Edición NÚMERO 55
Septiembre 2011

Migración en Chile, nuevos rostros  

Ofelia Cueva llegó desde Perú a principios de los noventa. Primero trabajó como asesora de hogar y luego estudió cocina chilena e internacional. Hoy es la encargada de la Casa de Acogida CIAMI, desde donde con sus conocimientos y experiencia apoya a otras mujeres migrantes en su integración en el país. “Antes éramos casi puras peruanas, pero cada vez vienen más chicas de otros países”.

Nuevos colores, acentos y conductas culturales están enriqueciendo las calles de Santiago. Ya no es extraño encontrarse en el Metro, en la calle, en las plazas o en los negocios con personas de otras nacionalidades, lo que hace décadas atrás era inusual. Si se va a las cifras, el 64 por ciento de los extranjeros en Chile (aproximadamente 350 mil) elije la capital del país para vivir y buscar nuevas oportunidades para su vida y la de sus familias.

La Iglesia Católica responde a este cambio por medio del Instituto Católico Chile de Migración (INCAMI). Periódico Encuentro conversó con el padre Idenilso Bartolotto, vicepresidente de INCAMI para conocer más de este trabajo y del fenómeno migratorio en Chile.

-¿Qué es INCAMI?

Primeramente el INCAMI, desde su creación, tiene como misión coordinar y orientar la pastoral de Movilidad Humana (PMH) en Chile, desde lo pastoral, lo espiritual con las comunidades migrantes, poder sensibilizar a las parroquias, diócesis, es decir, la parte eclesial, para que se pueda visibilizar, pero también para poder estructurar una pastoral orgánica específica para los migrantes. Entonces, esa es la misión que tiene el INCAMI, poder seguir coordinando y poder orientar también esas migraciones en las distintas delegaciones diocesanas. La  PMH engloba ese trabajo con los migrantes, con los refugiados, con la pastoral circense, con el apostolado del mar, digamos, es un trabajo que tiene que ver con la movilidad, desde la persona en sí.

-¿Por qué se requiere de una estructura de pastoral específica?

Estamos hablando que son un grupo que tiene una caracterización, una dinámica muy especial por encontrarse fuera de su país, de su familia, de su hogar, y por eso ésta necesita tener una mayor sensibilidad, tener una apertura digamos especial, por eso hablamos de una pastoral de acogida y solidaridad, y eso implica que tengamos mayor atención para con los migrantes, porque creemos que muchos de ellos son los más pobres y vulnerables, por dejar familia, patria y todo lo que conlleva, empezar una nueva vida en una nueva sociedad, nuevo país. 

Aunque no todos se encuentran en esa misma situación, porque encontramos migrantes que son profesionales, migrantes que tienen posibilidad de empezar una nueva vida, pero muchas familias, las más, no se encuentran así, entonces encuentran la soledad y más desprotegidos. Por eso creemos en una pastoral específica para con ellos. Por eso se crean también los centros, las casas de acogida, para que se pueda brindar un servicio específico de integración, de inclusión de ellos a esta nueva sociedad. Entonces ese es el trabajo con los de la Iglesia, que tiene que preocuparse. Es por eso que en este año 2011 la Iglesia de Chile toma como uno de los grupos prioritarios a los migrantes para trabajar.

Cuando planteamos que sea uno de los grupos prioritarios en ese sentido que digamos, en esa necesidad, Chile deja de ser un país expulsor a ser un país receptor de migrantes.

-¿Cuál es la tendencia migratoria hoy en día?

Vamos teniendo nuevos rostros, nuevas migraciones, en Chile va creciendo. Y eso la Iglesia tiene que estar sí o sí preparada y al mismo tiempo también dar respuestas, respuestas concretas, estructurales y organizadas. Por eso decía una pastoral orgánica que se conlleve y se trabaje en coordinación también con las demás pastorales para que sea dentro de una planificación de la pastoral de las diócesis y que se pueda acompañar más específicamente. Por eso este año se quiere visibilizar y se quiere dar una respuesta más cercana, más próxima también a los migrantes que aquí están llegando en Chile.

-¿Y ese trabajo de acogida no implica solo el ser amable con ellos, sino que acompañarles en el proceso de integración, laboralmente, con las leyes del país?

Una de los desafíos además de dar a conocer, es poder dar respuestas también y no es suficiente decir “mira aquí están los migrantes, así son”; necesitamos como Iglesia poder tener colaborar y ayudar para que haya una integración concreta. Y para eso no es suficiente dar la información o hablar de la migración. Creemos que es importante acompañar. Y este acompañar es poder insertar al migrante y que él sea el protagonista de su historia. Pero sabemos que muchas veces necesita de ese empujoncito, de esa ayuda. De alguna manera los centros, las casas, y una pastoral específica tienen que ser eso, integradora. Y también promotora de la persona del migrante. Por eso las respuestas son de muchas maneras. También desde el INCAMI se organiza la Semana del Migrante, que quiere dar énfasis al tema. Poder dar respuesta, y que esa respuesta sea de toda la Iglesia. De todas las familias, las comunidades, las parroquias, que puedan acompañar con gestos concretos esta Semana del Migrante. Y al mismo tiempo compartir, que el migrante realmente sea protagonista de este momento en la historia y en la vida de Chile.

Pero también creemos que hay otras iniciativas que son de capacitación, que tiene que tener en esos espacios, que el migrante pueda acompañar, ser más visible. Pero de alguna manera dando a conocer su historia, su cultura y su riqueza religiosa también con sus fiestas, sus devociones, que eso pueda ser de alguna forma celebrado en las comunidades adonde van llegando, son espacios de vida concreta de esas familias migrantes.

