Edición NÚMERO 53
Julio 2011

Hermano de las Escuelas Cristianas (La Salle) Enrique García:

Iglesia de Santiago, forjadora de la cultura

Este educador e historiador de la educaciónentrega algunas pistas de esa presencia señera en la sociedad nacional, desde la Conquista hasta nuestros días.

¿Cuáles son los grandes aportes que ha hecho la Iglesia Católica de Santiago en estos 450 años?

Yo creo que la cultura chilena le debe muchísimo a la Iglesia, especialmente a la Iglesia de Santiago. Por ejemplo, la primera escuelita que hubo en suelo nacional la atendía un clérigo;las congregaciones de los mercedarios, dominicos, franciscanos, jesuitas y agustinos fundaron escuelas, después fundaron colegios y terminaron fundando las primeras universidades. En la parte educativa la que hacía la tarea era la Iglesia. Cada parroquia tenía su escuela, y eso por obligación, por ley desde Isabel la Católica. Entonces las parroquias fueron las que pusieron las escuelas.

¿De cuándo datan las primeras escuelas acá en Santiago?

De dos o tres años después de la fundación, y siempre fueron obras de la Iglesia; hubo particulares también que hicieron escuelas. Al respecto, unas décadas después del comienzo de la ciudad de Santiago, había unas damas que se llamaban “amigas”, las que pusieron una escuela particular, y esa escuela particular podía ser para niños o para niñas, siempre separados, ya que en esa época no se concebía una escuela mixta. Después fueron apareciendo varones que pusieron colegios. El rey puso también colegios reales, pero son tardíos comparados con los colegios de Iglesia; por ejemplo, los jesuitas –que llegaron en 1593- pusieron colegios pronto, los agustinos también, incluso antes que los jesuitas. Desde el comienzo había mercedarios, quienes llegaron como capellanes de los soldados. De tal modoque todo el comienzo de la educación en Chile es obra de la Iglesia. Y era educación de calidad hasta llegar al nivel universitario, gracias a la acción de las congregaciones, las órdenes.

Aparte de la Universidad de San Felipe, ¿qué otras universidades hubo en los inicios?

Una que se llamó Santo Tomás, que después fue expropiada por el rey Felipe V y se llamó Universidad de San Felipe por eso. Después fue expropiada por la República y se transformó en la Universidad de Chile.

Desde siempre, educación de calidad

¿Cómo evolucionó a lo largo de los siglos, desde 1561 hasta hoy, la presencia de la educación católica en Santiago?

Durante toda la Colonia la educación era católica, ya fuera creada por el rey, por particulares, o por personas como estas “amigas” que le señalaba, que hacían colegios para niños o niñas.

¿Cuáles han sido los aportes de la educación católica en la diócesis y luego arquidiócesis deSantiago? ¿Cómo ha contribuido al sistema educacional en general,  a su equidad y originalidad?

La originalidad de la educación católica a mi juicio está en lo siguiente: La Iglesia desde siempre ha procurado la calidad de la educación, entendida como algo más que la mera instrucción, incluyendo también la formación de buenas personas, no solamente personas que sepan cosas. Entonces el aporte educativo cristiano en la historia de Chile es para formar personas virtuosas que además supieran muchas cosas. Siempre en el tema de la calidad, aquí hubo colegios que se llamaban colegios, pero tenían estudios de tipo bastante universitario. Manuel de Salas, por ejemplo, creó una cosa que se llamaba academia, se llamaba colegio, en fin, le daban distintos nombres, pero era una cosa que hoy día nosotros decimos, bueno, era una especie de college norteamericano, que se llamaba colegio pero tenía rango universitario por la calidad de sus estudios. Astronomía no estudia cualquiera en un colegio, y otras cuestiones así, como metalurgia, porque Manuel de Salas quería que se industrializara el país, y en eso él hizo un tremendo aporte, siendo laico católico, profundamente católico. Entonces toda persona que se preocupaba de la educación tenía una visión integral de la persona humana. Manuel Montt, que también era tremendamente católico, siendo ministro de educación, dijo una vez: “Si nos descuidamos de formar personas honradas en nuestros liceos y que tengan valores espirituales, es muy peligroso, porque una persona que es mala y sabe mucho, puede hacer mucho daño”.

¿Cómo ha contribuido la educación católica a lo largo de la historia a dar educación a los sectores más postergados? 

La Iglesia empezó por ofrecer escuelas a los indígenas, desde que llegaron los conquistadores. Se formaban parroquias y, como ya lo señalé, toda parroquia tenía que tener escuela, donde la preocupación era misionera; en las escuelas de las parroquias, que eran las únicas que había al principio, venían los criollos –que les llamaban españoles, pero eran criollos- y venían los indígenas. Se hicieron hasta colegios secundarios para indígenas. Le cuento que don Bernardo O´Higgins estudió con los franciscanos en Chillán en un colegio que tenía dos secciones: una para los españoles y otra para los indígenas, y allí había estudios superiores de filosofía y de teología. En ese colegito de Chillán donde estudió Bernardo O´Higgins, también estudiaban los nativos, porque se quería que los indígenas llegaran hasta los más altos niveles, y era gratis. El impulso siempre fue al pobre, al indígena, al último.

¿Cómo se dio eso específicamente en Santiago, qué congregaciones tuvieron una labor más destacada en la capital?  

Hasta el siglo XIX solamente estaban los franciscanos, los dominicos, los agustinos, los mercedarios y los jesuitas; esas cinco congregaciones u órdenes, dieron laeducación a todos los niveles. Hasta el día de hoy en Chile la educación católica es incontrastablemente mayoritaria para los pobres respecto a la que es para los que tienen más; ahí están las estadísticas, y siempre ha sido así.

