambiar, pero a partir de la realidad existente y cómo se hace: los jóvenes hacen alianza con las familias de los campamentos, en especial con los dirigentes. Eso es muy potente: un universitario junto a un dirigente organizan las tareas para salir de esa realidad. No es que nosotros lleguemos y en forma colonizadora digamos qué vamos a hacer. Se trabaja a partir de las alianzas en mesas de trabajo que se juntan semanalmente, diseñando el futuro. Ahí está la médula de la energía y las convicciones. Esa energía sumada entre el poblador y el universitario hace que esto prenda y logre un 2010 sin campamentos.

 

¿Cómo vive usted el sueño de terminar con los campamentos para el Bicentenario?

Ha sido un regalo para mí. Vengo del mundo privado. He sido el clásico ejecutivo, funcionario de una empresa y estoy encaminado a unir dos mundos: mi mundo profesional con el mundo de la búsqueda del sentido y aquí lo he logrado. Me he puesto más inteligente, más creativo, porque cuando hice mío el sueño, cuando uno vive compasión y entrega se pone más creativo.  

 

Para nosotros es un regalo y, ojalá que el país lo acepte como tal, que los jóvenes quieren a su país, trabajan por él, quieren cambiar una realidad. Que estemos en 15 países de Latinoamérica replicando el modelo y que haya nacido aquí es un orgullo chileno. Suena bonito decir que es una exportación no tradicional, pero más que eso es un orgullo nacional que está contribuyendo a mejorar la calidad de vida de millones de familias latinoamericanas que viven en la miseria de los campamentos.

 

¿Cuándo tiene más esperanza?

Cuando entiendes que no le das dignidad al más pobre, sino que las ansias es reconocerle la dignidad al otro. Cuando no hablas de pobres sino de personas en situación de pobreza, hay claramente un mundo de diferencia porque hablar de pobres es peyorativo, es hacer distancia y propone una relación vertical. Cuando ves que los jóvenes se comprometen con una familia o un grupo de ellas y juntos trabajan, ves que es posible hacer muchas cosas en este país no sólo en el caso de la vivienda, sino en educación, salud… En la medida en que el país, entendiendo que éste no es tarea del gobierno, sino de todos los católicos y no católicos de querer a su país y colaborar y trabajar juntos no asistencialistamente, es posible construir un país más justo, más solidario de verdad. Y no ser solidarios sólo cuando llueve o cuando hay un terremoto.