Edición NÚMERO 43
Septiembre 2010

Historiadora Sol Serrano y los 200 años del Chile republicano:
“La Iglesia chilena ha sido un puente entre distintos sectores”

La académica destaca entre otras cosas el compromiso con los pobres y la defensa y promoción de los derechos humanos que a lo largo de nuestra historia ha sido un sello de la Iglesia Católica chilena.

¿Cómo fue la participación de la Iglesia Católica chilena en el proceso de

Independencia de Chile?

Aunque cueste imaginarlo, “la” Iglesia era en realidad un conjunto de congregaciones y órdenes y la Iglesia diocesana era muy débil. El clero, para ser más precisa, se dividió.  Hubo sacerdotes en ambos bandos, porque la Independencia, al contrario de lo que había sido por ejemplo en Francia, no fue contra la Iglesia y el catolicismo, sino contra la monarquía. La curia eclesiástica fue realista en los primeros tiempos. Luego los realistas fueron expulsados. Se formó en la década de 1820 y especialmente de los 30 una jerarquía enteramente republicana, pero contraria a los poderes que el Estado ejercía sobre la Iglesia en el nombramiento de sus autoridades, poder que había heredado de la monarquía.

En términos generales, ¿cuáles han sido a tu juicio los principales aportes de la Iglesia Católica en la historia de Chile, en estos 200 años de vida independiente?

Creo que el hecho inicial de haber sido una Iglesia republicana (después de la Independencia apoyó la República) fue fundamental para que los conflictos entre Iglesia y Estado –que en países como Francia fueron violentos y dramáticos-, que si bien fueron acalorados, finalmente se negociaran. La Iglesia ha contribuido en ese sentido a la estabilidad política. Por otro lado, ha tenido una presencia muy transversal en distintos segmentos de la población. En una sociedad socialmente tan jerárquica como la chilena, la Iglesia ha sido un puente entre distintos sectores, especialmente en el hecho que las clases dirigentes tomaran conciencia de la pobreza y de la necesidad de comprometerse con los pobres. Por lo mismo, el catolicismo en general ha sido fuerte en las organizaciones de la sociedad civil, que hoy llamamos ONGs, pero que antes se llamaban asociaciones. Las primeras asociaciones laicas de beneficencia fueron católicas. Más tarde, ello se asume como la promoción de los derechos y de la inclusión de los más pobres.

Presencia en diversos ámbitos de la sociedad

¿Cómo ha respondido la Iglesia Católica chilena, con sus propuestas, iniciativas y acciones de evangelización, a las necesidades que en cada momento histórico ha tenido nuestro país?

Creo que los dos momentos de mayor involucramiento en los problemas generales de la sociedad –porque de los religiosos ha estado ocupada siempre- han sido en la “Cuestión Social” (N. de la R.: Sobre las condiciones sociales de los trabajadores a fines del siglo XIX y principios del XX) y luego en la defensa de los derechos humanos.

¿Cuál ha sido el aporte de la Iglesia Católica chilena en el mundo de la educación, tanto básica, media, como superior? ¿Cómo ha influido este aporte en el desarrollo cultural, político, intelectual, social y económico de Chile?

La Iglesia tuvo en la Colonia el rol de educadora de los sectores altos a través de las congregaciones, pero no desarrolló la educación primaria, aquello que en los países europeos se inició en las escuelas parroquiales. Había buenas razones para que así fuera, porque sus labores pastorales, misioneras, eran muy demandantes. Fue en las últimas décadas del siglo XIX en que la educación católica se fortaleció verdaderamente en los tres niveles educativos, y de la mano de congregaciones educacionistas europeas y, mucho más tarde, norteamericanas. La educación católica ha sido la más grande en el sector privado, ha incorporado a todos los sectores sociales, ha sido importante en mantener la diversidad de carismas educativos. Fue importante en la formación de las élites, primero en colegios como los Sagrados Corazones y el San Ignacio a mediados del siglo XIX, y luego a través de la Universidad Católica. La educación católica destinada a los sectores populares ha recibido subvención del Estado desde muy temprano. A pesar de las peleas que hubo en el siglo XIX entre la educación católica y la pública, la verdad es que ha habido más colaboración de lo que parece.

¿Cuáles han sido los aportes de la Iglesia Católica chilena en la lucha por la justicia social y por los derechos de los trabajadores?

En el siglo XX fue muy importante en el mundo campesino y en su organización, ese era el sector más abandonado de la sociedad chilena. La reforma agraria empezó en un campo de la propia Iglesia.

¿De qué manera influyó la Iglesia durante el período de la llamada “Cuestión Social”, para ayudar a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores?

La Iglesia no fue tan activa en el sindicalismo industrial, aunque participó en las primeras organizaciones obreras, como la Federación Obrera de Chile (FOCH). Era un campo en que el mundo de izquierda y laico fue siempre muy poderoso. El catolicismo era identificado con las clases dirigentes por los emergentes proletarios. El giro más profundo vino con el Concilio Vaticano II.

¿En qué acciones concretas se ha plasmado a lo largo de estos doscientos años de vida independiente la opción preferencial por los pobres de nuestra Iglesia?

En que siempre sectores importantes de ella han estado físicamente con y entre los pobres en la vida parroquial, en las organizaciones y colegios. El concepto sociológico de aquel compromiso cambia, pero no su presencia. No es casual que la organización más grande que ha participado en la reconstrucción tras el terremoto sea Un Techo para Chile.

¿Cómo ha sido la acción de la Iglesia Católica chilena en la defensa y promoción de los Derechos Humanos?

Bueno, todos lo sabemos. De hecho, la enorme ayuda que la Iglesia prestó a las víctimas y a sus familiares durante el régimen militar, todo lo que ella hizo, permitió luego poder hacer un reconocimiento a la dignidad de las víctimas y la reparación –dentro de lo que se puede reparar lo irreparable- a sus familiares. La labor de la Vicaría de la Solidaridad fue fundamental, tanto para el Informe Rettig como para la Comisión Valech. Para hacer esa labor tuvo que ser audaz y valiente. No toda la Iglesia apoyó esa política. En ese sentido, el liderazgo del Cardenal Silva Henríquez fue fundamental. La Iglesia, como lo dijo él mejor que nadie, fue en esa época la voz de los sin voz.

¿Qué iniciativas ha desplegado nuestra Iglesia a lo largo de la historia en el tema de la calidad de vida de la población? ¿Cómo ha apoyado en este sentido la promoción del derecho a una salud digna para todos los chilenos y chilenas?

Históricamente fue la primera en tener organizaciones de beneficencia orientadas a los pobres urbanos a mediados del siglo XIX. En ese sentido, hay muchas políticas posteriores del Estado de Bienestar, por ejemplo también en poblaciones obreras, que tenían este antecedente en la sociedad promovida por organizaciones católicas.