Septiembre 2009 / NÚMERO 31

volver

Rosa Díaz Díaz, dirigente de campamento 

También somos chilenos

 

¿Cómo conoció “Un techo para Chile”?

El 2004 construyeron viviendas en mi sector, en Buin, en el campamento erradicación Puente Maipo. En ese tiempo estaba recién como dirigente. Construyeron para 12 familias mediaguas y la fe que puedo dar de eso es que les cambió la vida en un 100% a las familias.

 

Yo no salí beneficiada, no tenía la vulnerabilidad de las otras familias en ese tiempo. En ese tiempo estábamos a punto de erradicarnos porque tenemos adjudicado un proyecto en Buin hacia El Recurso. Como era dirigente, “Un techo para Chile” me ubicó como referente y me pidieron que los acompañara a los campamentos de los distintos sectores de Buin. Me encantó porque soy dirigente por la vocación de servicio que uno tiene en el alma, por la vocación social. En ese tiempo se pensaba en hacer una coordinadora nacional de campamentos para tener una voz representativa.

 

A pesar de tener adjudicado el proyecto no nos cambiamos de casa. Dentro de mi proyecto me sentía muy sola. Independiente tenía que tener gente al lado mío para decir que no era yo solamente la que tenía problemas y demostrar a las autoridades que sí existimos, que tenemos necesidades grandes y que la lentitud no nos sirve.

 

¿Qué ha encontrado en los jóvenes?

En el “Techo” he encontrado todo: la visión que uno es capaz de lograr objetivos que uno tiene claro, pero que le da temor hacerlo; seguridad en mí misma. Me capacité en la Universidad Alberto Hurtado durante un año en un diplomado sobre políticas y sociedad. Era para entregarnos herramientas para la gestión nuestra como dirigentes: nuestros derechos, cómo enfrentarnos a los medios, conversar con las autoridades. Hoy me encuentro una mujer con mucha fe en mí misma, con seguridad, con un desplante que tuve siempre, pero ahora más asumido, me puedo relacionar con las autoridades de igual a igual sin olvidar cuál es mi condición, pero tampoco permitiendo que los demás olvidaran que nosotros somos dirigentes y que tienen que respetarnos porque somos autoridades dentro de nuestras propias comunidades.

 

¿Cómo ha sido ser parte de la Corporación “También somos chilenos”?

Nos formamos el 2006. Es una organización histórica. Nunca en Chile los más pobres del país habían tenido una representatividad y hoy la tenemos. Después de 2 largos años obtuvimos nuestra personalidad jurídica a nivel nacional y eso es porque el “Techo” confió en nosotros, confió en que éramos capaces, nos formó y nos dio su ayuda en todos los sentidos.

 

¿Cómo vive hoy?

Hoy, después de 4 años sigo en mi campamento donde todavía hay barro, donde todavía las familias se llueven, donde en el invierno pasamos frío. Vivo en forma vulnerable. En mi casa vivo con mis 2 hijos, mi esposo y mi hija con una niña de 14 años. Somos 6 en 60 metros cuadrados. Nos calefaccionamos con estufa a leña. Tengo la suerte, porque hay otros que no se calefaccionan con nada o que prenden leña afuera y después entran las brasas, pero cuánto les duran…5 minutos. Y el frío es tan grande que muchas veces prefieren acostarse con los niños y darse calor humano que estar al lado de unas brasas que se van apagando.

 

En mi campamento hay 140 familias. Espero en Dios que pronto nos entreguen nuestras viviendas. Hemos tenido demasiados tropiezos. 

 

¿Por qué han tenido tantos problemas con la entrega de sus casas?

Porque cuando uno no tiene la formación necesaria, uno no puede tener un diálogo en las mismas condiciones con las autoridades. Nos ofrecieron un tipo de vivienda y cuando construyeron resultó que era otra vivienda. Íbamos a estar peor que en el campamento. La obra gruesa ni siquiera era habitable. Entonces no nos cambiamos. Ahí fue mi lucha: conseguir lo que nosotros necesitamos, una población, con pavimento, con veredas, con cierres laterales, de forma que nos facilitara la vida para desarrollarnos como familia en un barrio. Nos entregaban un potrero con casas paradas. No tengo plata para hacer un cierre perimetral, entonces lo primero que uno piensa es poner latas y palos, pero así volveríamos a vivir como lo hacemos en el campamento. Vamos a estar en el mismo barro y en la misma humedad. No podía permitirme eso y si hay recursos en el Estado que los invierta bien. Las autoridades gubernamentales tienen que hacerse cargo, es su obligación y es un derecho que tenemos nosotros y la Constitución del Estado así lo indica.

 

¿Cuál es su sueño?

Mi sueño es tener una vivienda digna para olvidarme de la pesadilla que es el frío para las personas de campamento. Tener una mejor calidad de vida, entregarle a mis hijos lo que yo no tuve y que este país sea cada día mejor. Y vivir con la tranquilidad que eso es mío y no pensar que en cualquier momento nos van a desalojar. Lo que pretendo es transmitir mi experiencia a otros dirigentes y familias que pasan por lo mismo que nosotros hemos pasado. Eso es lo que “Un techo para Chile” es para nosotros. Nos ha prestado la importancia que tenemos, muchas veces han sido pilares fundamentales. Sin ellos la corporación no existiría. Siempre nos han levantado el ánimo, han estado con nosotros en todo momento. Sobre todo el Padre, que es un fiel admirador de nosotros. Siempre cuando nos ve lograr cosas, él es el más feliz. Eso nos hace responsabilizarnos más por lo que hacemos, porque tenemos su confianza y para nosotros es un orgullo trabajar con él.

 

El día que nos cambiemos vamos a cuidar eternamente nuestras viviendas. Nuestras viviendas están construidas hace 2 años, después quebró la empresa constructora, pero los vecinos nos organizamos y cuidamos nuestra población mientras el municipio gestiona la caducidad del contrato. Hacemos rondas de día y de noche. Nosotros queremos recibir lo que se nos prometió: una villa. Vivo en el campamento de los areneros del Puente Maipo que viven ahí por más de 70 años y en varias ocasiones se les prometió título de dominio, ellos confiaron y no hicieron contrato formal. Ellos construyeron en sólido y cuando iba a pasar la carretera, la panamericana sur, nos dijeron que teníamos que irnos. Nosotros dijimos que no y llegamos a negociaciones donde nos ofrecieron una villa. Espero en Dios que los trámites se agilicen. Por el crecimiento como dirigenta que tuve acá no permití que la empresa cobrara el 10%, entonces aparte de conseguir que se mejorara el proyecto, tenemos 90 millones a favor nuestro. Con eso vamos a hacer un área social y vamos a empezar a crear áreas verdes. Eso es lo que me mueve y lo que le agradezco al techo. Sin el apoyo del techo y de la corporación, no hubiese sido capaz de hacerlo sola.