Septiembre 2009 / NÚMERO 31

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Nicolás Bär, director ejecutivo

Copiar a mano el “Evangelio de Chile”

 

Es una iniciativa de la Conferencia Episcopal chilena que tiene dos ejes: la Misión Continental y la celebración del Bicentenario. “Es una iniciativa que surge de la Misión Continental, surge como una acción concreta, pública, de unidad de todos los chilenos de salir al encuentro, de escribir el Evangelio”, señala.

 

¿Cómo se inserta dentro de la celebración del Bicentenario?

El Bicentenario es celebración, es rememorar, es recordar nuestras raíces, es conocer y reflexionar sobre nuestra historia, pero también es pensar el Chile que queremos hacia al futuro de acuerdo a lo que hemos sido, a lo que somos y a lo que queremos ser. El Bicentenario es un aniversario, es celebración y tenemos que celebrarlo como corresponde. El “Evangelio de Chile” se ha pensado como una iniciativa de unidad, de comunión de todos los chilenos en torno a la Palabra de Dios. La idea es que nos unamos como país, por eso es la Conferencia Episcopal la que está detrás. ¿Qué nos une? La Palabra de Dios. El 96% de los chilenos tiene un vínculo con la Palabra de Dios.

 

¿Es una iniciativa ecuménica?

Es un proyecto de la Iglesia Católica, pero tiene apertura ecuménica e interreligiosa. Hemos invitado a distintas comunidades cristianas a copiar textos  e invitamos a la comunidad judía a escribir el libro de los salmos entero. Son mucho más los elementos que nos unen que los que nos separan. Por eso es una iniciativa de unidad, de comunidad.    

 

¿Cómo le explicaría el proyecto a alguien que ni siquiera va a misa dominical?

La Palabra de Dios es importante e independiente de que alguien vaya o no a misa. Mucha gente que no participa de la misa, sí cree en Dios y en su Palabra. Esta es una invitación  no sólo para los que están dentro de la Iglesia, sino también para los que están más alejados. La gran mayoría de los chilenos creemos en Dios, en Cristo y en su Palabra. Lo que queremos hacer es un acto de fidelidad, de vínculo con el Señor. No tiene nada de creativo, es simplemente copiar, pero es de mucha fidelidad. Yo creo en la Palabra y la escribo y no así no más, sino con una importancia, con una solemnidad y una dignidad relevante. Por eso hemos tomado la tradición de los copistas medievales. Los copistas antiguos tenían una labor muy seria . En esa época no habían imprentas entonces los monjes tenían que reproducir los textos bíblicos para que se pudieran difundir y la gente pudiese leerlos. La tarea era muy seria, porque al escribir mucho es fácil equivocarse. Si omitían una coma, cambiaban un acento, se corría el riesgo que la gente tuviera una lectura distinta de la Palabra de Dios, pero la Palabra de Dios es una, es objetiva, no puedes cambiarla, por eso era tan serio. Dice la tradición que a los copistas les temblaba la mano al escribir la Pasión de Cristo. Había una oración para que no tiemble la mano. Entonces los liturgos han escrito un rito especial donde se bendicen los ojos que leen la Palabra, los oídos que la escuchan y las manos que la escriben.

 

¿Dónde se va a llevar a cabo?

Se va a escribir el Nuevo Testamento completo en todo el país. Van a ser mil instancias de escritura. Será en todo el país, en lugares emblemáticos como Isla de Pascua, la Antártica, el altiplano, la Patagonia.

¿Quiénes van a escribir?

No todo el mundo. En el Nuevo Testamento hay alrededor de 7950 versículos, entonces la idea es que 7950 personas escriban. Esto es clave: lo importante no es quien escribe, porque son poquitos, 8 mil de 16 millones. Lo importante es a quién representa el que escribe. Yo profesional, trabajador, estudiante, dueña de casa, se sienta representado por el que está escribiendo.

 

¿Cuál es el objetivo final?

La invitación no es a copiar el Evangelio, sino a meditar la Palabra de Dios. La invitación es a unirse en torno a la Palabra, hacer una Lectio Divina en torno a la Palabra, es decir, a una meditación orante de la Palabra, una conversación con Dios en torno a un texto bíblico. Hay formas de hacer una Lectio Divina. De hecho, a los copistas les hacemos una invitación y ahí hay una preparación espiritual. Lo que se busca es un encuentro personal con Jesucristo. Nuestra fe no es una fe intelectual, no es un conjunto de dogmas, sino que es la fe en una persona. Por eso es necesario que podamos fomentar un encuentro con esa persona. Si nos quedamos sólo en copiar el Evangelio, no tiene ningún sentido. Lo importante es que mediante la escritura, la meditación, la participación con la comunidad en una ceremonia de escritura, pueda también tener un encuentro personal con Jesucristo. Si no tenemos eso, estamos mal.

 

Una persona en situación de calle ¿se puede sentir representada?

Debiera sentirse representada. Debieran existir personas en situación de calle copiando el Evangelio. Nosotros buscamos que toda la sociedad esté representada.

 

¿La Presidenta de la República también?