Y más adelante, ya entrando al siglo XX, ¿cómo aprecia la educación católica en la Arquidiócesis de Santiago?

Hay una serie de personajes señeros. Por ejemplo, el abate Molina escribió unas obras que en su momento eran el top en materias como las ciencias biológicas y las ciencias históricas, y que sirvieron para los liceos chilenos. Él dejó una herencia para que se hiciera un liceo en Talca, y el liceo de Talca de hombres es un regalo del abate Molina; no sé si se cayó con el terremoto, pero hay una serie de cosas así. El mismo Manuel de Salas; después la señora Juana Ross de Edwards, que dedicó su fortuna a hacer hospitales y colegios. En fin, en la historia hay muchas personas con esta vocación.

Llegando al tiempo actual, ¿cómo se inserta hoy la educación católica en Chile y Santiago, en el contexto de las demandas que está habiendo por una educación pública y gratuita de calidad?

Los obispos siempre están abiertos a compartir estas preocupaciones; si hay conflictos, mediar en ellos. Yo creo que siempre la Iglesia tiene claro que la calidad de la educación no se reduce a lo académico. Por ejemplo, la Iglesia en Santiago y en Chile es pionera en procurar que los padres de familia se comprometan en el proceso educativo.La idea de proyecto educativo también es originaria de la Iglesia, y el Estado la ha asumido porque le pareció buena, porque une a la gente en torno a una meta común. En síntesis, los colegios de Iglesia tenemos en común la promoción de la educación con valores, además de lo académico, que por cierto también es importante. La educación católica promueve la solidaridad, el sentido de familia, el trabajar juntos, colaborar. Eso tratamos de transmitirlo a los demás colegios y constituye un aporte clarísimo de la Iglesia. Y los colegios católicos están entre los buenos colegios, de calidad, y no sólo los pagados, también los subvencionados.

Retorno a la fuente del Evangelio

Pasando a otro tema, ¿de qué manera la Iglesia ha defendido la dignidad humana, desde la protección de los indígenas en la época de la Colonia, hasta hoy?

Constantemente los obispos, desde Diego de Medellín, primer obispo que fue consagrado, todos le escribían al rey diciéndole que tal conquistador, que tal capitán, que tal gobernador o que la Real Audiencia estaban cometiendo determinados abusos, o que determinados encomenderos que tenían encomiendas de indígenas no cumplían sus obligaciones hacia sus encomendados. Eso es constante. Más aún, eso es desde siempre, desde Jesús la preocupación por el necesitado es esencial al cristianismo. Por ejemplo, las Hijas de la Caridad se preocuparon de los huérfanos, las Hermanas del Buen Pastor, de las mujeres presas, en Santiago.

¿Cuál fue la importancia de la labor de la Iglesia de Santiago en la defensa de los derechos humanos durante el gobierno militar?

Eso fue mundialmente reconocido. Yo colaboré todo lo que pude con la Vicaría de la Solidaridad, con todos los vicarios que hubo, porque era una cosa indispensable. La Vicaría de la Solidaridad se preocupaba del aspecto jurídico, de las personas que sufrían en sus derechos; había defensa, había abogados. También se preocupaba del aspecto de la salud, porque había personas que sufrían por las torturas, por la enfermedad, por hambre o por otras razones. Entonces la Vicaría tenía una serie de servicios. Y también en la parte educativa, donde se organizaba por ejemplo el apoyo escolar a los niños pobres. Había toda una labor educativa, si bien de carácter escolar, no principalmente escolar, sino que era para que la gente reconociera su valor de persona, ayudara al prójimo y no se encerrara en sí misma. Por otro lado, en cada parroquia había comedores populares, la gente daba kilos de porotos, kilos de lentejas… La Vicaría de la Solidaridad impulsó una serie de programas.

¿Cómo ve la presencia de la Iglesia en el tiempo de hoy en los ámbitos de la justicia social y de la dignidad humana? La Iglesia ha tenido una activa participación en debates como los del salario ético, respeto e integración de los presos, cuestión mapuche, etc…

Yo pienso que hay ciertos destellos señeros, brillantes. Monseñor Goic, con sus palabras tan oportunas, el cardenal Silva Henríquez… Monseñor Ezzati está en la misma línea del diálogo. Entre nuestros obispos, tenemos líderes que son brillantes en cuanto a la exigencia persistente de la justicia y una orientación no sólo para criticar las cosas, sino que para hacer propuestas, pero falta que toda la comunidad católica asuma esa orientación. Yo la encuentro todavía un poquito excepcional.

¿Cuáles son los desafíos de la Iglesia Católica de Santiago, en medio de esta ciudad tan diversa, hoy y hacia el futuro?

El primer desafío pienso que es ser coherentes con el Evangelio de Jesús, que es muy exigente. Si no volvemos sinceramente a la fuente con persistencia y con profundidad, todo lo demás es adjetivo, porque Jesucristo nos exige mucho y si somos fieles, tenemos que llegar muy lejos; si no,nos quedamos en la mediocridad. Tenemos que estar con la verdad y tenemos que luchar por la libertad, eso es esencial al Evangelio. Por otro lado, “si vuestra justicia no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos”. O sea, en esto tenemos que ser fieles hasta el heroísmo y hasta el martirio, como fue mártir Jesús. Jugarnos por el Evangelio hasta la sangre, por la verdad, por la justicia, porque haya amor en nuestra sociedad.