-¿No es que ellos se integren como un chileno más sino que ellos también traen sus riquezas y tienen que conservarlas?

Tal cual, yo creo que eso es importante reconocer que sí Chile tiene una tradición, una riqueza cultural muy grande, pero al llegar esos nuevos migrantes, estas nuevas familias, también traen consigo nuevas riquezas, cultural, religiosa, étnica, que debe ser reconocida e integrada también. Eso es para todos los pueblos una riqueza en una nueva sociedad. Por eso un migrante nunca es un problema, realmente es una riqueza, una oportunidad para una nueva sociedad. Cuando sabemos acogerlos, integrarlos y celebrar con su cultura y su religiosidad.

-¿En cuántas diócesis hay pastorales?

Prácticamente en 11 diócesis, con equipos y oficinas, y en algunas de estas diócesis, 5, también tienen las casas de acogida. Quizá en algunas estén más favorecidas que en otras. Depende del lugar, la dinámica, también de la migración en esos lugares, y la misma respuesta de la Iglesia en esos espacios y lugares. Cambia mucho de un lugar a otro, dependiendo del contexto y la misma respuesta de la Iglesia y de los equipos de pastoral allí.

-Ustedes elaboraron un material con el que tienen la intención de formar agentes pastorales.

Sí. La idea es de siempre una de las tareas del INCAMI es poder ir preparando material para que sea de sensibilización pero al mismo tiempo de formación y capacitación, que son unidades didácticas de formación que son encuentros donde se pueda celebrar, conocer y formarse a partir de la migración, de la PMH. Y estos materiales, como las orientaciones, son esos espacios de formación y capacitación.

-¿En Santiago está dividida la acogida a migrantes y refugiados?

Sí, porque desde el 2000 ha asumido la Vicaría de la Pastoral Social como organismo encargado de acompañar con programas directamente a los refugiados.

Los migrantes generalmente son personas en movilidad que están diferenciadas de los refugiados, porque los refugiados son ya un grupo dentro de la movilidad humana que salen no voluntariamente, sino por condiciones políticas, religiosas, étnicas, que los obliga a salir. El caso del migrante tiene esta connotación de voluntariedad y se habla de migrantes económicos, pero sabemos que no tienen mucha elección, sino que prácticamente por su condición económica están obligados a viajar, a buscar fuera. Lo otro es porque corre riesgo de vida, política, religiosa, étnica, tienen que dejar el país.

Claro que después está también la pastoral de los circenses, de turismo, del mar,  de carretera, que digamos que son grupos que tienen siempre esa connotación de movilidad, desplazamiento de distintos lugares. En algunos lugares de Chile abordamos esas realidades.

El INCAMI en el norte sí acompaña a los refugiados.

-Sólo en Santiago es esta división.

En Iquique sí trabajan directamente con la pastoral de los refugiados, y también con la pastoral de carretera, de los camioneros. Hablar del norte es una pastoral de frontera, que es por ejemplo Arica como la puerta de entrada para Chile, y ahí tienes un trabajo muy específico para acompañar este lugar que es paso para las demás diócesis y lugares en Chile.

-¿Quisiera recalcar algo?

Decir también que en este trabajo del INCAMI que es de sensibilización, de concientización. Están las Jornadas Migratorias que son un espacio de debate, de reflexión con los organismos estatales, gubernamentales, internacionales y  la misma sociedad civil como los mismos movimientos de migrantes, organizaciones de migrantes, que siempre tiene esa mirada, ese objetivo de un debate, de incidencia a nuevas políticas migratorias. Por eso este año el tema “Nuevas migraciones, nuevos tiempos y nuevas políticas migratorias”, con lo cual se apunta que Chile al ir recibiendo nuevos migrantes, necesita actualizar su política migratoria para estos nuevos migrantes que van llegando, para que realmente sea una política migratoria  de inserción y que sea regional con esta mirada.

-¿En Chile cómo es la realidad para los migrantes, es muy compleja?

Yo creo que tiene lo que es la parte administrativa, diría que es bastante favorable, pero a nivel legislativo sí necesita una actualización para dar una respuesta a los tiempos actuales, para que sea acorde a estos grupos migrantes que llegan, que no tengan que esperar uno o dos años para una visa definitiva. Hay puntos que tendrían que ser actualizados y eso es a partir de una nueva legislación migratoria.

-¿Y a nivel de personas, los chilenos somos acogedores o discriminamos?

Yo creo que cambia. En visita a algunos lugares uno ve… Por ejemplo estando en Arica, ahí dicen que ellos no tienen muchos problemas de xenofobia, discriminación, porque ahí hay un paso, un acuerdo de fronteras hermanas. En otros lugares sí encuentras. Sobre todo los nuevos migrantes son más rechazados.

-¿Y los nuevos en este momento quiénes son?

Por ejemplo los colombianos de color negro. No siempre son bien recibidos, a veces tienden a relacionar con grupos por ejemplo de narcotraficantes, prostitución, y entonces digamos son a veces estigmatizados, pero si en verdad lo vamos a ver, los involucrados en eso no son grupos grandes, será uno o dos, pero que la opinión pública hace de eso, generaliza. Y creo que es ahí donde la iglesia tiene una misión grande de mostrar más allá de este grupo que es minoritario. Eso debe ser cambiado, tener una sociedad acogedora.

Lo mismo que los hermanos y hermanas que llegan de República Dominicana, de Haití también, que son nuevos grupos migrantes que están llegando. El rosto no es más mucho la región andina, que eran peruanos, bolivianos, sino que ahora tenemos muchos de centro América, del Caribe, muchos migrantes que están llegando.