Queremos que haya políticos, empresarios, gente en situación de calle, gente en hospitales, en cárceles. Las distintas instancias de copia en todo Chile ocurrirán en distintas partes. No sólo en la parroquia ni en la misa del domingo. Van a haber instancias especiales, por ejemplo, liturgias de la Palabra en la plaza, en la cárcel, frente a los moais en Rapa Nui, en la capilla de Toconao, en instancias significativas. Todos tienen que sentirse representados. Son mil instancias, son hartas, pero tampoco muchas. Hemos hecho un trabajo fuerte de fomentar en quienes van a elegir a los copistas que puedan elegir a personas representativas de cada comunidad.

 

¿Cómo se escogen?

Se dividió el Nuevo Testamento en todo el territorio nacional con un criterio demográfico, es decir, en una diócesis con mayor cantidad de habitantes se les entregan más versículos para copiar que en una diócesis más chica. Se les entregará un texto del Evangelio y otro de la historia de la Iglesia, como las cartas de los apóstoles y el Apocalipsis. Cada diócesis, con una organización central, define cuáles son las instancias de escritura.

 

¿Cómo se hará operativo el proyecto?

Hemos dividido el texto bíblico en temas y cada tema corresponde a un kit de copia. Cada uno tiene todos los elementos necesarios para que se haga una copia de un texto con una unidad temática. En cada kit van tarjetones de escritura, dípticos informativos, lápices, diplomas para los copistas. Luego que tengamos todos los tarjetones de vuelta se va a componer digitalmente este libro. Se van a pegar las partes. Van a ir los textos con “iluminadores” de 12 escenas del Antiguo Testamento. Cada una de esas escenas va a estar iluminada, interpretada creativamente por cuatro miradas distintas: la de un gran pintor, la de un niño a través de un dibujo, la de un poeta y la de un cantor a lo divino. Por ejemplo, para la escena del nacimiento de Cristo, el pintor Jorge Tacla, que es de origen palestino y vive en Nueva York, va a ir el dibujo de un niño, una poesía y el texto del canto a lo divino. Cada una de estas doce escenas va a tener estas cuatro miradas. El libro con la Historia de la Iglesia y el libro de los Salmos también van a tener iluminaciones con pintores y niños.

 

Vas a tener por un lado la copia y la creatividad de artistas y de niños. Ellos nos permiten la mayor representatividad tanto geográfica como cultural y de realidades sociales.

 

Vengo llegando de Toconao donde hicimos un taller en la escuela con los 14 niños de 4º básico. Cada niño hizo un dibujo de la escena que le solicitamos y de ahí se va a elegir a uno para el libro. El altiplano va a estar representado también por un niño.

 

Con todos este material se van a hacer tres libros: el Evangelio de Chile propiamente tal con los cuatro evangelios;  un segundo libro será el libro de la Iglesia con los Hechos de los Apóstoles, las cartas y el Apocalipsis; el tercer libro va a ser de los salmos. Cada uno de ellos va a tener tapas especiales, hechas por escultores, van a ser libros muy bonitos, de buena calidad.

 

¿La gente los podrá conocer?

Estos libros van a recorrer el país con una imagen de la Virgen del Carmen durante 7 meses. Vamos a sacar copias de los libros para regalarlos a cada una de las Catedrales del país que son 26. La copia va a quedar en cada diócesis para siempre y los originales van a quedar en el Santuario de Maipú por ser nacional. Vamos a mandar copias a la Biblioteca Nacional, la Biblioteca del Congreso y se va a mandar una copia al Santo Padre. Además vamos a tener un sitio web muy bueno donde van a estar los libros completos como imagen. En la casa o en el colegio se podrá hojear el libro en el sitio web, así buscamos que el acceso sea mayoritario.

 

¿Cuál es el sentido último?

El sentido es reconocer las raíces cristianas de Chile. Es un proyecto de real comunión entre todos los chilenos y se busca que estos libros no sólo sean objetos religiosos, sino que también sean objetos culturales y artísticos. Queremos que toda nuestra cultura, incluyendo las etnias originarias, todas nuestras realidades sociales, toda nuestra geografía estén ahí. Incluso los separadores de los libros van a estar hechos de los tejidos más finos y representativos. Todo va a hablar de Chile, de nosotros, de nuestra historia, de lo que fuimos, lo que somos y seremos.

 

¿Cómo se financiará?

Todo esto ha sido financiado por empresarios que han creído en esto. Todo lo que hacemos es sencillo, pero de buena calidad, buen diseño.

 

¿Van a hacer un registro de lo que sucederá en septiembre y octubre?

Este proyecto no queda completo si nosotros como chilenos no asumimos un compromiso con el país. Algunos van a copiar, otros van a iluminar o a participar en la Lectio Divina, pero cómo uno se compromete para el Bicentenario. Para eso ideamos el libro de ofrendas para Chile. Vamos a invitar a toda la gente que participe en la ceremonia de escritura, que escriba una ofrenda, un regalo, un “yo me comprometo”. Imagínate que tengamos acá cien mil ofrendas. Podemos cambiar Chile con las cien mil ofrendas. Con esto vamos a hacer un cuarto libro recogiendo estos libros y el registro de cómo se hizo la copia por el país con fotos.